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Sección 12. Planificar un programa de alfabetización para adultos

Nota del autor: He pasado casi 20 años en la educación de los adultos, 13 de ellos ayudando a fundar y dirigir el Proyecto de Alfabetización, un programa comunitario de alfabetización de adultos en el oeste de Massachusetts (EE.UU.). Mucho de lo que hay en esta sección y la próxima se basa en mi experiencia personal, y muchos de los ejemplos provienen de mi propio trabajo. En general, mis ideas en este tema, se enfocan en  la gestión colaborativa y en el concepto de la alfabetización de adultos como una misión extremadamente amplia  que abarca la educación,  el empoderamiento de los alumnos y el cambio social. – PWR

  • ¿Qué es el alfabetismo adulto?

  • ¿Por qué comenzar un programa de alfabetización de adultos?

  • ¿Cómo planificar un programa de alfabetización de adultos?

En 1984, el tema del analfabetismo adulto salió a la luz pública en el libro Estados Unidos Analfabetos (en inglés Illiterate America), un best-seller de  Jonathan Kozol (también conocido como Analfabetos U.S.A). El libro señalaba que la mayoría de los cálculos mostraba que entre un 20% y un 25 % de estadounidenses leían o escribían por debajo del nivel necesario para funcionar en la sociedad.  El libro causó sensación y obligó al gobierno a prestar mayor atención al tema. En Estados Unidos, la administración del presidente Bush estableció el Estudio Nacional de Alfabetización de Adultos y en 1993, éste publicó un informe que confirmaba el hecho de que había un problema con la alfabetización en un país que se había considerado casi completamente letrado. La falta de destrezas básicas puede llevar a los individuos al desempleo y a empleos con bajos salarios; con respecto a su posición, puede marginarlos permanentes del sistema político, sin oportunidad alguna de hacer escuchar su voz; y probablemente puede destinarlos a ver a sus hijos repetir el ciclo.

En nuestras propias localidades,  los bajos niveles de alfabetización pueden afectar el desarrollo económico, disminuir la efectividad del gobierno local y la participación ciudadana, y ser una pesada carga para el presupuesto de educación y para el sistema escolar. Por todas estas razones, muchas comunidades apoyan los programas de alfabetización para adultos. Esta sección brinda información acerca de los adultos analfabetos y pautas sobre cómo planificar un programa de alfabetización para adultos.

¿Qué es el alfabetismo adulto?

Ésta puede parecer una pregunta sencilla de contestar – la condición de los adultos de saber leer y escribir, ¿cierto? –. Sin embargo, los educadores han estado preguntándose y discutiendo acerca de ello durante, por lo menos, 100 años. Engloba la lectura y la escritura, por supuesto, pero ¿a qué nivel?  Hace cien años se consideraba que una persona era letrada si sabía escribir su nombre, una clasificación que hoy sería penosamente inadecuada. ¿Y con respecto a las matemáticas? Para ser considerado “letrado” ¿hay que por lo menos saber sumar, restar, multiplicar y dividir para poder hacer el balance de la cuenta bancaria o calcular el kilometraje del automóvil? ¿Se necesita cierta cantidad de conocimientos generales para ser considerado letrado? Un gran número de educadores que utilizan el término “alfabetización cultural” piensan que sí. ¿Y qué pasa con la gente que no habla, lee o escribe el idioma que se usa predominantemente en el país? ¿Son letrados si pueden hacerlo en su propio idioma? ¿Y tenemos obligación de ayudar a los aprendices a entender el modo de  usar sus conocimientos?

Componentes del alfabetismo adulto

Como se podrá observar, el alfabetismo de los adultos puede abordarse desde diversos puntos de vista. Al planificar un programa de alfabetización para adultos, se deben considerarlos todos, y decidir qué es lo que necesita la comunidad y con qué recursos cuenta. Las áreas a las que se hace referencia al discutir lo que se considera el alfabetismo adulto son:

  • Lectura: La "lectura funcional" se define a menudo como la habilidad de leer a un nivel particular.
  • Escritura: El dominio de la escritura, puede ser considerado como la capacidad de un individuo para escribir lo que necesita, en un lenguaje claro y razonablemente preciso.
  • Matemáticas: El "conocimiento matemático o numérico básico" se refiere normalmente a la habilidad de realizar  operaciones matemáticas –suma, resta, multiplicación, división o cualquier otra- que se necesitan normalmente en la vida diaria.
  • Lengua: La enseñanza del idioma hablado leído y escrito en el país.
  • Cultura general: Familiaridad con todo lo inherente a la cultura del país o región donde se habita. Esto puede incluir de todo, desde los clásicos de la literatura occidental, hasta saber el nombre de los éxitos de los cantantes famosos de la época de oro.

El uso del alfabetismo y Equipados para el futuro

Los usos del alfabetismo deben ser también tenidos en cuenta en cualquier discusión sobre el tema. Un famoso autor estadounidense, Mark Twain, dijo que alguien que sabe leer y no lo hace, está considerablemente peor que alguien que no sabe, puesto que a este último puede enseñársele a leer, mientras que el primero está hundido en su ignorancia. Es el uso de la habilidad lo que cuenta: puede haber muchos deportistas con el potencial de un Cristiano Ronaldo, pero sólo él ha desarrollado su habilidad para el fútbol hasta el punto de ser considerado el mejor y mejor pagado del mundo.

Por lo tanto, ¿para qué deben los adultos utilizar su alfabetización? Sondra Stein, del Instituto Nacional para la Alfabetización, realizó una encuesta a nivel nacional (en EE.UU.) y publicó los resultados en  el informe Equipados para el futuro.

Estudiantes adultos de programas de alfabetización, al preguntárseles por qué buscaban alfabetizarse, dieron tres razones igualmente importantes:

  • Querían mejorar su situación laboral. Ya sea que ello significara tener mayor responsabilidad en sus trabajos, ser más competentes en lo que hacían, obtener un ascenso, encontrar un empleo o una carrera mejor o simplemente poder tener trabajo, la mayoría de los participantes sentía que mejorar sus destrezas les llevaría a mejorar sus vidas y sus finanzas.
  • Querían ser mejores esposos, padres y miembros de la familia. Leerle a los niños o ayudarles con su tarea escolar, mantener mejores contactos con parientes lejanos, y hasta escribir cartas de amor a maridos o esposas, fueron citadas como razones para aprender a leer y escribir mejor.
  • Querían ser mejores ciudadanos y participar en la vida política de sus comunidades. Los alumnos querían aprender a leer y comprender los temas de las campañas políticas o controversias locales, para poder realizar sus propios razonamientos y decisiones y querían poder trabajar en sus comunidades para influenciar o cambiar las cosas que les interesaban.

Al planificar un programa de alfabetización de adultos es necesario considerar qué cosa quieren y necesitan los alumnos. Su motivación proviene no de lo que nosotros pensamos que les conviene, sino de lo que ellos ven como necesario para sus vidas. A menudo, a medida que van obteniendo destrezas y seguridad, el aprendizaje en sí mismo puede tornarse una de sus metas, y eso ciertamente debe fomentarse. No obstante, no hay que perder de vista el hecho de que sus vidas dictan el uso de sus aptitudes recién adquiridas.

¿Por qué comenzar un programa de alfabetización de adultos?

Existen dos razones generales para comenzar un programa de este tipo: atender necesidades comunitarias y apoyar una iniciativa mayor.

Necesidades comunitarias

Las comunidades pueden evaluar e interpretar sus propias necesidades de formas diferentes. Una vez que se haya decidido comenzar un programa, es necesario analizar cuidadosamente la comunidad y determinar cuántas personas necesitan un servicio de alfabetización y de qué tipo. Sin embargo, antes de ver los números, se debe escuchar a la comunidad para entender cómo ésta ve el tema de la alfabetización, y qué clase de necesidad resuena entre sus residentes. Algunas razones comunitarias para establecer un programa pueden ser:

  • Preocupaciones económicas. ¿Tienen los empleadores locales dificultad para encontrar trabajadores calificados y competentes para mantener sus negocios o industria competitivos? ¿Es alta la tasa de desempleo local? ¿Está el área algo abatida económicamente? La alfabetización podría estar bastante relacionada con todas estas condiciones.
  • Inmigración. Una comunidad puede experimentar el crecimiento de su comunidad de inmigrantes, creando la necesidad de servicios de aprendizaje del idioma. Los empleadores, comerciantes,  industrias y servicios de salud, pueden tener dificultades para comunicarse con los inmigrantes, a menudo a causa de diferencias en la cultura y el lenguaje. Las escuelas locales pueden  también verse seriamente afectadas.
  • La educación de los niños. Se menciona a menudo que la estadística de alfabetismo más claramente significativa bajo casi todo tipo de circunstancia es que las madres (proveedoras primarias de cuidado) con bajos niveles de alfabetización tienen niños con bajos niveles de alfabetización. Si la comunidad y sus escuelas están preocupadas acerca de la alfabetización de los niños, un componente para tratar el asunto puede ser a través de servicios de alfabetización para los padres o un programa de alfabetización familiar que trabaje con los padres y los niños a la vez.
  • Asuntos sanitarios. El alfabetismo es a menudo un factor en los temas de salud, especialmente la salud preventiva y el mantenimiento de la misma. ¿comprenden los padres la necesidad de un buen cuidado prenatal y en la primera infancia? ¿Están los ancianos residentes al tanto de la manera en que deben tomar y almacenar sus medicamentos? ¿Entiende todo el mundo las instrucciones a seguir en caso de arruinarse la planta de tratamiento del agua? La preocupación por la salud pública puede ser una motivación para los servicios de alfabetización.
  • Calidad de vida. En muchas comunidades, elevar la calidad de vida de todos los ciudadanos es una prioridad. Así, una comunidad puede decidir que los servicios de alfabetización son importantes porque hay miembros de la comunidad que lo necesitan. A menudo, esta preocupación se vincula a una o más de una de las mencionadas  para reforzar la determinación de una comunidad en apoyar un programa.

Un programa de alfabetización como parte de una iniciativa mayor.      

Los programas de alfabetización pueden ser vistos tanto como integrales a la obtención de las metas de una iniciativa comunitaria más grande (una sobre educación, por ejemplo), como parte de una aproximación múltiple a un problema comunitario o como un componente de una acción generalizada contra la pobreza y otras condiciones que producen consecuencias no deseadas en la comunidad. Algunas iniciativas que pueden incluir educar a los adultos:

  • Prevención de la violencia
  • Prevención del consumo de drogas
  • Salud comunitaria (ya sea un impulso general hacia una comunidad más saludable o un problema o preocupación específica sobre salud)
  • Registro de votantes  
  • Desarrollo económico 
  • Capacitación laboral  
  • Educación
  • Iniciativas específicas sobre la primera infancia o basadas en la escuela.
  • Anti-pobreza (iniciativas integrales incluyendo muchas de las áreas mencionadas anteriormente, diseñadas para tratar el tema de la pobreza desde ángulos diferentes).

¿Cómo planificar un programa de alfabetización de adultos?

En mi propia experiencia, la planificación para la mayoría de los programas de alfabetización se extiende solamente hasta lo que sucede en el salón de clase. Una necesidad de la comunidad se hace aparente, la financiación se vuelve disponible y un grupo o una organización da el salto para tomar el asunto en sus manos. El patrocinador quiere una respuesta inmediata y el programa debe comenzar de inmediato. No hay tiempo para reunir un equipo planificador, hablar con la comunidad y diseñar un programa que atienda las necesidades reales de la comunidad.

Lo que sigue es un escenario ideal, pero entendamos que probablemente no se tendrá la oportunidad de hacer las cosas de una forma ideal. Es necesario recordar que todo esto puede suceder al mismo tiempo en que un programa está ya en marcha y que lo que ahora se está haciendo puede –y debería- cambiar continuamente para ajustarse a las necesidades y deseos reales de los alumnos y la comunidad, y con la experiencia de la iniciativa acerca de qué funciona y qué no.

Paso 1: Reunir un equipo de planificación 

Reunir a un grupo representativo del total de la comunidad ayudará a obtener información precisa acerca de la comunidad y a crear un sentido de propiedad comunitaria por el programa. Algunos grupos o individuos a los que se puede animar a participar incluyen:

  • El gobierno local. Adicionalmente a alguien de la oficina del intendente o alcalde de la ciudad, un planificador urbano o un director de desarrollo pueden ser buenos candidatos.
  • Bibliotecas. Además de ser aliadas obvias en un programa de alfabetización, las bibliotecas pueden ser lugares frecuentados durante el día por personas sin hogar, y los bibliotecarios a menudo reciben preguntas acerca de recursos y servicios de alfabetización.
  • Proveedores de servicios sociales y representantes de agencias que sirven a los discapacitados. Muchas agencias, especialmente las que trabajan específicamente  con grupos de bajos ingresos, tienen contacto con muchos necesitados de servicios de alfabetización.
  • Escuelas y otros programas educativos. Las escuelas públicas y otros proveedores de servicios educativos pueden ser invitados a formar parte.
  • Autoridades. La policía, secretarios de juzgados y jueces.
  • Proveedores de salud y programas de salud comunitarios. Los hospitales son a menudo empleadores importantes, especialmente de mano de obra no calificada y ellos, junto a programas de salud comunitarios, pueden brindar servicios a la población menos favorecida que incluye a potenciales receptores de alfabetización adulta.
  • Empleadores y otros miembros de la comunidad de negocios. Los empleadores pueden estar muy al tanto de la necesidad de alfabetización, a causa de su dificultad en encontrar personal calificado.
  • Sindicatos. Los miembros de un sindicato  pueden tener sus propias necesidades de alfabetización y los sindicatos desean a menudo apoyar iniciativas que benefician a los menos favorecidos.
  • Representantes de instituciones comunitarias. Organizaciones de servicio (Leones, Rotarios, etc.), coaliciones comunitarias, La Asociación Cristiana, la Cruz Roja, los clubes deportivos o sociales y las organizaciones de veteranos de guerra.
  • Las comunidades de fe. El contacto con iglesias, sinagogas, mezquitas y otras instituciones religiosas, particularmente aquellas que dan servicio al público objetivo, puede brindar una forma eficiente de correr la voz a un gran número de personas y ayudar a aprovechar el conocimiento que los clérigos o pastores tienen de la comunidad.
  • Personas clave en la comunidad o en el público objetivo. Personas que no ocupan una posición específica, pero que son muy respetadas y conocen muy bien la comunidad.

Paso 2: Evaluar la necesidad          

Después reunir el equipo de planificación, el paso siguiente es examinar cuidadosamente la comunidad y determinar la naturaleza y la magnitud de sus necesidades más urgentes de alfabetización. ¿Quiénes son las personas que necesitan el servicio? ¿Cuántas personas entran en esa categoría? ¿Qué clase de servicio necesitan? Éstas son las preguntas que deben ser contestadas antes de comenzar con la planificación del programa. Para hallar respuestas precisas, es de gran ayuda explorar un cierto número de fuentes de información.

  • Datos del censo y otros registros estadísticos. Más allá del Censo Nacional (disponible en Internet y en las bibliotecas), algunas fuentes importantes de información pueden ser los sitios Web oficiales de la ciudad o el estado, universidades, departamentos de planificación económica de la ciudad o el condado, corporaciones de desarrollo comunitario y oficinas de la alcaldía o el municipio.
  • Escuelas. Las autoridades escolares generalmente están dispuestas a tratar temas tales como la deserción escolar y la cantidad de estudiantes en programas especiales o programas bilingües.
  • Proveedores de salud y agencias de servicios sociales. Algunas agencias pueden tener la capacidad de estimar el porcentaje de los participantes de sus programas que tiene falta de habilidades básicas (aquellos incapaces de completar un formulario correctamente o aun de completarlo, aquellos que evitan o tienen problemas obvios para entender material impreso, etc.), o que no tiene un certificado de bachillerato. A otros se les puede concientizar y pueden llega a ser buenas fuentes de información.
  • Grupos de enfoque en la comunidad. Extraer grupos de varios sectores de la comunidad, incluyendo, si es que hay alguno, alumnos actuales de un programa de alfabetización de adultos, puede rendir información de mucha ayuda.
  • Personas clave y grupos comunitarios preexistentes formales o informales. Algunos individuos clave pueden ser los clérigos, especialmente los que atienden a inmigrantes o a la población menos favorecida; ayudantes “naturales” -aquellos individuos a quienes la comunidad acude en busca de ayuda y consejo; autoridades de clubes sociales y organizaciones similares; y comerciantes o gente de negocios que tienen mucho contacto con la gente, tales como barberos, cantineros, tenderos, agentes de seguros, farmacéuticos, etc.). Los centros comunitarios, equipos o clubes deportivos y grupos informales (amigos que se reúnen en un restorán particular, adolescentes que juegan al fútbol todas las tardes), pueden ser buenas fuentes de información acerca de necesidades de alfabetización.

Recientemente participé en la evaluación de una comunidad que utilizó muchas de estas fuentes de información. En el pueblo en que nos enfocamos, más del 30% de los adultos no había completado el bachillerato. En los datos del censo encontramos que, en un condado de más de medio millón de personas, este pueblo de 20.000 habitantes tenía cerca de la mitad de todos los residentes de origen portugués. El equipo de planificación, que incluía a representantes de las autoridades del pueblo, el sistema escolar, políticos locales, otros proveedores de alfabetización, instituciones de salud y el sistema de capacitación laboral, llegó a la conclusión de que una gran proporción de esta comunidad étnica estaba formada por inmigrantes.

Nadie en el equipo de planificación – y esto fue confirmado tanto por los datos del censo como por retroalimentación de profesionales y de la comunidad- veía una gran necesidad por servicios de alfabetización de adultos de lengua inglesa. Con este conocimiento y con la evidencia que indicaba una necesidad de servicios del tipo ESOL (Inglés como Segunda Lengua), establecimos contacto con la propia comunidad portuguesa. Varias reuniones con personas y grupos clave de esa comunidad confirmaron la necesidad de servicios de tipo ESOL. El volumen de los servicios necesarios se determinó mediante una encuesta comunitaria y haciendo circular tanto individualmente como a través de la iglesia y un club social que eran nodos de la vida comunitaria, una lista para inscribirse en el programa. Finalmente, utilizando toda esta información, la comunidad pudo obtener fondos para un programa de ESOL que atendió la demanda.

Al evaluar la necesidad de servicios, se debe tener en cuenta que necesidad y demanda no son lo mismo. La necesidad representa la cantidad de personas que podrían beneficiarse o hacer uso de los servicios de alfabetización. La demanda es la cantidad de gente que desea utilizar esos servicios, y es siempre mucho menor que la necesidad. Especialmente cuando la economía está bien, la demanda puede ser menor a un 20% de la necesidad. Al planificar un programa, es importante entender cuál es la real demanda de servicios, porque ello determinará cuán grande es el programa que la comunidad puede apoyar.

Paso 3: Diseñar un programa para atender la demanda 

Hay cuatro elementos en juego en el diseño de un programa: Primero ¿Qué servicios brindará y a quiénes? Segundo ¿Quién dirigirá el programa? Tercero,  ¿cuáles son las bases del programa?, es decir, ¿cómo se verá realmente? ¿Se hará con funcionarios o voluntarios? etc. Y finalmente, ¿cómo se financiará? Todos están interrelacionados, pero analizar cada elemento individualmente aclarará las posibles opciones.

¿Qué servicios brindará y a quiénes?

¿Necesita más la comunidad de una educación básica de adultos para leer y escribir o para mejorar en matemáticas? ¿Quiénes son los miembros del público objetivo para este programa? ¿Estará limitado solamente a personas de cierto nivel de ingresos? (La financiación federal para programas de adultos normalmente prohíbe esto, en la mayoría de los casos, mientras que la financiación para capacitación laboral a menudo lo requiere) ¿Deberán los alumnos vivir en determinadas comunidades? ¿Se definirá a los alumnos de otras formas (mujeres, padres jóvenes, adolescentes, personas sin hogar, etc.), ya sea por la financiación o por los propósitos del programa? Si ha de haber algunas restricciones, debería existir una racionalización para la exclusión de algunos y la inclusión del grupo objetivo, y algunas formas simples para identificar a los miembros de este grupo.

¿Qué entidad dirigirá el programa?

La respuesta a esta pregunta puede depender de la financiación disponible, ya que el patrocinador puede tener requisitos acerca de quién puede dirigir el programa. Si no, hay varias opciones aquí: el establecimiento y la supervisión de los programas de alfabetización adulta varían de estado a estado y de país a país. Las organizaciones y entidades que pueden establecer programas en varias situaciones incluyen:

  • Gobiernos federales. En muchos países el gobierno nacional ha establecido programas de alfabetización como parte de un esfuerzo global de desarrollo, para mejorar la situación de un grupo en particular o simplemente para tratar de aliviar la pobreza extrema. En Estados Unidos, el gobierno federal financia a los estados, pero no conduce programa alguno por sí mismo, a pesar de que lo ha hecho en el pasado.
  • Agencias estatales. En muchos estados, agencias como el Departamento de Salud, el Departamento de Bienestar Social o el Departamento de Trabajo pueden establecer programas de alfabetización adulta, y funcionar ya sea como supervisor primario estatal ( en cuyo caso los programas se contratan con organizaciones locales existentes) o como proveedor directo ( el Departamento de Educación a través de las escuelas públicas, por ejemplo).
  • Gobiernos locales. Un gobierno municipal puede decidir que es necesario un  programa local y establecer uno con fondos locales.
  • Organizaciones a nivel nacional. En Estados Unidos, un ejemplo son las organizaciones tales como Alfabetizadores Voluntarios de EE.UU, las cuales realizan programas a lo largo del país a través de ramas estatales y locales.
  • Organizaciones comunitarias. Una organización comunitaria – a menudo una organización coordinadora o “paraguas” – que ofrece un sinnúmero de servicios diferentes- puede responder a una necesidad local mediante la búsqueda de financiación para un programa de alfabetización o puede formarse una entidad por separado para responder a esta preocupación.
  • Empleadores. La educación en los lugares de trabajo se está volviendo cada vez más común a medida que los empleadores se dan cuenta de que pueden mejorar el récord de accidentes e incrementar la producción, mejorando las habilidades básicas de los trabajadores o su dominio del idioma. Los empleadores a menudo garantizan horas de ausentismo en el trabajo (por ejemplo horas pagas que son parte de las horas de trabajo regulares) para la educación de adultos en el lugar de trabajo.
  • Educación pública terciaria. Las universidades estatales o las más pequeñas pueden establecer programas para adultos, a veces como resultado de un mandato gubernamental, a veces como respuesta a una oportunidad de financiamiento y a veces como un servicio comunitario.
  • Escuelas y asociaciones educativas. Los sistemas de educación pública son frecuentemente los fundadores y operadores de programas de alfabetización de adultos. Es típico que estos programas utilicen la infraestructura escolar, el equipo y el personal ya existente (muchos maestros de alfabetización adulta en los programas del sistema escolar son también maestros públicos escolares, y los directores de programa son generalmente parte de la estructura administrativa del sistema).

¿Cuáles son las bases educativos del programa?

Hay varias facetas en este asunto:

¿Cómo visualizará el programa a los estudiantes?

Muchos programas ven a los alumnos adultos de la misma forma en que ven a los niños: como contenedores vacíos en espera ser llenados de conocimientos. Estos programas arman una situación que generalmente se parece mucho a una escuela tradicional, a veces hasta con escritorios en fila, de cara al escritorio más grande del maestro ubicado al frente del salón. Los maestros dan clase, escriben en la pizarra, etc., y están “a cargo” del aprendizaje. A pesar de que los programas de ese tipo funcionan para algunos estudiantes, son inefectivos para la mayoría, porque repiten las circunstancias de fracasos anteriores de los alumnos e ignoran los asuntos que en primer lugar, por lo general, han mantenido a los adultos alejados del aprendizaje.

Otros programas ven el modelo escolar como uno que ya ha resultado fallido para los alumnos adultos, y tratan de crear una atmósfera relajada en la que los adultos son tratados como tales, en la que su experiencia y conocimientos anteriores son respetados y en la que se les alienta a tener el control de su aprendizaje. En muchos de esos programas de “empoderamiento” existe la creencia de que el propósito de la alfabetización adulta es ayudar a la gente a tener mayor control sobre sus vidas, y  de que las experiencias de alfabetización van mucho más allá de lo que sucede en el aula. Estos programas a menudo ayudan a los alumnos, a medida que van adquiriendo habilidades y confianza, a asumir tareas en el mundo real en las que utilizan sus nuevas habilidades y que los alientan a continuar aprendiendo.

En uno de los lugares de mi programa, el supermercado local cerró, creando una situación en la que todas las compras de alimentos podían hacerse solamente en un pueblo cercano para el que no había transporte público disponible. Luego de que una alumna sin automóvil hizo una descripción de sus dificultades para hacer la compra semanal (con sus dos niños pequeños tenía que pedir a extraños que la llevaran, evitando en el proceso el acoso sexual, humillándose al rogar por un aventón a personas extrañas en los estacionamientos), una discusión en la clase derivó en un grupo para el estudio y la solución del problema del transporte en la zona.

Después de dos años de trabajar con políticos, la autoridad de tránsito local y otros, con mucho entusiasmo pero sin resultados, el grupo decidió tomar el toro por los cuernos. Finalmente, asociados con otra agencia, los miembros del grupo procuraron una donación para comprar una camioneta y se transformaron en operadores de un servicio de transporte que brindaba a la gente el acceso a las compras y otras necesidades. En el transcurso de este esfuerzo, también aprendieron y practicaron matemáticas, mercadeo, negociación de contratos, escritura y varias habilidades más. Una estudiante que había comenzado el programa con habilidades de escritura y lectura mínimas, se encontró a sí misma tomando y aprobando varios cursos de gestión empresarial en el centro de estudios universitarios local.

A pesar de que la mayoría de los programas caen en alguna parte entre los dos modelos descriptos aquí, es importante tener en cuenta que el empoderamiento no puede ocurrir sin un plan educativo que funcione: los alumnos necesitan mejorar significativamente sus conocimientos y cambiar su definición de la educación de “algo que se obtiene” a “un proceso que uno continúa durante toda la vida”. Un programa puede lograr metas de empoderamiento no a través de ignorar el proceso educativo, sino haciendo énfasis en el mismo, poniendo a los alumnos a cargo del mismo y ayudándoles a integrarlo a sus vidas.

¿Qué tendrá lugar en el salón de clase?

No hay una manera correcta de realizar las cosas y ciertamente ningún programa de estudios correcto, pero en general, un programa exitoso necesita hacer  lo siguiente:

  • Encontrar maneras de presentar el material y educar, que no repitan algo en lo que los alumnos han fracasado anteriormente.
  • Mantener el entendimiento de que todos los adultos deberían ser alentados a ver el valor de su propia experiencia de vida y sus conocimientos e incorporarlos a su aprendizaje.
  • Relacionar el aprendizaje en la clase con el mundo real y tratar de ayudar a los alumnos a practicar lo aprendido de una manera provechosa (usando sus habilidades matemáticas para ahorrar dinero en el mercado, escribiendo cartas de demandas como consumidor, etc.).
  • Incorporar dentro de la instrucción, habilidades de razonamiento crítico, analítico y creativo,  así como temas académicos.
  • Ayudar a los alumnos a establecer sus propias metas, alcanzables a corto y largo plazo, y a desarrollar planes para alcanzar esas metas.
  • En situaciones grupales, alentar a los alumnos a educarse mutuamente y a utilizar el grupo como apoyo.
  • Fomentar el desarrollo del razonamiento abstracto (la capacidad de pensar y trabajar con cosas e ideas que no se hallan presentes) y de formas creativas, analíticas y críticas de pensar.
  • Alentar a los alumnos a luchar con nuevos conceptos, en lugar de brindarles las respuestas. De esta forma, ellos realmente comprenderán lo que han aprendido y comprenderán también que el aprendizaje les pertenece a ellos y no al maestro o tutor que los ha empujado.

¿Funcionará el programa con profesionales, voluntarios o una combinación de ambos?

De algún modo, la respuesta a esta pregunta depende de los recursos. El programa que no puede contratar un equipo de profesionales tendrá que depender de voluntarios en cierto grado. Un programa conducido por una escuela pública usualmente tendrá que tener un equipo profesional, ya que el sistema escolar, por lo general sólo da empleo a maestros certificados.

El hecho de que un maestro sea certificado no necesariamente implica que pueda enseñar a adultos. En la mayoría de los estados, no hay una certificación para enseñanza de adultos, por lo que un maestro de alfabetización adulta puede de hecho estar certificado en educación elemental o en latín para alumnos de secundaria. Ninguno de estos antecedentes necesariamente equipa a alguien para trabajar con adultos, quienes necesitan un enfoque muy diferente que el normalmente utilizado con niños en una clase. Maestros actuales o ex-maestros de escuelas públicas a veces tiene dificultad para retener alumnos adultos, ya que utilizan los mismos métodos y creencias que utilizarían en un escenario escolar.

En el mejor de los mundos posibles (de nuevo, dependiendo en gran medida de los recursos) un programa con un equipo de profesionales tendría la mayoría o todas las características siguientes:

  • Funcionarios de tiempo completo o semi-completo, de forma que puedan dedicar todas sus energías al programa.   
  • Una visión compartida de las metas, la filosofía y los métodos, de forma que cada alumno sea abordado de la misma manera, y así alumnos y funcionarios trabajan juntos con los mismos objetivos.
  • Prácticas de contratación cuidadosas para asegurar que los funcionarios “encajen”. Esto no significa que todos tengan que estar de acuerdo en todo, pero sí que todos puedan trabajar juntos armoniosamente y que los desacuerdos conduzcan a discusiones productivas y al fortalecimiento del programa, en lugar de al resentimiento y la división.
  • Encuentros regulares (de preferencia semanales) entre los funcionarios para asegurar que se mantienen en contacto entre ellos y aprenden de los otros.
  • Si el programa se propone el empoderamiento de los alumnos, entonces los miembros del personal deben ser empoderados también – por ejemplo tener suficiente control sobre su trabajo y un adecuado decir en la organización- así queda claro que la organización practica lo que predica. No se puede esperar que los funcionarios ayuden a los alumnos a tener mayor control sobre sus vidas, si ello mismos no lo tienen.

Los programas con voluntarios son frecuentemente muy diferentes de aquellos que funcionan con empleados. Para empezar, principalmente emplean tutorías personales en lugar de instrucción grupal. Este tipo de arreglo significa que los alumnos tienen poco o ningún contacto entre ellos e implica una dinámica particular entre los alumnos y los voluntarios. Segundo, los voluntarios casi nunca pueden dar más que unas dos o tres horas a la semana en lugar de las seis a veinte disponibles en la mayoría de los programas con profesionales. Y tercero, los voluntarios son eso, voluntarios y pueden irse de un momento a otro. Aunque hay algunos que algunos están totalmente comprometidos y pueden mantenerse como voluntarios confiables durante muchos años, otros, luego del impuso de entusiasmo inicial, pierden interés y desaparecen.

Si lo mencionado arriba suena como que yo (el autor) creo que los programas con profesionales tienen ventajas sobre los programas de voluntarios, eso es correcto. Los programas profesionales brindan por mucha instrucción y servicios de mejor calidad, son más confiables, pueden brindar más horas semanales, es más probable que permitan el acceso de los alumnos al apoyo grupal, etc. Sin embargo - y es un gran sin embargo- los programas de voluntarios tienen también ventajas.

En primer lugar, nada funciona para todo el mundo y todo funciona para alguien. Aunque que las tutorías personales no son lo ideal, en ocasiones son apropiadas para muchos y el método preferido para algunos. El tener una variedad de opciones educativas es una ventaja adicional en la educación de adultos. Y las tutorías personales no necesitan ser la única opción en un programa de voluntarios.

En segundo lugar, muchos alumnos, especialmente aquellos que son razonablemente exitosos y muy conocidos en la comunidad, preferirían no recibir ningún servicio con tal de que sus amigos y vecinos no se enterasen de que tienen problemas de analfabetismo. Un programa de voluntarios puede brindar la privacidad y seguridad que necesitan para poder aprender.

En tercer lugar, los voluntarios, siendo miembros de la comunidad, son voceros creíbles en el tema de la alfabetización en general y del programa en particular. Pueden ayudar a aumentar el nivel de comprensión del tema por parte de la comunidad, disipar los mitos acerca de los alumnos  y actuar como embajadores en la comunidad. Cualquier cosa que pueda hacerse para incrementar el número de personas en el mundo que tiene una mejor comprensión de la educación de los adultos es ganancia.

Por último, hay muchos voluntarios excelentes – personas que se esfuerzan continuamente para mejorar su trabajo con los alumnos, que están comprometidos con las personas a quienes les dictan clase y verdaderamente marcan una diferencia. Sin un programa de voluntarios, podrían nunca tener la oportunidad de hacerlo.

Para funcionar bien, un programa de voluntarios necesita varios elementos:

  •  Pre-selección inicial: Los voluntarios potenciales deberían ser entrevistados. Aquellos que realmente no tienen un sentido cabal de lo que significa el trabajo o que parecen no aptos para, trabajar con adultos  – o que simplemente son inapropiados por condiciones tales como el consumo de drogas o antecedentes de delitos sexuales – deben ser, sutil pero firmemente, desalentados a ser voluntarios (algunos programas hasta realizan la verificación de antecedentes penales).

Adicionalmente a la preselección inicial, puede ser útil realizar una segunda selección en una entrevista posterior a la capacitación. A esas alturas, algunas personas pueden haber llegado a la conclusión de que trabajar de voluntario en un programa de alfabetización adulta no es para ellos. Otros pueden haber mostrado con su comportamiento durante la capacitación, que sencillamente no van a funcionar. Es mejor detectar a estas personas antes de que comiencen a trabajar con los alumnos. Una entrevista en este momento también puede servir para colocar a los voluntarios, discutir acerca de los temas que pueden surgir, disipar temores, etc.

  • Una seria capacitación inicial: Los voluntarios necesitan antes de comenzar, una sesión de formación inicial (al menos 15 a 20 horas es lo ideal) que incluya un marco educativo y filosófico, instrucción en prácticas y técnicas y alguna práctica supervisada con mucha retroalimentación. Si al finalizar la capacitación,  un voluntario potencial decide que el trabajo alfabetizador no es para él, está bien: es mejor tomar esa decisión que empezar a trabajar con un alumno y desertar al mes o desalentar al alumno. En general, aquellos para quienes el trabajo es inapropiado, lo descubrirán al final de la capacitación, aunque a algunos habrá que decírselo.
  • Capacitación continua de seguimiento: Habría que ofrecer a los voluntarios una o dos horas mensuales de capacitación continua de seguimiento mientras estén trabajando.
  • Supervisión regular: Cada voluntario, ya sea en forma individual o en grupo, debería reunirse con un supervisor por lo menos una vez al mes, para discutir temas específicos, problemas, técnicas, etc. También habría que observar al voluntario y darle comentarios acerca del trabajo con su alumno por lo menos tres o cuatro veces por año. Este nivel de seguimiento probablemente requiera contratar a un supervisión pagado, pero podría conseguirse de la misma forma con voluntarios experimentados.

"Supervisión" se utiliza aquí con el mismo sentido que en psicología o asesoría: un arreglo de colaboración en el que el supervisor actúa como mentor para ayudar al voluntario a tener una perspectiva de lo que está haciendo y para que pueda mejorar su desempeño.

  • Compromiso de los voluntarios. Al término del período de capacitación, el voluntario necesita hacer un compromiso si es que va a continuar. Una forma de hacerlo es firmar un contrato, comprometiéndolo por un cierto período de servicio (generalmente un año), un número particular de horas a la semana, quizás un número de horas de capacitación de seguimiento y la responsabilidad de notificar al alumno o al programa  si va a faltar a una sesión por cualquier motivo.
  • Reconocimiento: Éste puede tomar varias formas: certificados al finalizar la capacitación y/o al final de cada año de servicio, una celebración anual para los voluntarios, los alumnos y sus familias, premios por servicios destacados o prolongados, etc.
  • Función administrativa: Un programa necesita a alguien – a lo mejor el mismo voluntario o el  supervisor contratado – para llevar cuenta de las horas trabajadas por el voluntario, organizar (y a menudo dirigir) sesiones de capacitación, formar las parejas de voluntarios y alumnos, coordinar las actividades de todo el programa, etc. Un programa de voluntarios no puede funcionar sin una estructura.

Los programas de profesionales o voluntarios a menudo se combinan de cierta forma. Mi propio programa utilizó muchos voluntarios, ya sea para complementar el trabajo de clase o para trabajar con individuos en áreas específicas o proyectos especiales, y contrató un coordinador voluntario de tiempo parcial para manejarlos. Otros programas utilizan voluntarios para trabajar con aquellos que no pueden asistir a clases o que no pueden trabajar en áreas específicas como la redacción de un curriculum vitae. Los voluntarios que trabajan en un programa profesional necesitan capacitación, supervisión y todos los otros elementos necesarios para un óptimo programa maneado sólo por voluntarios.

¿Cómo evaluar?

El diseño del programa no está terminado hasta que incluya una manera de evaluar su efectividad y el grado en que se ha adherido a la filosofía y las metas con las que comenzó. Algunas áreas a las que vale la pena indagar son:

  • Cantidad de estudiantes: ¿Está el programa lleno o casi? ¿Presenta algún problema el reclutamiento?
  • Retención de alumnos: ¿Cuántos alumnos se quedan el tiempo suficiente para logras sus metas educativas?
  • Satisfacción de los estudiantes: ¿Qué dicen los estudiantes acerca del servicio que están recibiendo?
  • Satisfacción de los funcionarios: ¿Qué dicen los trabajadores – ya sea profesionales o voluntarios  – acerca de lo que están haciendo, las condiciones y el ambiente de trabajo?
  • Asistencia: Si los estudiantes están recibiendo lo que necesitan, la asistencia es generalmente alta. Si los estudiantes están satisfechos pero la asistencia es baja, puede ser que haya algún problema con el transporte u otras cuestiones que el programa necesita atender.
  • Obtención de metas por los alumnos: ¿Están los estudiantes alcanzando sus metas de corto y largo plazo? Asumiendo que lo están, ¿cuánto tiempo lleva a la mayoría de los  estudiantes conseguirlo? 
  • Logros académicos: ¿Cuántos estudiantes han aprobado el examen de acreditación de bachillerato (si esa es una meta del programa)? ¿Cuántos han alcanzado un progreso significativo en su programa educativo (avances en matemáticas o lectura por ejemplo)?
  • Logros no académicos: ¿Están los estudiantes involucrados con sus comunidades? ¿Han mejorado sus hijos en la escuela con respecto a su situación anterior al programa? ¿Han aprendido habilidades valiosas como dirigir una reunión, resolver conflictos, hacer una búsqueda en Internet, etc.? ¿Han logrado confiar más en sí mismos, ser más independientes o a estar mejor adaptados socialmente? ¿Han logrado tener mayor control sobre sus vidas? ¿Han conseguido empleos más adecuados a su potencial o con posibilidades de progreso?
  • Desarrollo del funcionariado: ¿Ha habido oportunidades (cursos, talleres, círculos de estudio, seminarios, etc.) para los funcionarios para mejorar sus habilidades y aprender nuevas? ¿Han aprovechado esas oportunidades?
  • Dinamismo: ¿continúa el programa experimentando nuevas ideas y técnicas? ¿Existe apoyo para intentar cosas nuevas o mejorar los métodos actuales?
  • Cuestiones prácticas: ¿Es adecuado el espacio de trabajo? ¿Hay financiación suficiente para realizar el programa?

¿Cómo se financiará el programa?

Existen varias posibles fuentes de financiación para programas de alfabetización para adultos, cada uno con sus propias ideas, regulaciones y  expectativas. Se debe tomar en cuenta que esta información corresponde a lo que se hace en EE.UU., pero podría servir como una fuente de ideas para averiguar cómo es en cada país particular.

  • Fondos públicos. Éstos pueden provenir del estado o el gobierno local (la ciudad o el departamento). Tener acceso a esta financiación generalmente requiere que la organización esté registrada como exenta de impuestos, como organización sin fines de lucro y que se responda a un aviso de solicitud de propuestas por parte de una agencia estatal o local. Los fondos públicos casi siempre incluyen una larga lista de restricciones, regulaciones y demandas, y es importante entenderlas y que la organización pueda hacer un seguimiento e informar del uso de los fondos de la forma requerida. Por otra parte, los fondos públicos pueden ser los más fáciles de obtener y generalmente son de un monto considerable.
  • Fondos de fundaciones: Adicionalmente a fundaciones grandes  de nombres conocidos, existen también:
    • Fundaciones grandes y pequeñas no tan conocidas, muchas de ellas con fines educativos específicos.
    • Fundaciones corporativas y de negocios, establecidas para financiar ya sea causas específicas o “buenas acciones” más generales.
    • Fundaciones familiares que distribuyen los bienes de un consorcio familiar entre  organizaciones sin fines de lucro y caritativas.
    • Fundaciones comunitarias que obtienen sus recursos de otras fundaciones y de la comunidad local. 
    • Fundaciones educativas locales que financian proyectos educativos locales.

Generalmente, las fundaciones requieren pedidos más sencillos que los financiadores públicos y tienen menos restricciones acerca del uso de los fondos. También tienden a financiar proyectos por un período limitado de tiempo, por lo general se niegan a financiar gastos operativos o de administración  y en el caso de fundaciones pequeñas, normalmente hacen sólo hacen donaciones pequeñas.

  • Fondos comunitarios. Algunas fundaciones comunitarias podrían ser fuentes de financiación. A veces son reacias a financiar programas nuevos, y casi siempre solicitan alguna prueba de la responsabilidad financiera de la organización y de sus probabilidades de subsistencia.
  • Campañas financieras. Hay tantas maneras de hacerlas como hay organizaciones, pero si se hacen bien, pueden juntar una cantidad sustanciosa de dinero. Algunas posibilidades son:
    • Simplemente pidiéndoles contribuciones a personas, organizaciones y comercios de la comunidad. Por lo general, se hace a través del envío por correo.
    • Poniendo en escena eventos (carnaval, por ejemplo o un concierto) en el cual se cobre entrada.
    • Organizando eventos como un concurso de lectura donde los participantes solicitan donaciones de amigos y familiares a una cantidad determinada por página.
    • Ofreciendo a la venta productos relacionados con la alfabetización, como por ejemplo un libro de cuentos escrito por alumnos adultos.
    • Mediante la rifa de un premio donado. A veces, si los comerciantes locales son solidarios, el premio puede ser un automóvil u otro artículo mayor; un premio como este puede reunir cantidades considerables.
  • Membresías. Se le puede ofrecer a la gente la oportunidad de afiliarse a la organización, con lo que pueden recibir un boletín de noticias (típicamente dos a cuatro veces por año) y una invitación a determinada actividad en el curso del año. Mi programa logró reunir hasta 10.000 dólares anuales de esta forma.
  • Donaciones. Si se puede convencer a una o varias personas adineradas de incluir a la organización en sus testamentos o hagan una donación de una gran suma de dinero, acciones o propiedades de alquiler como parte de sus deducciones de impuestos, se podría comenzar un “fondo especial”. Ésta es una cantidad de dinero que funciona como el núcleo de soporte de la organización. En general se utilizan solamente los intereses, o una parte de ellos, dejando que el capital crezca y continúe financiando la organización indefinidamente.
  • La sucursal comercial de la organización. Si se tiene algo valioso que ofrecer, - consultoría, servicios de desarrollo de programas, etc. – se puede armar una organización por separado para generar dinero para el programa de alfabetización.

Es mejor apuntar a una combinación de varias de las fuentes de recursos mencionadas arriba, en lugar de poner todos los esfuerzos en una sola. Una sola fuente de financiación pone a la organización en una situación vulnerable, si, por ejemplo, el financiador se queda sin dinero o decide que no le gusta lo que la organización hace y deja de apoyarla. Además, las restricciones de una única fuente de financiación, pueden imposibilitar realizar algo que se podría hacer fácilmente con dinero de otra fuente. El ideal es encontrar tanto dinero como sea posible de una fuente con el menor número de restricciones posible: el trabajo necesario para las campañas financieras comunitarias, vale la pena si ofrece una gran fuente de dinero sin muchas restricciones.

Mi propia organización fue financiada por el estado (dos agencias diferentes, utilizando tanto dinero estatal como federal), el condado, varios pueblos locales, varias pequeñas fundaciones de negocios privadas, fondos comunitarios, membresías, honorarios ocasionales por servicios comerciales…en resumen, cualquier dinero que podíamos conseguir que no tuviera restricciones contrarias a nuestros propósitos y filosofía.

Y ese es otro punto importante. Mantenerse fiel a la misión y filosofía es más importante que unos cuantos billetes extra. Si se está comprometido con una manera particular de hacer las cosas o de visualizar la alfabetización, no se debe aceptar dinero que requiera poner en juego ese compromiso. No importa cuán grande sea la cantidad de dinero, no vale la pena comparada con el daño que se le puede causar a la organización.

Una vez que se haya armado el plan para el programa y conseguido la financiación inicial, ya se está listo para pasar a la siguiente fase del desarrollo del programa: ponerlo en marcha en la comunidad.

En resumen

La alfabetización adulta comprende algo más que solamente leer y escribir, y es importante comprender cuáles son las necesidades reales de alfabetización en la comunidad antes de comenzar a planificar un programa. Una vez evaluada la demanda así como las necesidades y recursos de la comunidad, se puede comenzar a planificar el programa. Es necesario considerar qué servicios se necesita brindar y a quién; qué entidad o clase de entidad realizará el programa; cuáles son las bases filosóficas y educativas del programa y de dónde puede provenir la financiación. Cuando todo eso esté en su lugar, ése es el momento de establecer el programa en la comunidad.

Contributor 
Phil Rabinowitz

Recursos en línea

Base de datos de ERIC: una base de datos explorable (Educación, Investigación e Información) que ofrece panoramas de investigación y pensamiento en una variedad de tópicos, incluyendo la educación y alfabetización de adultos.

Base de datos nacionales de alfabetización adulta de Canadá. Fuentes, artículos vínculos, etc.

Centro Nacional de Alfabetización Adulta. Información, vínculos.

El Centro Nacional para el Estudio del Aprendizaje y Alfabetización Adulta. Una investigación nacional sobre alfabetización adulta y su centro en Harvard. El sitio incluye informes de investigación, copias de publicaciones y vínculos a otros sitios de educación de adultos.

Página de inicio de Educación Informal. Incluye páginas sobre un número de pensadores en la historia de la educación adulta, incluyendo a John Dewey, Paulo Freire, Malcolm Knowles, Eduard Lindeman, y otros.

Recursos impresos

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Knowles, M. (ed.) (1984). Andragogy in Action. San Francisco: Jossey-Bass, 

Knowles, M.  (ed.) (1970). The Modern Practice of Adult Education: Pedagogy vs. Andragogy. New York, NY: Association Press.

Kozol, J. (1988). Illiterate America. New York: New American Library.

Lindeman, C.E. (1926).  The Meaning of Adult Education. New York, NY: New Republic.

Merriam, S. & Caffarella.R. (1991).  Learning in Adulthood: A Comprehensive Guide. San Francisco: Jossey-Bass.

Mezirow, J. (1991). Transformative Dimensions of Adult Learning. San Francisco: Jossey -Bass.

National Adult Literacy Survey. Adult Literacy in America: A First Look at the Results of the National Adult Literacy Survey (NALS). Sept., 1993.

Walsh, C. (ed.) (1991). Literacy as Praxis: Culture, Language, and Pedagogy. Norwood, NJ: Ablex Publishing Corp.