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Sección 8. Crear lugares apropiados para la interacción

  • ¿Qué es un lugar apropiado para la interacción?

  • ¿Por qué crear lugares apropiados para la interacción?

  • ¿Cuándo crear lugares apropiados para la interacción?

  • ¿Quién debe crear lugares apropiados para la interacción?

  • ¿Cómo crear lugares apropiado para la interacción?

Hasta hace muy poco, la mayoría de las personas crecía, vivía y moría dentro de un rango de 16 ó 32 Km. del lugar en el que nacieron. Para estas personas, sus comunidades representaban lo que siempre habían conocido: familias y vecinos, lugares familiares, un ritmo diario, sistemas y costumbres sociales que comprendían, trabajo que habían hecho desde la niñez, etc. Actualmente, debido a la emigración y a una mayor movilidad social y física, muchas personas se encuentran en lugares lejanos a sus hogares natales, viviendo en comunidades que no están definidas por una relación, conocimiento y cultura común, sino por la geografía o la economía. Lejos de conocer a sus vecinos desde la niñez, no saben siquiera quiénes son sus vecinos.

“Comunidad” deriva del término en latín communis, cuyo significado es común. Se entendía por comunidad a un grupo de personas que se conocían unas a otras y compartían supuestos culturales, intereses, inquietudes y objetivos comunes, principalmente porque vivían cerca y siempre lo habían hecho. Hoy en día, para crear una comunidad, ya sea en una zona rural, un pequeño pueblo o una gran ciudad, es a menudo necesario reunir a las personas para que se conozcan entre sí, aprendan acerca de las culturas de cada una y desarrollen intereses, inquietudes y objetivos comunes. Aun así, particularmente en grandes ciudades, las personas viven ya sea en aislamiento o rodeadas únicamente de personas que comparten un idioma, una cultura o creencias similares. ¿Cómo construir comunidades que confíen, apoyen y puedan reflejar y adoptar la diversidad de entornos, orígenes étnicos, razas y culturas que conforman gran parte de la sociedad actual?

Esto puede ser un problema tanto para las comunidades integradas por personas con entornos y experiencias similares como para aquellas que son más diversas. El aislamiento de la vida en una gran ciudad, en la que muchos residentes provienen de otros lugares, puede ir en contra de la construcción de la comunidad.

Esta sección aborda la construcción de una comunidad derribando las barreras físicas y psicológicas que las personas y los municipios instalan, a menudo sin intención, para separar a unas personas (en particular, aunque no siempre, personas que pasan circunstancias diferentes) de otras.

Al crear espacios en los que todos los miembros de la comunidad pueden relacionarse en forma natural y conocerse como seres humanos, las comunidades pueden convertirse en comunidades en el verdadero sentido de la palabra: lugares en donde las personas no sólo viven juntas, sino que se preocupan por los demás y comparten anhelos comunes para sí y para sus hijos.

¿Qué es un lugar apropiado para la interacción?

La interacción social es el contacto significativo que las personas tienen entre sí. La palabra “significativo” es una palabra importante en este contexto, ya que implica un intercambio que incluye una comunicación real, aunque sea por un momento, y que hace que cada una de las partes sienta que ha compartido algo con otro ser humano. Los buenos lugares para la interacción son lugares en los que las personas (por lo general provenientes de muchas partes de la comunidad y/o de entornos diversos) se encuentran naturalmente e interactúan en forma amena y agradable debido a la naturaleza o atracción del lugar y/o de las actividades asociadas a él.  

Existen diferentes tipos de espacios, tanto públicos como privados, rurales y urbanos, que pueden ser buenos lugares para la interacción. Algunos de los más comunes son:

  • Plazas y parques. En muchas partes del mundo –en el Mediterráneo y en Latinoamérica, tan solo por mencionar dos ejemplos– la plaza central sirve como punto de reunión para la población.  En Grecia, por ejemplo, las familias dan sus paseos nocturnos alrededor de la plaza o por el malecón, intercambiando saludos, parando a conversar o a compartir un helado u otros alimentos.

Las plazas importantes en ciudades de todo el mundo, así como en comunidades más pequeñas, normalmente  sirven como centro de actividad municipal y como lugares de encuentro para los vecinos.  Las plazas y parques equivalen al ágora en la antigua Atenas o al foro romano, donde los ciudadanos se reunían para hacer negocios, involucrarse en política y socializar.

  • Edificios públicos y sus alrededores. En muchos países, en especial en las democracias de Europa y América del Norte, las escalinatas y los alrededores de muchos edificios públicos –y a veces los edificios mismos– sirven como sitios para campañas, discursos y ceremonias. Desde momentos históricos decisivos (Martin Luther King, Jr. (el famoso activista de los derechos civiles en EE.UU) dio su discurso “Tengo un Sueño” desde las escalinatas del monumento a Lincoln en Washington, D.C.), hasta actuaciones locales, los eventos llevan a los ciudadanos de todos los estratos sociales a reunirse y entremezclarse en sus edificios públicos.
  • Calles peatonales. Muchas ciudades –Copenhague es un buen ejemplo– tienen calles cerradas al tráfico vehicular, ya sea temporal o permanentemente.  Estas calles peatonales –a menudo repletas de tiendas que se benefician por el flujo de peatones que pasean frente a sus puertas– permiten que las personas se codeen con otros de la comunidad, se detengan a conversar sin el ruido y otras distracciones que provoca el tráfico. Con frecuencia albergan a artistas callejeros, cafeterías al aire libre, festivales y otras situaciones que promueven la interacción.
  • Calles y bulevares.  Las calles con amplias aceras, copas de árboles que separan esas aceras del tráfico, vistas espectaculares, muchos lugares donde comprar y comer y paisajes urbanos interesantes se convierten en salas de estar al aire libre, destinos en sí donde es divertido simplemente deambular o caminar, mirar escaparates y mezclarse entre la multitud. Los Campos Elíseos en París es uno de los mejores ejemplos: con sus palacios y jardines en un extremo, el Arco del Triunfo en el otro y sus amplias aceras arboladas con innumerables tiendas y cafeterías interesantes, son una invitación al paseo y a la conversación.

En el caso de todos los lugares ya mencionados y muchos de los que se mencionan a continuación, la presencia de cafeterías, bares y restaurantes puede ser un factor principal en la creación de buenos espacios para la interacción. Comer y tomar un trago en compañía siempre ha sido una actividad de formación de comunidades. Es por ello que los días festivos en muchas culturas incluyen alguna comida tradicional, y la razón por la que los eventos importantes generalmente se celebran con un festín o banquete. Las cafeterías y restaurantes brindan tanto el espacio como la excusa para que la gente se interrelacione.

  • Puentes. Puede parecer extraño incluir aquí lugares que sólo sirven para cruzar una extensión de agua, un cañón o una carretera. Ésa es su función, sin embargo, se puede hacer que los puentes sean buenos lugares para la interacción. Muchos de ellos tienen vistas espectaculares (pensemos en el Golden Gate Bridge en San Francisco) o soportan gran parte del tráfico entre áreas importantes de la comunidad. Cuando se dan oportunidades para la interacción en estos puentes, pueden de hecho convertirse incluso en mucho más de lo que normalmente son.

Dos ejemplos:

El Puente de Brooklyn en la Ciudad de Nueva York, un punto de referencia histórico y de ingeniería, tiene una senda peatonal y un sendero para bicicletas sobre los carriles para el tráfico. Los turistas y residentes por igual caminan por el puente debido a sus vistas, la experiencia o simplemente para cruzar de un lado del Río Este al otro. En dos puntos del puente, el sendero se hace más ancho y ahí hay placas con datos históricos y miradores en los que las personas suelen congregarse y mezclarse.

El Puente Carlos en Praga, con sus 750 años de antigüedad, se extiende sobre el Río Vltava entre la ciudad antigua y el distrito de los castillos. A lo largo de la conexión principal entre las dos orillas del río hay estatuas del siglo XVII y artistas, mimos y músicos, vendedores ambulantes de recuerdos y personajes extraños que ofrecen tratos dudosos. Además de ofrecer una de las vistas más románticas de la ciudad, el puente es un centro de actividad; siempre pasa algo interesante, y las conversaciones entre extraños y conocidos son constantes.

  • Mercados. Verdaderos mercados (una plaza, una calle o un vecindario entero de carretillas, puestos temporales y escaparates ocasionales que ofrecen una variedad de alimentos frescos, vestimenta y otros artículos) aún existen en muchas comunidades en todo el mundo. El mercado (un lugar de encuentro durante miles de años, probablemente desde antes que las ciudades existieran) pueden ser un buen lugar original para la interacción.

A pesar de que los mercados al aire libre y los distritos comerciales son más comunes en los países en vías de desarrollo, los mercados rurales y urbanos (el Campo dei Fiori en Roma, Pike Place Market en Seattle, Reading Terminal, un mercado cubierto en Filadelfia) aún existen y crean el ambiente y las oportunidades para la interacción entre compradores, y entre compradores y vendedores.

  • Transporte público. Un buen transporte público puede fomentar la interacción en muchas formas. Es utilizado por pasajeros de toda clase y el hecho de compartir el asiento suele resultar en conversaciones entre extraños, especialmente cuando hay demoras. Tanto el transporte en sí como las áreas de espera pueden incentivar el contacto con otros (cortos o películas, carteleras que hacen reflexionar, juegos interactivos, etc.). Más aún, muchas estaciones de tren subterráneo y paradas de autobús tienen otras atracciones (lugares para comer, kioscos de diarios y revistas, artistas) que invitan a quedarse un rato en vez de salir de prisa al llegar.
  • Parques. Los parques urbanos pueden variar desde el Fairmount Park en Filadelfia, de alrededor de 3.723 hectáreas, hasta un parque miniatura de media hectárea o menos, situado en una intersección o en un recoveco entre las alas de un edificio. Además de brindar un espacio verde tranquilo en medio del concreto y el tráfico, un parque urbano puede servir como un foco vecinal con juegos para niños, mesas para picnic y parrillas, campos de deportes y otras instalaciones que reúnen a adultos y niños de todos los rincones del área.

Los patios de juegos son áreas particularmente propicias para la interacción, en los que los padres tienen un tema predeterminado para la conversación –sus hijos– y una amplia experiencia compartida. Es más, es probable que los mismos padres se encuentren en el mismo parque a menudo y así tengan la oportunidad de desarrollar relaciones verdaderas.

Otro factor en la interacción del parque es el papel que juegan los perros. En la mayoría de las sociedades occidentales, en las que los perros son paseados con frecuencia, es probable que sus dueños, al igual que los padres de niños pequeños, se encuentren a menudo debido a la necesidad del perro de conocer y socializar con otros perros. Los parques que incluyen un área para perros (fundamentalmente los parques para perros) reúnen a los mismos dueños regularmente y pueden además causar la formación de relaciones verdaderas. Tener un perro es tan propicio a la interacción que en algunas grandes ciudades –Nueva York, por ejemplo– hay agencias de alquiler de perros para las personas que desean conocer a alguien.

Los parques nacionales y estatales son también lugares donde ocurre una interacción significativa. Tanto en los caminos de montaña (ver más adelante) como en varias atracciones –cataratas, géiseres, puntos panorámicos– las personas se sienten más cómodas contactándose con otros que lo que pudieran sentirse en otros lugares. El hecho de que todos estén allí con un objetivo común –ver las maravillas del parque– facilita la conversación y crea un sentido de experiencia compartida que rompe las barreras sociales.

  • Senderos para bicicletas y caminatas. Una amplia variedad de personas utilizan estos senderos, desde aquellos seriamente comprometidos con el deporte hasta aquellos que simplemente salen a caminar o a pedalear por diversión. Es común saludar a otros en el camino, así como lo son, en el inicio y el fin del sendero o en lugares en los que comúnmente la gente se detiene a descansar, las conversaciones entre extraños.

Los caminos de montaña de larga distancia pueden ser algunos de los lugares más sociables del planeta. El Sendero de los Apalaches, que atraviesa la cadena montañosa de los Apalaches en Estados Unidos, desde el estado de Georgia hasta Maine, ha sido descrito como una ciudad de 2 metros de ancho y 4.000 Km. de largo. Los refugios que albergan a diez o doce personas son lugares de encuentro comunes en los que excursionistas solos o parejas se encuentran con otros. Los “ángeles del sendero” –personas que ascienden al sendero por un día para llevar comida y bebida a excursionistas de paso– se suman a la mezcla, así como lo hacen los excursionistas de corta distancia. Se forjan amistades, se intercambian opiniones –y direcciones– y se forma una comunidad a lo largo de un cordón de 2 metros de ancho, habitado en un parque natural.

  • Teatros, estadios deportivos, bibliotecas, museos y otros lugares donde las personas se reúnen por entretenimiento o diversión. Las actividades que se desarrollan en estos lugares atraen a grupos diversos de personas y los invitan a compartir y comentar sus experiencias.
  • Escuelas. Pueden ser lugares en los que los niños y jóvenes de diferentes culturas choquen o en los que esos mismos niños desarrollen amistades para toda la vida y aprendan a apreciar las diferencias de sus amigos.  Nunca es demasiado pronto para alentar a los niños a hacer amigos de razas, etnias, clases sociales y culturas diferentes o para resaltar la humanidad común que todos compartimos.  Si existe un esfuerzo por parte de los educadores para respetar a cada niño por lo que es y para crear un ambiente cálido y con un propósito común, las escuelas pueden ser los mejores lugares para la interacción. Es más, al incluir a personas de la comunidad como recursos educativos y enviar a los alumnos a hacer servicios comunitarios, las escuelas pueden fomentar también la interacción intergeneracional.

Esto fue algo que ambas partes de la discusión sobre segregación conocían y el motivo por el que la en EE.UU. la Corte Suprema tomó la decisión de terminar con la segregación en las escuelas (escuelas distintas para alumnos negros y blancos). Los integracionistas esperaban, y los segregacionistas temían, que si los niños negros y blancos iban a la misma escuela podrían olvidar sus diferencias, hacerse amigos y crear una sociedad multirracial. Si bien el resultado no fue tanto hasta el momento, no hay dudas de que, particularmente en el sur del país, el clima de las relaciones raciales ha cambiado drásticamente, al menos en parte debido al hecho de que muchos ciudadanos negros y blancos llegaron a conocerse –y a respetarse– mutuamente en la escuela.

  • Universidades y campus universitarios. Por lo general están abiertos al público y a menudo tiene obras de arte, cantidades de árboles antiguos y edificios de interés arquitectónico. Pueden ser sede de conciertos, proyección de películas clásicas, conferencias y otros eventos culturales, y a menudo son lugares agradables para sentarse y disfrutar de los alrededores.

Se debe aclarar algo acerca de los centros comerciales, ya que representan uno de los tipos más usuales de espacio urbano y suburbano. Algunas personas los consideran lugares principales para la interacción, otros en cambio los ven como desalmados e impersonales. La verdad es que pueden ser ambas cosas. Muchos, tal vez la mayoría, son de hecho ambientes artificiales y estériles que llevan a poco además de gastar dinero que es, después de todo, el propósito de su existencia. Otros son alegres, lugares excitantes que sirven para atraer a grupos diversos.

El Faneuil Hall Marketplace en Boston y el River Market en Little Rock, Arkansas, son ejemplos de emprendimientos que en esencia son centros comerciales, pero funcionan como lugares de encuentro y centros de actividades. Ambos tienen una variedad de tiendas estrafalarias e interesantes, cantidades de locales de comidas y restaurantes de todo tipo, espacios para actuaciones y reuniones públicas o privadas y acceso a parques, senderos y otras atracciones.

Algunos funcionan también como lugares para caminar en el caso de los ancianos, espacios cubiertos agradables en climas en los que tales espacios son realmente necesarios y lugares seguros de encuentro para adolescentes y preadolescentes. Cuando, como en el caso de Faneuil Hall y River Market, se ubican en lugares de fácil acceso (al contrario de algunos centros comerciales a los que sólo se puede llegar en automóvil, están rodeados de enormes estacionamientos de asfalto y contribuyen a la expansión que devora a los espacios abiertos), los centros comerciales pueden ser designados –y pueden ser– espacios apropiados para la interacción.

Incluso los “buenos" centros comerciales pueden causar discusiones acerca de si son en verdad un avance con respecto a lo que existía con anterioridad. Faneuil Hall era el antiguo mercado de alimentos mayorista de Boston, un lugar alegre y animado donde podía verse a un carnicero manchado de sangre llevando una media res al lado de un coche Mercedes Benz. El nuevo centro comercial está repleto de turistas y ciudadanos locales, y el antiguo mercado funciona únicamente en los laterales, dentro de un espacio más pequeño y un horario reducido respecto al pasado. Muchos emprendimientos comerciales similares apuntan principalmente a una clientela exclusiva, dejando afuera a los residentes de menores ingresos. El hecho de si un centro comercial determinado es realmente un buen lugar para la interacción o no es generalmente en gran parte una cuestión de opinión y depende de la perspectiva del observador.

Los lugares apropiados para la interacción son espacios que hacen que personas de áreas y entornos diferentes deseen estar allí.  Para que ello ocurra, estos espacios necesitan reunir cuatro características básicas:

  • Debe haber un motivo para que las personas vayan.
  • Debe haber un motivo para que las personas deseen quedarse.
  • Las personas deben sentirse seguras y cómodas allí.
  • El espacio debe ser acogedor y accesible para todos.

Analizaremos estas características en profundidad en la parte "Cómo hacerlo" de esta sección.

¿Por qué crear lugares apropiados para la interacción?

  • Pueden ayudar a desarrollar un sentimiento de orgullo y pertenencia por la comunidad. Especialmente si  han trabajado juntas para construir y mejorar los espacios en los que puedan reunirse, las personas que los frecuentan pueden comenzar a verlos como centros de su comunidad y sentir que pertenecen a ellos.
  • Pueden ayudar a construir un verdadero sentimiento de comunidad entre personas de orígenes, entornos y puntos de vista diferentes. Al conocerse mutuamente, las personas con diferentes historias e ideas pueden establecer relaciones y comenzar a valorar sus diferencias así como sus similitudes.
  • Pueden expandir los horizontes de los niños a través de interacciones con personas que tienen diferentes ideas y expectativas. A través del contacto con amigos con diferentes visiones del mundo, los niños pueden ampliar sus propios horizontes y darse cuenta de que hay varias maneras de ver y experimentar la vida, así como diferentes caminos que pueden tomar.  Esta interacción puede además aumentar el número de modelos adultos positivos en la vida de los niños.
  • Pueden hacer de la comunidad un lugar más placentero para vivir, ya que más personas tienen contacto entre sí. Si alguna vez hemos vivido en un vecindario o pueblo pequeño en el que la mayoría de las personas se conocen y donde constantemente nos saludan cuando caminamos, sabemos lo agradable que es. Esto crea un sentimiento de comunidad y nos hace sentir que ése es nuestro lugar y ésa, nuestra gente.
  • Pueden aumentar el placer general de la vida comunitaria. Compartir comidas, tradiciones, juegos, festivales y festejos familiares –ya sea con personas de diferentes culturas o con vecinos de entornos similares– simplemente hace que la vida sea más divertida. La oportunidad para una charla relajada con viejos amigos o recién conocidos, un lugar donde sentarse al sol en invierno o a la sombra en el verano, un festival vecinal; todo esto enriquece nuestras vidas.
  • Pueden aumentar la seguridad. Cuando las personas en el vecindario se conocen porque se reúnen regularmente, es más probable que también se preocupen por los demás. Esto significa miradas atentas en las calles, un sentimiento de pertenencia del vecindario y menos tolerancia tanto al delito como a las situaciones de inseguridad (exceso de velocidad en áreas residenciales, aceras rotas en las que los ancianos podrían tropezar, alcantarillas abiertas, etc.).
  • Pueden mejorar la habitabilidad de los vecindarios.  Los lugares apropiados para la interacción son también buenos lugares para estar. Por lo general son placenteros, cercanos o están conectados con los servicios y tiendas y llenos de amigos o amigos potenciales. Esto en sí mejora la habitabilidad del vecindario, pero además estos espacios nutren el tipo de solidaridad vecinal y buenos sentimientos que llevan a las limpiezas vecinales, a la recuperación de las calles en manos de narcotraficantes y pandillas y a abogar por mejoras en los servicios.
  • Pueden promover el entendimiento de otras culturas y de la raza humana. Cuando las personas se conocen, comprenden mejor que todos somos humanos, con esencialmente las mismas ilusiones y temores, aunque se pueden expresar de diferentes maneras y nuestros intentos de abordarlos pueden ser distintos. Las diferencias culturales, en la mayoría de los casos, se vuelven interesantes en vez de amenazantes a medida que las personas se sienten más cómodas y son más amigables con los demás. Compartir comidas, tradiciones y celebraciones ayuda a romper las barreras que se interponen a la apreciación de la diversidad.
  • Pueden brindar un foro para el intercambio de ideas. Cuanto más gente interactúe y particularmente cuanto más participe en actividades conjuntas entretenidas o de fondo –ayudar a construir un patio de juegos en un parque del vecindario, participar en una celebración comunitaria–, más se conocerán y más comenzarán a comprender que sus objetivos son similares, aun cuando sus ideas acerca de cómo lograrlos puedan ser diferentes. Esta comprensión lleva al respeto mutuo,  a abrir la mente de las personas –aunque no necesariamente a un acuerdo– y fortalece a la comunidad en general.
  • Pueden aumentar la igualdad. Al promover que personas de diferentes niveles económicos se mezclen y desarrollen relaciones, los espacios de interacción en una comunidad pueden brindar a personas de bajos ingresos algunas de las oportunidades de las redes sociales que las personas en mejores situaciones económicas dan por sentado. El resultado final, en algunos casos, puede ser un vecindario o una comunidad con un frente unido en una lucha por una mayor igualdad. Además, puede llevar a oportunidades de empleo y otras posibilidades que permitan que personas de bajos ingresos cambien sus vidas.
  • Pueden aumentar el capital social, particularmente el capital social de puente. El capital social es la suma del beneficio que las personas construyen de su red de relaciones. Según Robert Putman, en Jugar boliche solo (Nueva York: Simon and Schuster, 2000), existen dos clases. El capital social de unión es la ventaja que obtienen las personas de las relaciones con aquellos que son esencialmente similares a ellas. El capital social de puente es el que se obtiene de las relaciones con personas que son bastante diferentes, ya sea en relación a la cultura, raza u origen étnico, nivel económico, filosofía política o todo esto y más.

Todo el capital social proviene de la construcción de redes de conocidos y amigos a través de reunirse y conocer a otros. La oportunidad de lograrlo puede originarse en transacciones comerciales que se repiten, eventos vecinales o simplemente conocer gente en la calle día a día, en el vecindario. Los buenos lugares para la interacción, si atraen a personas de muchas áreas y/o entornos diferentes, pueden aumentar las posibilidades de construir el capital social de puente, lo que constituye una parte importante de la unión entre comunidades y sociedades.

El capital social se parece en algo al capital económico. Es la “moneda” social disponible para que gastemos como resultado de nuestras relaciones. Se manifiesta como la disposición de nuestros vecinos a cuidarnos al perro mientras estamos ausentes o a prestarnos su camioneta para traer a casa el sofá que compramos en el mercado. El capital social crece para ambas partes en casi toda interacción y con cada nueva persona que se agrega a una red. Unirse a una organización o grupo a menudo lo aumenta considerablemente, tanto porque el hecho de ser miembro puede implicar ciertos tipos de obligaciones que los miembros tienen para sí, como porque incrementa las interacciones sociales y la familiaridad con otras personas, en consecuencia, creando una red más fuerte.

El capital social, como el financiero, fluye en ambas direcciones. Continuamos obteniéndolo a través de varios tipos de interacciones positivas, entre ellas reconocer y cumplir con nuestras obligaciones hacia otras personas de la red (ayudar a los amigos a mudarse a un nuevo departamento o cuidar a su perro). A veces lo utilizamos cuando ni siquiera sabemos que lo tenemos –ese vecino al que nunca le decimos más que “hola”, puede vigilar nuestra casa cuando estamos de vacaciones simplemente porque somos vecinos y parecemos buenas personas.

  • Pueden aumentar las posibilidades de acción comunitaria conjunta y cambio social. La construcción de un sentimiento de comunidad puede además formar un sentido de propósito común. Es mucho más fácil movilizar a la comunidad para trabajar por el cambio cuando existe entre sus miembros un sentimiento de fraternidad y respeto mutuo.

La acción comunitaria depende de una interacción anterior. Si las personas no tienen una relación anterior, será mucho más difícil decidirse a actuar juntas por una causa común. En la vida comunitaria, existe una cadena de evolución, la cual va de Ver a Conocer a Hablar a Confiar a Actuar; y la etapa “hablar”, o la interacción, es el nexo básico en esa cadena.

¿Cuándo crear lugares apropiados para la interacción?

Crear espacios apropiados para la interacción siempre debería tenerse en mente. El momento es  especialmente oportuno es cuando hay una pequeña puerta de entrada–cuando surge la oportunidad de crear un nuevo espacio interior o exterior, o de cambiar uno ya existente para hacerlo más interactivo. A veces se puede hallar esta puerta a través de la acción ciudadana, abogando o planteando una sugerencia en el lugar indicado en el momento oportuno; otras veces simplemente se presenta la ocasión. Algunas de dichas ocasiones son:

  • Cuando el vecindario o la comunidad participa en el proceso de planificación. Plantear la cuestión del espacio interactivo en asambleas públicas, frente a los propietarios interesados en el desarrollo de sus lotes, propietarios de espacios adyacentes a parques públicos, planificadores, etc. puede llevar a su inclusión en el plan definitivo.
  • Cuando hay una iniciativa de desarrollo económico. Esta iniciativa puede incluir un proyecto para usos múltiples que proporcione calles arboladas con establecimientos variados y atractivos, pequeños parques con bancos que inviten a los empleados de oficinas y otras personas a almorzar allí o simplemente a relajarse cuando el clima es bueno o (en lugares en los que el clima no es tan agradable la mayor parte del año) espacios cubiertos o subterráneos que cumplan la misma función.

La ciudad de Montreal, Canadá, que suele ser extremadamente fría por varios meses al año, tiene una red de calles subterráneas bien iluminadas y llenas de tiendas, restaurantes y acceso a edificios, en todo el centro. Estos pasajes, libres de tráfico vehicular, al amparo del clima y accesibles desde numerosos edificios y desde la calle son utilizados a diario por medio millón de personas.

  • Cuando se pone en marcha un nuevo proyecto residencial o comercial o un gran edificio. Éste es un buen momento para discutir tanto con el urbanista como con los funcionarios que otorgan los permisos acerca de la inclusión de un espacio interactivo, interior, exterior o ambos. Se puede abordar como una compensación al vecindario por las molestias ocasionadas por la construcción; un intercambio por excepciones zonales; un cambio de zonificación que podría demandar la inclusión de un espacio interactivo en toda construcción de un determinado tamaño; o como una opción que podría ser fomentada a través de los incentivos tributarios.

Como con todo, se debe ser cauteloso con lo que se desea. Existen muchas tristes historias de rascacielos en Nueva York y otros lugares en los que sus planificadores construyeron la plaza pública obligatoria fuera del edificio, pero sin prestar atención a las características para la interacción. El resultado, por lo general, es que se convirtieron en espacios baldíos azotados por el viento en los que la interacción principal es la que llevan a cabo narcotraficantes y mendigos.

  • Cuando un importante proyecto municipal está en proceso. Ya sea la construcción o el arreglo de una calle o puente, nuevas aceras, un edificio público o la remodelación completa de una plaza o parque urbano, se puede abogar por un diseño que incluya o incorpore espacios que fomenten la interacción.
  • Cuando un lugar de reunión vecinal o comunitario está, o corre peligro de estar, en deterioro o está plagado de pandillas, narcotraficantes u otras personas que lo convierten en un lugar desagradable y peligroso para el uso de la comunidad. El ejemplo para esta sección se relaciona con cómo un grupo diverso de residentes en Toronto revitalizó un parque en un vecindario de clase media y lo convirtieron en un centro de actividades que atrae a vecinos de todos los entornos y los une en un esfuerzo conjunto para mantenerlo.
  • Cuando se proponen barreras para la interacción. Los gobiernos de las ciudades algunas veces pueden proponer calzadas o vías que dividen los vecindarios o permitir proyectos que bloquean conexiones naturales entre áreas de la comunidad. Cuando esto ocurre, abogar es necesario, ya sea para detener o trasladar el proyecto o para incluir en él maneras de suavizar o eliminar sus efectos negativos sobre la interacción comunitaria.
  • Cuando un buen lugar existente para la interacción se ve amenazado. Los recortes presupuestarios estatales o locales pueden amenazar con el cierre de un parque o un centro comunitario.  Un nuevo propietario puede decidir que el acceso público a una plaza o al vestíbulo de un edificio de oficinas que funciona también como galería de arte causa demasiado desgaste a éstos.  Los espacios en los que las personas se reúnen pueden ser amenazados por numerosas razones y puede tomarle bastante trabajo a la comunidad revertir la situación.
  • Cuando existe tensión entre diferentes grupos que comparten un área o viven en áreas aledañas. En este punto no nos referimos tanto a pandillas, sino a grupos o culturas que desconfían o sospechan unos de otros.  Los grupos de inmigrantes pueden sentir –tal vez con razón– que sus vecinos nativos los miran con desprecio o los mal entienden. Los grupos nativos pueden preocuparse de que los inmigrantes les quiten trabajo o simplemente ignorar y no fiarse de costumbres e idiomas que no les son familiares. Si existen lugares en los que los miembros de estos grupos pueden conocerse mutuamente y aprender acerca de los puntos de vista, las costumbres y los orígenes del otro, hay muchas más probabilidades para lograr la comprensión y la armonía.

Desafortunadamente, no ocurre lo mismo cuando se trata de un conflicto violento real. No es muy probable que pandillas rivales, por ejemplo, olviden sus diferencias gracias a un centro comunitario o a un campo de deportes accesible para ambos territorios. A veces la tensión racial se puede aliviar brindando oportunidades para que las partes se mezclen; la violencia racial no responde tan bien a este enfoque, en cambio puede, de hecho, agravarse gracias a él. Es necesario evaluar la situación cuidadosamente cuando se analice quién interactuará con quién en un determinado lugar.

¿Quién debe participar en la creación de un buen lugar para la interacción?

El verdadero interrogante aquí es "¿quién tiene un interés en tener disponibles lugares apropiados para la interacción?” La respuesta más importante a ese interrogante es “las personas que harán uso de él”. Siempre que sea posible los espacios deben ser escogidos y planeados a través de un proceso de participación, de manera que las personas que los utilicen sean parte del diseño de las características que desean. Para las familias jóvenes, los lugares seguros y divertidos para niños o las actividades orientadas a la familia pueden ser importantes. Para los adolescentes, lo importante pueden ser los establecimientos deportivos o lugares de entretenimiento o la disponibilidad de comida y bebida. Para la gente mayor, tener varios lugares donde sentarse puede ser la prioridad. Para otros, puede ser que haya cosas interesantes para hacer o el aspecto del lugar. La mejor forma de diseñar un lugar que se ajuste a las necesidades de los usuarios es que ellos participen.

Existen otras personas que también pueden tener un interés en crear espacios donde se lleve a cabo la interacción. Éstas son:

  • Funcionarios locales. Los espacios apropiados para la interacción mejoran la calidad de vida de la comunidad, un objetivo que la mayoría de los funcionarios locales comparten y que probablemente también mejore el clima económico.
  • Planificadores, arquitectos y diseñadores. Las personas cuya profesión implica el diseño de espacios están capacitadas para pensar en cómo se utilizan esos espacios.  La interacción es un objetivo en la mayoría de las corrientes de pensamiento acerca de las comunidades, muchas de las cuales buscan combinar las características interactivas naturales de las pequeñas ciudades y pueblos de antaño con el conocimiento moderno de cómo se utilizan los espacios y cómo se pueden eliminar las barreras psicológicas, así como físicas, y se pueden crear lugares acogedores.  Para los profesionales, la creación de buenos lugares para la interacción es tanto un desafío interesante como una manera de hacer bien su trabajo.
  • Urbanistas. Un urbanista puede aumentar el atractivo de la propiedad incorporando espacios que las personas deseen usar. Asimismo, puede beneficiarse con los incentivos fiscales a cambio de brindar esos espacios.
  • Líderes en la comunidad y formadores de opinión. Estas personas –miembros respetados de la comunidad, el clero, funcionarios de organizaciones comunitarias, etc. – por lo general se preocupan de la construcción de la comunidad y comprenden, o pueden llegar a comprender, el potencial de construcción comunitaria de los espacios que reúnen a las personas.
  • La comunidad empresarial. Los buenos lugares para la interacción a menudo incluyen comercios y esos lugares son siempre buenos para hacer negocios.Cuantos más de esos lugares existan en la comunidad, mejores serán las posibilidades de hacer negocios.
  • La policía y el sistema judicial. Los buenos lugares de encuentro bien utilizados y muy concurridos hacen a una comunidad más segura y reducen el índice general de delitos ya que disminuyen la oportunidad de delinquir, en particular los crímenes violentos. En consecuencia, facilitan y hacen menos peligrosa la labor de la policía y alivian la carga de los tribunales.
  • Activistas y organizaciones comunitarias. En su mayoría, la edificación comunitaria es el objetivo de estas personas y grupos, y promover los espacios interactivos es un paso natural hacia el fortalecimiento de los lazos comunitarios.

¿Cómo crear lugares apropiados para la interacción?

Existen cuatro aspectos para la creación de buenos lugares para la interacción:

  1. Diseño: ¿Cómo debe verse, sentirse y qué debe contener un espacio para ser un lugar propicio para la interacción?
  2. Incentivos y reglamentaciones: ¿Cómo convencer a los urbanistas, constructores y empresarios de incluir espacios propicios para la interacción en sus proyectos?
  3. Acción comunitaria: ¿Cómo pueden los mismos miembros de la comunidad planificar y crear un buen espacio para la interacción?
  4. Abogacía:  ¿Cómo convencer al gobierno local y a otros gobiernos de prestar atención a y fomentar el desarrollo de lugares propicios para la interacción, de incluirlos en sus propios proyectos y de requerir –o al menos apoyar– la inclusión de tales espacios en los proyectos privados?

Como explicaremos más adelante, las cuatro características de los lugares apropiados para la interacción –brindar motivos para que la gente vaya; brindar motivos para que la gente se quede; en los que se sientan seguros y cómodos: ser acogedores y accesibles– dependen en gran medida del diseño. Es importante comprender, no obstante, que el diseño de espacios públicos es con frecuencia, si no siempre, una cuestión política. Los incentivos y las reglamentaciones son las herramientas a través de las cuales se puede implementar una política favorable para los buenos espacios públicos; la acción comunitaria y la abogacía –al igual que las elecciones– son maneras en las el público puede influenciar la dirección de la política en primer lugar. Pueden hacer que el diseño que propicie la interacción sea parte de la cultura ciudadana de una comunidad.

Examinaremos cada uno de estos aspectos, recordando que cada uno contribuye al objetivo final de diseñar y crear lugares comunitarios que atraigan a las personas y las haga aprovechar al máximo las oportunidades de una charla placentera y de interacción.

Diseño:

Hasta el siglo XX, las aldeas, pueblos y ciudades estaban repletos de lugares de encuentro naturales. Dependiendo del lugar y la época, la vida se concentraba alrededor del mercado, la iglesia, los tribunales, el bar, la oficina de correos, la municipalidad, la estación de trenes o el centro del pueblo o la ciudad. Las personas se sentaban en las escaleras o porches, o en la calle, observando y hablando con sus vecinos y con cualquiera que pasara por allí.  La forma principal de comunicación con otros era directamente: debía haber lugares en la comunidad en los que los ciudadanos pudieran reunirse o no sabrían lo que sucedía en la comunidad, no podrían comprar todo lo que necesitaban o encontrar compañía o diversión.

Con la llegada del teléfono, la radio y la TV, y, finalmente, las computadoras, todo cambió. Ya no fue necesario encontrarse físicamente para comunicarse o encontrar entretenimiento. En el mundo desarrollado, el carnicero, el panadero y el tendero se consolidaron y se convirtieron en el supermercado.  Muchos de los espacios de reunión naturales desaparecieron bajo los rascacielos, centros comerciales y las oficinas de grandes empresas.

Uno de los desafíos del siglo XXI en la construcción comunitaria es incorporar lugares de reunión naturales –lugares propicios para la interacción– en el diseño de todo, desde ciudades mismas hasta conjuntos residenciales para ancianos. Si una comunidad participa realmente en la planificación –algo que se puede dar por sentado (y si en verdad lleva a cabo el plan que idea, haciendo los cambios que satisfagan las necesidades de los ciudadanos –que tampoco puede darse por sentado), puede trabajar con urbanistas, arquitectos y otros para crear espacios que reúnan a las personas en vez de separarlas.

Como ya hemos explicado, las características de los buenos espacios para la interacción son brindar motivos para que la gente vaya; motivos para quedarse una vez que están allí; que brinden seguridad y que sean acogedores y de fácil acceso para todos. Todas estas características dependen, en mayor o menor medida, del diseño.

Los lugares propicios para la interacción brindan motivos para que la gente vaya.

Esos motivos pueden ser por una necesidad –lugares de interconexión del transporte público, áreas comerciales, lugares de trabajo– o por preferencia –parques de diversiones, distritos de cafeterías, parques, museos, plazas públicas. En otras palabras, las personas van allí porque hay algo que deben o quieren hacer. La actividad puede ser sencilla, como sentarse a tomar sol o puede incluir comprar, cenar y ver una película u obra de teatro.

Algunas de las características o actividades que pueden atraer personas a un lugar son:

  • Cafeterías y restaurantes o vendedores de alimentos. Los establecimientos que sirven comidas y bebidas atraen personas, en especial en áreas agradables donde pueden instalar mesas afuera, en la acera o en la plaza cuando el clima es bueno.
  • Tiendas de alimentos.

Comprar alimentos puede parecer una de las actividades menos interesantes, pero no tiene porque serlo. Central Market, un supermercado en Austin, Texas, además de una enorme variedad de alimentos de todo tipo (con muchas degustaciones gratis), ofrece una cafetería con un patio a la sombra de enormes árboles y un ingenioso patio de juegos para niños, todo rodeado de un parque en el que se presentan conciertos y eventos especiales. El ambiente es tan atractivo que el supermercado es realmente un destino, en especial para familias jóvenes. Antes o después de comprar, los niños pueden comer algo que les guste, luego jugar en el patio de juegos mientras que los adultos disfrutan una copa de vino o una taza de café y una charla tranquila casi sin interrupciones.

De igual modo, los mercados de agricultores y otros mercados al aire libre pueden brindar buena parte del entretenimiento diario. La variedad de los productos disponibles; la posibilidad de conversar con los vendedores, muchos de los cuales han producido o cultivado lo que venden; la oportunidad de conversar con amigos y extraños; los alimentos frescos (ya sea preparados o de los puestos del mercado) – todo esto suma un motivo para pasar allí toda la mañana en vez de una hora.

  • Tiendas interesantes y/o la posibilidad de comprar muchos artículos diferentes en un sólo lugar.

Los escaparates o aparadores atractivos de las tiendas son importantes para la vida urbana. Hacen que el paisaje sea interesante, promueven la circulación de peatones, alegran el espacio, brindan miradas a la calle (es decir, hace que la actividad en la calle sea visible para quienes están adentro, reduciendo las oportunidades para cometer delitos y mejorando la seguridad) y generalmente crean un vecindario más activo. Cuando se las reemplaza, como ha ocurrido en muchas ciudades estadounidenses, por enormes edificios con paredes vacías, los peatones desaparecen y la calle se vuelve, en el mejor de los casos, vacía y, en el peor de los casos, peligrosa.

  • Museos, bibliotecas y edificios similares de acceso público y sus alrededores. Algunos de estos edificios tienen lugares de encuentro en ellos –patios, salones, plazas al aire libre con bancas, etc.

Muchos de estos espacios se pueden utilizar para eventos y, de esta manera, convertirse en destinos. El patio en el Museo de Bellas Artes, en Boston presenta espectáculos de músicos conocidos a nivel nacional e internacional, en las tardes de verano. El museo abre también sus galerías el primer viernes de cada mes a una reunión social.

  • Transporte. Las estaciones de subterráneo, autobús y trenes y los aeropuertos pueden estar llenos de características que promueven la interacción y que además los convierten en lugares placenteros. Ese es un aspecto importante, ya que las demoras pueden hacer que la gente deba esperar en estos lugares por largas horas.
  • Festivales y otros eventos especiales en la comunidad. Se pueden llevar a cabo en las calles cerradas al tráfico, en plazas, en parques o en varios tipos de sitios cerrados (escuelas, iglesias, edificios municipales, centros de convenciones).
  • Música. Naturalmente la gente se siente atraída por la música, de muchas maneras distintas, pero en especial por aquellas relacionadas con la cultura local. Puede haber un concierto nocturno en la plaza o en la iglesia local; una banda espontánea puede tocar informalmente al atardecer o en la noche; en comunidades más pequeñas, la gente del pueblo se puede reunir en el escenario local. En todos estos casos, el sonido de la música tiene un poder de atracción importante.
  • Artistas callejeros. En lugares tan dispares como las Ramblas en Barcelona y Harvard Square en Cambridge, Massachussets, los artistas callejeros –músicos, narradores, mimos, magos y otros– reúnen multitudes y crean un ambiente callejero emocionante.
  • Teatros, salas de conciertos y cines. Una obra o película que invita a la reflexión o un espectáculo inusual o excepcional puede comenzar una conversación en un grupo o incluso entre extraños.

Los lugares apropiados para la interacción brindan un motivo para que la gente desee quedarse allí. 

Particularmente en lugares donde la atracción es el lugar en sí, debe haber algo para mantener a la gente en el lugar. Puede desear quedarse contemplando la vista pero si no hay un lugar donde sentarse, probablemente no se quede mucho tiempo. Lo mismo ocurre en un parque pequeño o una plaza teatral. Es una de las razones por las que muchas grandes plazas conocidas en las ciudades europeas –y casi todas las plazas en Italia y España– están rodeadas de cafeterías con mesas al aire libre: por el precio de una taza de café o una copa de vino uno puede pasar toda una mañana o tarde sentado leyendo un periódico o un libro o simplemente mirando a la gente pasar y disfrutar el día.

Algunas características atractivas que pueden hacer que la gente pase tiempo en un lugar una vez que está allí son:

  • Asientos. Como ya se ha mencionado, un lugar donde sentarse es una invitación a quedarse un rato.  La mejor opción son las sillas y mesas móviles ya que otorgan la posibilidad de sentarse donde plazca, en los grupos que se elijan y frente a otros o no. Entre más cómodas estén las personas, habrá más posibilidad de que se queden.  Y entre más se sienten unas frente a otras, será más probable que inicien una conversación.

Vale la pena aclarar que al menos en algunas culturas –en París, asociada desde hace mucho con las cafeterías en la acera y en Londres, a menudo considerada la cuna de los bares– los clientes de cafeterías y bares parecen estar en disminución. El ritmo de la vida moderna es el presunto culpable; en todo caso, quienes buscan crear lugares propicios para la interacción deben examinar los posibles obstáculos para el encuentro y la interacción en un determinado lugar en la comunidad y buscar las maneras de superarlos.

  • Una mezcla de sol y sombra, si el lugar está al aire libre. El sol de otoño, invierno y primavera es atractivo pero es demasiado fuerte para muchas personas en los meses más cálidos, aunque las sombrillas o toldos pueden ser de utilidad.
  • Una mezcla de lugares abiertos y más íntimos. Ambos lugares son necesarios para estar solos o tener una conversación privada con una o dos personas más y sitios donde muchas personas puedan reunirse  Los espacios íntimos, al menos en algunas culturas, pueden ser muy importantes.
  • Comida y bebida. Una propuesta gastronómica así como un lugar donde consumirla es una forma obvia de inducir a las personas a pasar un tiempo en un lugar.
  • Vistas placenteras o espectaculares. Una pradera tranquila con vacas echadas a la sombra; jardines florecientes con edificios bellos o inusuales detrás; olas que chocan en una orilla rocosa; las torres de vidrio y acero de una ciudad moderna – las personas podrían pasar largas horas observando vistas panorámicas, agradables o espectaculares.
  • Espacio verde. Somos más propensos a desear quedarnos en un lugar en el que hay vegetación, ya sea un gran parque lleno de árboles antiguos o un pequeño jardín.  Desde la prehistoria, hemos estado condicionados a responder al verde: el follaje significa que hay agua cerca, lo que significa supervivencia –animales para cazar, frutas frescas y secas para recolectar, agua para beber.  Si bien la mayoría de nosotros ya no cazamos nuestra comida o trepamos árboles para recolectar frutas, aún preferimos estar en un lugar en el que hay verde.
  • Agua. Las corrientes de agua refrescan en verdad el aire o dan la sensación de hacerlo en climas cálidos, y su sonido tranquiliza. Como ya se ha mencionado, el agua significaba supervivencia para nuestros ancestros y aún la buscamos. Una fuente de agua natural, tal como un arroyo o lago, puede se una invitación para que hagamos una pausa en el parque; una fuente artificial puede tener el mismo efecto en un espacio más alejado o cerrado.

Los Moros –bereberes del norte de África que controlaron por siglos gran parte de lo que hoy es España– construyeron fuentes y otros artefactos con agua en los patios y jardines de sus palacios para contrarrestar los efectos del clima seco y caluroso del sur de España.

  • Tranquilidad en medio del ruido y la prisa de una ciudad. Los parques Paley y GreenAcre, a pocas cuadras del corazón de la Ciudad de Nueva York, no sólo ofrecen oasis de espacios verdes y asientos cómodos y móviles, sino cascadas artificiales que absorben el ruido de las calles en los alrededores.
  • Lugares interesantes o agradables para caminar. Sentarse en un lugar dudosamente es la única manera de utilizar un espacio. Los caminos que parecen prometer una nueva vista a la vuelta de cada esquina pueden atraer visitantes a un parque. Un  ambiente callejero interesante atrae a las personas.

Caminar puede no parecer interactivo, pero frecuentemente lo es. Muchas personas prefieren caminar acompañadas, en general absortas en serias charlas. Los padres que caminan con sus hijos no sólo interactúan como familia, sino que pueden además conocer a otras familias de esa manera –los niños pueden ser menos tímidos que los adultos para hablar con extraños en situaciones seguras. Las personas que caminan solas con frecuencia sentirán agrado al encontrarse casualmente con un amigo, vecino o conocido y tener una charla breve o simplemente saludarlos y seguir caminando. Las personas que tienen perros también, con frecuencia, hacen conocidos que están interesados en sus mascotas.

  • Una mezcla de diferentes cosas para ver y hacer. Algunos espacios están destinados a un propósito determinado –contemplar algo tranquilo, ver eventos culturales o brindar oportunidad de juego a los niños, por ejemplo. Otros espacios retienen a las personas y promueven la interacción al ofrecer una amplia variedad de actividades –tiendas, eventos, un ambiente callejero alegre, vendedores de alimentos, lugares donde sentarse y ver pasar la gente, etc.

Los lugares propicios para la interacción son seguros y cómodos. 

Las personas no usarán un espacio si se sienten amenazadas por otras que lo ocupan o si no se sienten seguras en el vecindario donde se encuentra dicho espacio. Del mismo modo, por lo general no les interesa pasar mucho tiempo en un lugar sucio, oscuro, húmedo, frío o desagradablemente ruidoso y destrozado o cubierto de graffiti.

Algunos de los elementos que pueden ayudar a que los usuarios se sientan seguros en los espacios son:

  • La presencia de una variedad de individuos y grupos. Cuando las personas ven que familias, individuos, grupos y personas de todas las edades y entornos utilizan un espacio, asumen que el espacio debe ser seguro y se sienten seguras ellas mismas debido a la presencia de tantos otros usuarios.
  • La presencia de mujeres. Un proyecto para espacios públicos ha detectado que las mujeres son más exigentes que los hombres acerca de los espacios que utilizan y que son mucho menos propensas a frecuentar lugares que no son o no se sienten seguros.
  • La presencia de policías, patrullas ciudadanas o de puestos de vigilancia policial. La presencia de la policía o de patrullas ciudadanas no necesita ser grande o agresiva. Si las personas saben que están allí, se sienten más seguras y aquellos que pueden causar problemas tienen menos posibilidad de hacerlo.
  • Proximidad a calles concurridas o lugares de negocios. Un lugar del que es fácil retirarse y el hecho de saber que hay gente cerca aumenta la sensación de seguridad.
  • Buena iluminación. Como comprobado elemento disuasorio del delito, la buena iluminación aporta a la seguridad y al atractivo de un espacio y su utilidad para las actividades.
  • Miradas en las calles. Establecimientos, oficinas o viviendas con ventanas a la calle aumentan en gran medida la sensación de seguridad y reducen la posibilidad de delitos.
  • Áreas seguras para que los niños jueguen. Las áreas en las que los niños probablemente jueguen necesitan ser razonablemente seguras para ellos, en vez de lugares en los que un niño de 2 años sin supervisión pueda ahogarse fácilmente, por ejemplo, o en los que una caída de un columpio o tobogán pueda resultar en heridas graves.     

Recubrir los pisos de los patios de juegos con goma reciclada en vez de césped o concreto es un método para hacer un lugar de juegos más seguro sin eliminar la diversión y las oportunidades para que los niños se pongan a prueba a sí mismos.                      

Algunos elementos pueden hacer que los espacios sean más cómodos:

  • Limpieza y mantenimiento visible. Las personas no desean quedarse en un lugar lleno de basura y graffiti.  Cuanto más limpio sea el espacio –y cuanto más evidente sea que se lo mantiene limpio– más personas volverán a visitarlo.

En el caso de un parque, patio de juegos u otro espacio público en el vecindario, si se recluta a jóvenes locales para que participen en la planificación del espacio, éstos pueden también actuar como voluntarios para mantenerlo limpio. Si lo ven como algo propio, no sólo no lo destruirán, sino que serán ordenados y evitarán que otros lo destruyan.

  • Suficiente luz, en particular luz natural (ya sea adentro o afuera). Al igual que el verde y el agua, la luz hace que nos sintamos bien. Algunos estudios demuestran que respondemos positivamente a la luz de varias maneras, y los espacios con mucha luz natural son confortables para nosotros.
  • Protección o aislamiento del tráfico en la calle. Una pared de árboles o arbustos, o una sola pared, incluso si no son altas, separan a un espacio del tráfico y hacen que se sienta como una habitación. El follaje también puede reducir el ruido, así como lo hace ubicar un espacio lejos de la calle.
  • Mobiliario cómodo. Las sillas o bancos con respaldos son mucho más atractivos que bloques de piedra donde sentarse. Los sillones o sillas tapizadas bajo techo promueven más la relajación que las sillas de madera con respaldos rectos. Las mesas implican que se aceptan comidas y bebidas, aportando otro elemento para el confort.

Los apropiados lugares para la interacción son acogedores y de fácil acceso para todos. 

Si las personas van a hacer uso de un determinado lugar, deben sentir que el espacio está destinado a ser utilizado por personas como ellas. Esto significa que debe ser un lugar al que puedan llegar fácilmente y en el que se sientan bien recibidas una vez allí. Algunos indicadores de que un espacio en verdad toma esto en cuenta y recibe a una amplia variedad de personas son:

  • Visibilidad y entrada acogedora. ¿Ofrece el lugar una invitación a entrar visible desde la calle, por ejemplo? Un jardín detrás de un paredón y una entrada angosta sobre la calle no parece la entrada a un espacio público, mientras que el mismo jardín con una entrada amplia y abierta y una serie de escalinatas que van desde la calle hasta él da la impresión opuesta.
  • Diseño para personas con impedimentos. Si el lugar no está al nivel de la acera (o está dentro de un edificio), ¿es de fácil acceso para alguien en silla de ruedas o con problemas de visión? Las rampas, los senderos pavimentados o alisados, por ejemplo, indican a personas con impedimentos físicos que el espacio está destinado para todos.
  • Carteles, placas, estatuas, murales, etc. en varios idiomas representando la diversidad de la comunidad. Un parque o centro comunitario en un vecindario diverso debe comunicar que pertenece a todos en ese vecindario.Carteles en los idiomas hablados por los residentes así como en el idioma oficial, murales que muestran personas de muchas razas y culturas, estatuas de personas importantes pertenecientes a los orígenes de los residentes del vecindario y que indican a residentes de todos los entornos que éste es su lugar y que es para el uso de toda la comunidad.
  • La facilidad con la se puede llegar al lugar. Si es un lugar céntrico, ¿se puede llegar a él fácilmente utilizando el transporte público o en bicicleta desde otras áreas de la comunidad?  ¿Se puede llegar fácilmente a pie (por ej., no está rodeado de autopistas y por lo tanto no es accesible en forma segura sólo en automóvil)?  Si se trata de un lugar vecinal, ¿pueden todos los vecinos llegar a pie o en un corto viaje en el transporte público?  ¿Hay estacionamiento amplio o estacionamiento para bicicletas?
  • Facilidad de entrada y de desplazamiento en él. ¿Es fácil ingresar al lugar o encontrarlo (carteles u otras formas de señalización)? A menos que se trate de una habitación en un edificio o algo similar, debe ser fácil encontrar la entrada, la salida y desplazarse por el lugar. Un parque, por ejemplo, debe tener un camino que vaya de un extremo al otro.  Un lugar apropiado para la interacción debe tener más de una entrada y éstas no deberían estar cerradas o bloqueadas cuando el lugar está abierto para su uso. Debería haber entradas desde todas las partes del área de donde proviene la gente.
  • Baños, por motivos obvios, en especial para padres con niños pequeños y para ancianos.
  • Todas sus áreas deben ser accesibles y utilizables, dentro de lo posible.  Esto significa que no debe haber carteles de “Prohibido pisar el césped” (excepto cuando se acaba de sembrar y en consecuencia hay una razón para ello), lugares en los que las personas no puedan sentarse (a menos que sean peligrosos), actividades prohibidas, siempre y cuando no sean antisociales.

Ya sea que un espacio esté siendo diseñado o rediseñado por completo por arquitectos e ingenieros o que se trate de un espacio ya existente que sólo está siendo arreglado, lo ideal es que los usuarios del espacio participen en el proceso de diseño. Pueden explicar lo que desean y necesitan para su uso y hay más posibilidad de que se beneficien y mantengan el espacio si lo sienten como propio desde un principio.

Algunas de las ventajas del diseño participativo es que los usuarios pueden explicar sus patrones de interacción social (recordemos la necesidad de incluir tanto espacios abiertos como íntimos; los participantes pueden explicar cuántos de cada uno y dónde sería mejor ubicarlos). Pueden sugerir elementos que ayudarán a atraer a otros como ellos al lugar. Cuando los diferentes grupos tienen necesidades y deseos diversos, pueden encontrar maneras de incluir a todos o, mejor aún, de combinar de alguna forma las que al mismo tiempo aumentarían la interacción entre esos grupos.

En el parque Dufferin Grove en Toronto, descrito en los Ejemplos de esta sección, las grandes macetas alrededor de la cancha de básquetbol provocan interacciones positivas entre los adultos que cuidan las flores y los adolescentes que juegan básquetbol.

Incentivos y reglamentaciones

Comprender cómo diseñar un lugar de manera que propicie la interacción obviamente no es suficiente. Los planificadores y constructores de estos espacios deben querer o acordar diseñarlos de esa manera.  Cuando los planificadores y constructores son urbanistas o empresas privadas, el municipio debe brindar incentivos para persuadirlos de construir espacios que estén diseñados para apoyar la interacción y además crear reglamentaciones que lo requieran.  Ambas cosas pueden ser efectivas, aunque, cuando es posible económicamente, los incentivos son por lo general preferibles.  Debido a que son positivos, crean una sociedad entre el urbanista y el municipio, y el lugar resultante probablemente satisfaga las necesidades de ambos.

Incentivos.

Usar incentivos fiscales para apoyar la salud y el desarrollo comunitario, un incentivo es un beneficio otorgado a alguien para alentarlo a hacer algo específico.  Dentro de los incentivos de los que la comunidad dispone para convencer a urbanistas de incluir espacios interactivos en sus proyectos están:

  • Incentivos tributarios. Las comunidades, ya sea por sí mismas o a través de programas estatales o federales, pueden ofrecer deducciones de impuestos, créditos impositivos o reducción de impuestos a empresas privadas a cambio de la inclusión de ciertos tipos de espacios o características en un proyecto.
  • Subsidios y financiamientos. A veces las comunidades ayudan a los urbanistas o empresas a incluir las características que desean otorgando ayuda financiera para esos elementos del proyecto. Pueden además solicitar financiamientos para utilizarlos como subsidios para el mismo objetivo.
  • Variaciones y excepciones. A cambio de determinadas características en un diseño, las comunidades pueden otorgar a los urbanistas o empresas el derecho de construir edificios o cambiar el paisaje de maneras que normalmente no serían permitidas por las reglamentaciones. Algunas excepciones comunes son las relacionadas con la densidad (permitiendo un número mayor de unidades para fines residenciales o comerciales que lo reglamentario en un área determinada) y la altura (permitiendo edificios más altos que la altura que especifican las reglamentaciones).
  • Aceleración o facilitación del proceso de autorización. Los urbanistas y constructores necesitan muchos permisos para la construcción de un proyecto. Al acelerar o ayudarles con el proceso, una comunidad puede ahorrarle mucho tiempo y dinero.
  • Donación o uso de terreno público. Una comunidad puede ceder a un urbanista una parte de un terreno público no utilizado o el uso de ese terreno, a cambio de que transforme una parte en espacio público.
  • Reconocimientos, desde arreglos onerosos como el registro de nombre hasta reconocimientos más modestos como nombres en una placa. En muchas comunidades, en los lugares públicos como las bibliotecas es común ver los nombres de los donantes en una placa. Algunas variantes de este concepto pueden ser los jardines o bancas conmemorativas, la “adopción" de un sector de propiedad pública (siendo el adoptante responsable de su mantenimiento) o simplemente una lista de nombres en comunicados o informes en los medios de comunicación.

Reglamentaciones.

Como hemos comentado en otras secciones de este capítulo (2, 7 y 9, por ejemplo), utilizar incentivos para convencer a urbanistas y a otras personas de incluir características socialmente deseables en sus proyectos es lo ideal, ya que es una situación ventajosa y crea una sociedad entre el urbanista o la empresa y la comunidad. No obstante, los incentivos son voluntarios por parte del urbanista y no siempre representan una ventaja económica suficiente para quien coloca los beneficios sociales en último lugar.  Por ese motivo, muchas comunidades implementan reglamentaciones sobre la construcción para asegurar que se cumplan ciertos estándares mínimos.

Las reglamentaciones se pueden utilizar aunadas a, o en lugar de, los incentivos para asegurarse de que urbanistas privados y empresas incluyan espacios aptos para la interacción en sus proyectos.  Algunas maneras posibles de encarar esto incluyen:

  • Requerir que un porcentaje del área total de un proyecto se destine a espacio público.

Existen varias maneras de hacerlo: el porcentaje se puede basar en la superficie total del área de construcción, la planta del edificio (es decir, la superficie que cubre) o en el tamaño total del lote, ya sea incluyendo o excluyendo la superficie del edificio. El espacio público puede ser interno o externo, ya sea por reglamentación o a discreción del propietario.

  • Requerir que todo edificio nuevo mayor a cierto tamaño tenga una plaza o patio que incluya asientos, senderos y otras características específicas.
  • Establecer requisitos para el diseño que incluyan especificaciones para espacios públicos interactivos.
  • Requerir que, en el caso de lotes de un cierto tamaño, una determinada porción del terreno se destine como espacio abierto para uso público, además de otros requisitos para su diseño (asientos, senderos, etc.).
  • Requerir la construcción de lugares de encuentro como parte de tipos específicos de proyectos, tales como hogares de ancianos.

En todos estos casos, puede también haber requisitos en cuanto al fácil acceso al lugar, no sólo en cumplimiento con las leyes de discapacidad, sino también para el resto de la comunidad. Estos requisitos pueden incluir la señalización u otros factores que dejen en claro que el público es bienvenido, puertas abiertas, mantenimiento, etc.

No todos los proyectos son llevados a cabo por urbanistas o empresas privadas.  Gran parte de la construcción y remodelación en las comunidades es efectuada por la comunidad misma o por otra esfera de gobierno. Algunas de las muchas posibilidades de reglamentaciones para proyectos públicos, además de las enumeradas anteriormente, son:

  • Diseño de parques, plazas y otros espacios públicos que contemplen los cuatro principios que antes comentamos y que constituyan buenos lugares para la interacción: motivos para ir, motivos para quedarse, comodidad y seguridad y accesibilidad y calidez. Esto significa incluir asientos, iluminación, presencia policial y otros elementos que hagan que los espacios sean seguros y aptos para los usuarios.
  • La inclusión de senderos para bicicletas, protección del tráfico, aceras amplias, rampas en las esquinas, etc. en el diseño de calles y como parte de la ampliación de calzadas y proyectos de reconstrucción.
  • Requisitos para puentes: pasos para peatones de cierta amplitud, miradores, carriles para bicicletas.
  • Diseño que elimine las paredes vacías a la calle, las entradas a comercios que interrumpen las aceras, etc.
  • Reglamentaciones viales que promuevan la actividad peatonal en lugares adecuados: reductores de velocidad, semáforos, cruces peatonales, señalización, etc.

Acción comunitaria

En el caso de espacios públicos, la comunidad puede tomar cartas en el asunto. Cuando un parque se viene abajo y el municipio no puede o no hace nada al respecto, los ciudadanos pueden organizarse y ocuparse ellos mismos de cambiar la situación. Muchos parques públicos, por ejemplo, tienen organizaciones “amigas” que recaudan dinero y reclutan voluntarios para iniciar proyectos o hacer las tareas de mantenimiento. Si bien el objetivo principal de estas organizaciones es por lo general ayudar al mantenimiento de la ciudad, en algunos casos pueden asumir ellas mismas buena parte del mantenimiento.

Voluntarios capacitados y no capacitados pueden asumir tareas como cuidar las plantas, recolectar la basura, limpiar y repintar bancos y edificios en los parques, barrer los caminos, juntar las hojas de los árboles y atender puestos de información. El financiamiento puede pagar asientos, iluminación, nuevos edificios, patios de juegos, campos de deportes, eventos especiales y otras comodidades. Una iniciativa comunitaria puede además estar orientada a salvar un edificio apreciado porque ha desempeñado un papel en la vida del vecindario o por sus conexiones históricas.

La acción comunitaria cumple varios propósitos:

  • Reúne a la comunidad, a menudo rompiendo barreras étnicas, raciales, sociales y culturales, creando el capital social de puente al que nos referimos anteriormente y un sentimiento de comunidad más profundo.
  • Ayuda a las personas a comprender que tienen los recursos para resolver muchos de sus propios problemas dentro de la comunidad y les brinda la motivación para hacerlo.
  • Crea una base para resolver otros asuntos y para avanzar hacia el cambio social.
  • Establece una base para abogar cuando la comunidad no puede hacerlo sola.

Abogacía

Muchas secciones en la Caja de Herramientas Comunitarias resaltan la importancia de la abogacía (también se le puede denominar cabildeo, activismo, representación ciudadana).  En este caso, los objetivos de la abogacía serían los de convencer a los legisladores de adoptar los tipos de incentivos y reglamentaciones que fomentarán que urbanistas y empresas privadas incorporen lugares propicios para la interacción en sus proyectos, lograr mejoras en un sitio determinado del vecindario o en todos los sitios de un cierto tipo (parques, por ejemplo), publicitar y hacer cumplir incentivos y reglamentaciones vigentes y convencer a los creadores de políticas de adherirse o proponer requisitos para diseños de proyectos públicos que promuevan el desarrollo de lugares apropiados para la interacción.

Reunir fuerzas.

Ésta es una gran oportunidad de formar un grupo de personas de entornos diversos, las cuales estarán afectadas por lo que se abogar. Podría ser una manera de iniciar un grupo de acción vecinal o desarrollar uno ya existente –ya sea a través de una organización de “Amigos” o de otros voluntarios que se reclute.

Es necesario tratar de incluir a algunas personas influyentes como parte del grupo. Algunos regidores locales o diputados pueden estar dispuestos a participar en nombre de los ciudadanos que representan o una empresa influyente u otro líder de la comunidad pueden preocuparse tanto por la comunidad como por la situación o simplemente pueden estar interesados en crear espacios accesibles para todos. Contar con algunas de estas personas en el equipo fortalecerá la abogacía

Es necesario organizarse lo suficiente para que la comunidad apoye la propuesta. Se debe conversar mucho en persona, reunirse con la gente y contactar a casi todos en el vecindario o a las personas clave de cada sector de la comunidad (en el caso de una iniciativa para toda la comunidad) para convencerlos de que deben unirse a la iniciativa de abogacía propuesta.  La gente necesitará información acerca de las cuestiones involucradas y sobre cómo se verán afectadas por ellas. También necesitarán desarrollar la confianza necesaria para saber que sus opiniones serán escuchadas.

Hacer la tarea. 

Es necesario asegurarse de saber tanto como sea posible acerca del diseño de lugares para la interacción, del lugar específico por el que se está preocupado, de los beneficios que los espacios interactivos pueden aportar a una comunidad, etc. Si se ha hecho el trabajo de investigación, el grupo puede hacer sugerencias acerca de lo que se debería hacer con el espacio, qué tipos de incentivos y/o reglamentaciones serían de utilidad, cómo se podrían implementar, cuáles son los probables costos y beneficios, etc.

Si hay oposición a los planes, se debe saber cómo contrarrestarla. Se deben tratar de comprender los argumentos de los opositores y estar preparado para mostrar por qué las ideas del grupo de la iniciativa son mejores para la comunidad.

Conocer a los creadores de políticas, legisladores y otras personas que tendrán algún control sobre el éxito o el fracaso de los esfuerzos de abogacía. 

Regidores locales, legisladores, planificadores y sus ayudantes son personas que tomarán decisiones acerca de los asuntos en cuestión. Cuanto mejor se conozca a dichas personas y cuanto más se hable con ellos en persona, será más fácil convencerlos del punto de vista del grupo.

Lo ideal es encontrar a un defensor dentro de este grupo que ayude a persuadir a sus colegas. Puede proponer leyes u ordenanzas municipales, llevar a cabo audiencias sobre el asunto o ayudar a conseguir apoyo entre quienes tomarán las decisiones.

Elegir cuidadosamente el momento.

Hay muchas más probabilidades de que la abogacía sea exitosa en el momento en que el asunto esté en la conciencia pública y cuando haya una situación que la traiga a la luz. Todas las situaciones en la parte “¿Cuándo…? de esta sección pueden ser momentos claves para abogar.

Hacer uso de los medios de comunicación.

Los formadores de políticas escuchan la opinión pública y la opinión pública está formada por la información que las personas tienen. La mayoría de las personas se informan a través de los medios de comunicación (diarios y revistas, radio, TV y fuentes en línea como blogs y sitios en Internet). Si éstos informan positivamente acerca del asunto en cuestión e incluyen historias sobre cómo los lugares propicios para la interacción pueden beneficiar a la comunidad (adoptando la diversidad, llenando las expectativas del vecindario, etc.), el público estará atento y se inclinará a tener una visión favorable de la abogacía.

Ofrecer la ayuda del grupo para encontrar soluciones o aportar ideas.

Si el grupo hizo bien su tarea, debería tener la última palabra en esta cuestión. Como tal, puede ser parte de la solución, en vez de simplemente plantear un problema. El argumento es siempre más efectivo si se tiene algo positivo que ofrecer. Según la situación, se puede ofrecer además la ayuda del grupo para implementar una solución. Se podría, por ejemplo, designar voluntarios para mantenimiento, patrullas de seguridad, construcción o mantenimiento de estructuras, etc. Si la comunidad empresarial es un aliado, se tendrá más para ofrecer.

Dentro de lo posible, adoptar una posición positiva para la abogacía y no opositora.

El grupo desea trabajar en sociedad con los formadores de políticas, urbanistas y otras personas para establecer lugares que sean buenos para todos. La abogacía se debe basar en términos de lo que está a favor,  no en contra.

Mantener el esfuerzo indefinidamente.

Incluso luego de alcanzar lo que se propuso, se deben mantener sus logros. Tan pronto como se deje de prestarle atención, será más que probable que aquello por lo que se ha trabajado desaparezca.

Lo mismo puede servir como punto final para esta sección. Debemos mantener los logros y continuar trabajando por una comunidad en la que cada espacio sea un lugar en el que todos sus integrantes puedan reunirse y mezclarse.

En resumen

Construir una verdadera comunidad requiere la creación de confianza, respeto y objetivos comunes entre grupos y personas de diferente raza, origen étnico, cultura, clase social y entorno. Un elemento para alcanzar este objetivo es la creación de espacios donde las personas se puedan reunir y mezclar en forma natural, conocerse o al menos acostumbrarse a la presencia y al estilo de otros.

Esos buenos lugares de encuentro en la comunidad son lugares en los que las personas desean estar y son construidos físicamente para promover la conversación y la interacción. Brindan motivos para ir y motivos para permanecer allí, la gente se sienten segura y cómoda estando en ellos, y son de fácil acceso y acogedores para todos. Es una ventaja para cualquier comunidad o vecindario tener tantos de estos lugares naturales de encuentro como sea posible, ya que permiten no sólo la interacción, sino el entretenimiento, el aprendizaje transcultural y la armonía entre grupos, así como la edificación del orgullo por el vecindario y la comunidad. 

Sumado a sus beneficios sociales, los lugares propicios para la interacción pueden además llevar al desarrollo económico, debido a que también son buenos lugares para hacer negocios. Los espacios públicos al aire libre bien planeados sirven como imanes, pero además como puertas de entrada, dando la bienvenida y llevando a las personas a vecindarios y áreas que de lo contrario nunca hubieran visto.

Los espacios apropiados para la interacción dependen en principio del diseño, y el diseño depende a su vez de las necesidades y preferencias de las personas que utilizarán los espacios.  Esas personas deberían, dentro de lo posible, participar desde un primer momento en el diseño o rediseño de los espacios públicos.

Asegurarse de que los nuevos desarrollos públicos y privados, los proyectos de reparación o remodelación, la dirección de espacios abiertos y parques, etc. estén diseñados teniendo en cuenta la interacción puede implicar incentivos y reglamentaciones económicas y de otro tipo. La organización comunitaria puede ayudar a los residentes a abogar por incentivos impositivos, reglamentaciones para el diseño y otros métodos para fomentar la creación de lugares propicios para la interacción. Las comunidades o vecindarios pueden tener mejores logros si se organizan y utilizan sus recursos ya existentes en su propio diseño y crean áreas que satisfagan sus necesidades.

Contributor 
Phil Rabinowitz

Recursos en línea

Contact Across a Diseased Boundary: Urban Space and Social Interaction During Winnipeg’s Influenza Epidemic, 1918-1919

Contacto a través de un Límite enfermo: Espacio urbano e interacción social durante la epidemia de influenza en Winnipeg, 1918-1919, escrito por Esyltt W. Jones. Revista de la Asociación Canadiense de Salud, 2002. La interacción entre el “personal de enfermería” voluntario de clases media y alta e inmigrantes de clase baja enfermos de gripe sirvió de alguna manera a consolidar las barreras de clase, sexo y origen étnico, y de otras maneras a eliminarlas.

Partners for Livable Communities una organización nacional sin fines de lucro que trabaja para restaurar y renovar nuestras comunidades”. Tiene muchos programas en marcha y recursos.

"High Achievements" Ensayo de Enrique Peñalosa, ex alcalde de Bogotá, Colombia (donde redujo los estacionamientos y el tráfico vehicular, inauguró calles peatonales y senderos para bicicletas, inició un sistema de autobuses que hoy en día transporta a un millón de personas por día, construyó 150 escuelas y plantó 100.000 árboles en tres años), sobre porqué las ciudades de países desarrollados, al igual que otras, necesitan espacios peatonales y opciones de transporte no sólo por razones ambientales y de calidad de vida, sino como formas de reducir la brecha social y aumentar la igualdad.

PEZH (Pe-zee) means “on foot” in Greek. The site details how cars and motorcycles have taken over sidewalks and designated pedestrian streets in Athens and authorities don’t care and won’t do anything about it.

The Project for Public Spaces Una organización internacional con sede en Nueva York dedicada al desarrollo y preservación de grandes espacios públicos de todo tipo.

Rails to Trails Conservancy is a nonprofit organization based in Washington, DC, whose mission it is to create a nationwide network of trails from former rail lines and connecting corridors to build healthier places for healthier people.

Recursos impresos

Jacobs, J. The Death and Life of Great American Cities. New York, NY: Vintage (1961). Shows how the city environment can be an excellent place for human interaction. Still a classic in the field, and deservedly so.

Morris, E. (2005). It’s a Sprawl World After All. Gabriola Island, British Columbia, Canada: New Society Publishers. Argues against metropolitan sprawl, which discourages social interaction, and proposes strategies to minimize it.

Oldenburg, R. (1989). The Great Good Place: Cafes, Coffee Shops, Community Centers, Beauty Parlors, General Stores, Bars, Hangouts, and How They Get You Through the Day.  New York, NY, Paragon House.

Putnam, R. (2000). Bowling Alone.  New York, NY: Simon and Schuster.

Register, R. (2006). Ecocities: Rebuilding Cities in Balance with Nature. (Rev. Edn.) Gabriola Island, British Columbia, Canada: New Society Publishers. See especially Chapter 7; also has a good bibliography.

Whyte,  H. (1980). The Social Life of Small Urban Spaces. Washington, DC: The Conservation Foundation. Uses multiple photographs to illustrate principles of urban design and social interaction.