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¿Qué significa cambiar las políticas escolares?
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¿Por qué trabajar en cambiar las políticas escolares?
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¿Cuándo tratar de cambiar las políticas escolares?
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¿Quién se debería involucrar en cambiar las políticas escolares?
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¿Cómo cambiar las políticas escolares?
Cuando la familia Watson llegó al Colegio Perryville para asistir a la primera reunión programada para padres de familia del noveno año, el cual cursaba su hijo mayor, se encontraron con algo que ninguno de los dos había visto en una escuela cuando ellos eran estudiantes. En los pasillos de cada piso, al igual que en la cafetería, había máquinas expendedoras de refrescos.
Rita Watson era nutrióloga en un hospital y su esposo, Mel, era entrenador y trabajaba con los equipos de baloncesto y béisbol en la universidad local. La familia completa tenía hábitos alimenticios saludables y a sus dos hijos les habían enseñado la importancia de dichos hábitos. Rita y Mel estaban al tanto del incremento de la obesidad infantil, la cual era cada vez más visible en las calles de Perryville, y sabían que los refrescos eran un contribuyente importante de ese incremento. Sintieron que el colegio (en él se daban clases sobre el tema de la salud, en las cuales se les enseñaba a los alumnos sobre buena nutrición), no debía estar ofreciéndoles a los alumnos bebidas que podían ser dañinas para ellos.
Salieron de la reunión con un reluciente informe sobre el desempeño académico de su hijo y el principio de un plan. Conforme investigaban el tema de las máquinas de refrescos y botanas en los colegios, se encontraron con que su presencia era bastante común. También descubrieron que las escuelas ganaban mucho dinero de los contratos con las refresqueras, dinero que pagaba las actividades extra curriculares, suministros y equipos. A pesar de que los Watson apoyaban estas actividades, ya que sus dos hijos eran deportistas, sentían que la escuela debía salvaguardar la salud de los alumnos y no alentar hábitos poco saludables.
La pareja se dispuso a cambiar la política de la escuela en lo referente a las máquinas expendedoras. Querían que las quitaran o que nada más ofrecieran comidas y bebidas que contribuyeran a, más que dañaran, la salud de los muchachos. Conscientes de que tenían una dura batalla frente a ellos, ya que el Colegio Perryville tenía ingresos de más de $50,000 dólares anuales por los contratos y las ventas de refrescos, invitaron a sus amigos y decidieron perseverar hasta ganarla.
Algunas veces las políticas escolares, como las que permiten máquinas expendedoras de comida poco saludable, pueden dañar la salud de los alumnos o su educación. Algunas veces, las escuelas o los sistemas escolares carecen de políticas que pudieran beneficiar a los alumnos de maneras específicas. Algunas veces sus políticas, formales o informales, discriminan o no respetan los derechos de los alumnos. Muchas veces los padres de familia, los estudiantes o ciudadanos interesados quieren cambiar las políticas escolares o de los sistemas escolares…y muchos lo logran. Esta sección se ocupa de qué clase de temas pueden cubrir las políticas escolares y qué se requiere para cambiar las políticas en un sistema escolar.
¿Qué significa cambiar las políticas escolares?
Cuando se concibió la Caja de Herramientas Comunitarias, la intención de esta sección era abordar específicamente el tema de cambiar las políticas escolares para inducir comportamientos saludables entre los estudiantes y erradicar los no saludables. A partir de entonces se ha hecho obvio que el tema del cambio de la política escolar es demasiado amplio para confinarlo a un solo asunto. Es por esto que hemos tratado de incluir una gama de posibilidades a considerar, entre las que la promoción de la salud nada más es una.
En Estados Unidos y quizá en otros países también las diferencias entre los sistemas escolares, de estado a estado, de comunidad a comunidad, inclusive de escuela a escuela, son enormes. Hay diferencias que son obvias por el tamaño; muchas escuela rurales tienen menos de 10 alumnos por clase, mientras que algunas escuelas urbanas y suburbanas en las ciudades grandes tienen cientos de alumnos, pero las diferencias no se quedan ahí. Viendo a las escuelas públicas nada más, hay colegios de educación media superior integrales y especializados; otros con estatutos específicos; otros, técnicos y vocacionales; colegios alternativos para alumnos que no pueden funcionar en un ambiente académico tradicional y escuelas manejadas por las comunidades, por mencionar sólo unos cuantos.
Esta sección se concentra en las escuelas públicas. Mientras que las políticas en las escuelas privadas están sujetas a cambios sugeridos por padres de familia y alumnos, éstas presentan una situación diferente. Debido a que los alumnos pagan por asistir y las escuelas dependen financieramente de la buena voluntad de los padres de familia y no están sujetas, como las escuelas públicas, a muchas de las reglas y reglamentos estatales, las escuelas privadas normalmente están más dispuestas a pasar por alto las reglas, a hacer excepciones y a cambiar las políticas cuando los padres de familia los piden.
Las maneras en que estas escuelas están organizadas y funcionan varían tanto como sus propósitos. Algunas son relativamente independientes: lo que sucede en la escuela es determinado en gran parte por el director y el personal docente. Algunas involucran a los padres de familia como asociados en la planificacion e implementación curricular y la administración escolar. Algunas, desafortunadamente, se deben ocupar de la violencia estudiantil y cuentan con detectores de metales y patrullas policiacas. Algunas mantienen estrictas normas sobre cómo ir vestido, algunas veces hasta el punto de exigir uniformes, otras no tienen ninguna. Algunas se dedican a lo académico y a mandar tantos alumnos como les sea posible a universidades prestigiosas; otras parecen estar más preocupadas con los deportes u otras actividades extracurriculares. De cualquier manera, las escuelas son el espejo de la filosofía educativa de las personas en sus distritos.
Todas estas escuelas mantienen políticas al respecto de todo, desde lo académico y los requisitos curriculares hasta el horario de los almuerzos. Las políticas para todo el sistema las deciden generalmente la junta escolar local, mientras que las políticas de una escuela en particular la mayoría de las veces son promulgadas e implementadas por el personal escolar.
La mayoría de los sistemas escolares y de las escuelas son jerárquicas, tienen claro, cuando menos para ellos mismos, la cadena de mando y se debe seguir esa cadena para comunicarse con el sistema. En Estados Unidos, normalmente, los eslabones de esa cadena son (de arriba hacia abajo):
- La junta escolar
- El supervisor escolar
- Sub-supervisores
- Otros administradores de todo el sistema (coordinadores de planes de estudio, deportivos, de educación especial, de negocios, instalaciones, etc.)
- Directores
- Maestros y otros empleados profesionales (enfermeras, consejeros y psicólogos, entrenadores).
- Empleados de apoyo y mantenimiento
Cada uno de estos niveles es alguien con quien tal vez se deba tratar en un intento por cambiar la política escolar (vea la Herramienta #1 para una descripción detallada de los integrantes de la cadena).
Adicionalmente a cualquier contratiempo que el sistema jerárquico pueda presentar, existe el hecho que la mayor parte de los maestros y otros empleados no administrativos de las escuelas públicas pertenecen a un sindicato, circunstancia que puede complicar o facilitar en algunos casos una iniciativa de cambio. El cambio que se busca puede o puede parecer que entra en conflicto con el contrato sindical, por ejemplo, o puede requerir una modificación a la descripción de un puesto sindical, lo cual requiere negociaciones con el sindicato. Dados los dos factores de la jerarquía administrativa y el sindicato, los intercesores se enfrentan frecuentemente con la posibilidad de tener que mover la totalidad de una burocracia extensa y resistente para poder efectuar el cambio.
Existen alternativas. Algunas escuelas son relativamente independientes y pueden tomar decisiones sin tener que pasar por los diferentes estratos del sistema escolar. Algunos sindicatos están dispuestos a hacer concesiones en pos de obtener mejores resultados con los alumnos. Frecuentemente, si el cambio de la política en cuestión es relativo únicamente a una escuela en particular y si no es trascendental, el director o el profesorado pueden hacer el cambio discretamente, sin fanfarrias o contiendas burocráticas.
Hay muchas situaciones en las que una iniciativa importante de cambio de política como la descrita en esta sección simplemente no es necesaria. Si se puede lograr el propósito, como el poner a un guardia de cruce en una intersección peligrosa o abrir el gimnasio de la escuela por la tarde para el uso de la comunidad, mediante una explicación sencilla al director de por qué es importante y ofrecer ayuda para hacerlo posible, entonces ése es el camino a seguir. Si el cambio es pequeño, razonable y no implica un trastorno importante para la escuela o el sistema, probablemente se pueda lograr de una forma que pase desapercibida. Incluso algunos cambios sustanciales en las políticas pueden ser fáciles si su necesidad se hace obvia. No hay que organizar a la comunidad para una petición menor; entre más simples se hagan las cosas, mejor.
Sin embargo, en general la junta escolar es responsable de establecer las políticas y el supervisor de desempeñarlas. Aunque ambos se aconsejan y asesoran, los cambios en la política de todo el sistema normalmente deben ser aprobados por la junta escolar, pero eso significa que deben contar con la aprobación del supervisor también, ya que la mayor parte de las juntas escolares valoran la opinión del supervisor. Si se puede convencer al supervisor que se requiere un cambio, probablemente éste se dará, aunque tal vez no tan rápido como se quisiera.
Eso no significa que los administradores y los maestros van a aceptar. En los años de 1960, en Filadelfia se contrató a un supervisor para que reorganizara un sistema escolar decadente. Instituyó con el apoyo de la junta escolar ciertas reformas que realmente hablaban de mejorar la educación en el distrito, pero que los maestros ignoraron en gran parte. Con una combinación de tácticas dilatorias y desafíos abiertos pudieron frustrar la mayor parte de los planes del supervisor y éste se tuvo que ir en relativamente poco tiempo. Si hubiera involucrado a los maestros en la planificación, la situación podría haber cambiado, pero la realidad es que el cambio de política fue instituido y no pasó nada de cualquier manera.
El matrimonio Watson quería eliminar las máquinas expendedoras o cambiar sus contenidos. ¿Qué clase de políticas escolares podemos querer cambiar? La lista es casi interminable y frecuentemente hay alguien que desea cambiar justo lo opuesto de lo que nosotros deseamos. Una lista corta de posibilidades:
- Instaurar una política de no fumar en el sistema escolar (para maestros y administrativos, al igual que para alumnos).
- Servir comida saludable en la cafetería y eliminar la comida que nada más contiene calorías vacías o es activamente mala para el desarrollo físico y mental de los muchachos.
- Cambiar el sistema disciplinario (para que sea más riguroso, menos riguroso, generado por los alumnos, que involucre a los padres de familia, etc.).
- Hablar sobre la oración en la escuela (eliminarla, instituir un momento de silencio, re instituir la oración, las filosofías difieren).
- Instituir o rehacer el plan de estudios de la educación sobre la salud o sexual.
- Cambio en las normas del vestido.
- Fortalecer o cambiar el contenido académico para los estudiantes en diferentes niveles.
- Aumentar programas de idiomas o programas bilingües para una población inmigrante en ascenso.
- Cambiar la política sobre el acoso sexual para proteger de mejor manera a los alumnos y al personal.
- Cambiar la política sobre el uso que hacen los estudiantes de las computadoras escolares.
- Cambiar la política sobre el Canal 1 y otro tipo de publicidad durante la jornada escolar.
- Apretar o relajar los requisitos para la participación en actividades extra curriculares.
- Cambiar los límites de la libertad de expresión de los estudiantes en el periódico escolar.
¿Por qué querer cambiar las políticas escolares?
Existen siete razones predominantes para cambiar las políticas escolares: para mejorar la salud de los alumnos, para mejorar la educación, para cumplir las necesidades de ciertos grupos, para mejorar el ambiente y la cultura en las aulas y la escuela, para proteger a los alumnos (y al personal) de sufrir daños, para salvaguardar los derechos estudiantiles y para responder a una necesidad percibida de la comunidad.
Las políticas se pueden mover en diferentes direcciones. Cuando un grupo en una comunidad puede estar tratando de hacer las escuelas más democráticas, otro grupo en otra comunidad puede estar ocupado en hacerlas menos. A pesar de que a muchos puede parecerle obvia cuál es la dirección correcta, todo el mundo tiene el derecho de tratar de cambiar la política en la dirección que piensa es la apropiada. Lo único que hay que recordar es que cualquier cambio de política debiera ser benéfico para la experiencia educativa de los estudiantes y no en detrimento de ella).
Para mejorar la salud de los alumnos y de otros
Muchas veces las escuelas ofrecen cursos sobre salud, pero no siempre practican o estimulan a los alumnos a practicar lo que predican. Algunas políticas que posiblemente pueden mejorar la salud estudiantil:
- Escuelas sin humo y tabaco.
- Desayuno y almuerzo escolar, con comida saludable en ambos.
- Eliminación de las máquinas expendedoras de refrescos y botanas.
- Educación física o periodo de ejercicio diarios.
- Un buen plan de estudios sobre educación sexual desde el jardín de niños hasta el último año de bachillerato, apropiado a la edad de cada nivel escolar.
Para mejorar la educación
Los cambios en los planes de estudios, en el contenido educativo, en las expectativas para los estudiantes, en los métodos de enseñanza, en el tamaño de las clases, en la autonomía de los maestros; todos estos y muchos otros factores pueden llevar a una mejor experiencia educativa para los alumnos. Otros cambios factibles involucran:
- Contenido de la clase.
En el 2004, una junta escolar en Dover, Pensilvania, votó por incluir la enseñanza del “diseño inteligente” en el plan de estudios de la clase de biología del noveno año, el cual consiste en la suposición que el mundo y la diversidad de las especies son demasiado complejos para que hayan evolucionado como Darwin lo describió y que luego entonces debe haber habido una mano maestra. Sin importar las creencias religiosas, esta suposición no está basada en la ciencia y es más apropiada para una clase de teología. Cuando en 2005 un juez federal dictaminó que el voto era un intento anti constitucional de enseñar religión disfrazada de ciencia, produjo un cambio dramático en el contenido del plan de estudios.
- Libros de texto y otro tipo de material educativo.
- Requisitos de lenguas extranjeras.
- Enfoques interdisciplinarios.
- Ubicación avanzada.
- Expectativas para todos los alumnos.
Por más de 50 años se han elaborado estudios que prueban que las expectativas determinan en gran parte cuánto aprenden los alumnos y cuán bien se desempeñan en la escuela. Subir el nivel de todos, empezando con la suposición que todos los alumnos son capaces de aprender cualquier cosa, brindándoles el tiempo y la enseñanza adecuada, por ejemplo, puede hacer una inmensa diferencia para quienes de otra manera se quedarían estancados en niveles más bajos a lo largo de sus cursos escolares.
- El programa académico.
Desde hace unos años muchos colegios han adoptado la programación por bloques, la cual cambia la hora académica de 40 ó 50 minutos al doble, bajo la creencia de que menos clases, más intensivas, dan al profesorado mejores oportunidades de instruir y brindan una mejor oportunidad de aprendizaje a los alumnos. Otras han alargado el año académico o la jornada académica. Algunas cuantas han intentado programar clases ajustándolas al reloj interno de los adolescentes, los cuales, efectivamente, funcionan en un horario diferente al de los adultos y niños más pequeños.
- Evaluaciones de los estudiantes (p. ej., calificaciones).
- Requisitos para graduarse.
Ajustarse a las necesidades de grupos específicos
Algunos grupos de alumnos pueden necesitar servicios además de los que se ofrecen a la población escolar abierta y puede hacer falta un cambio de política para obtenerlos. Estos grupos incluyen:
- Alumnos con impedimentos físicos, incluyendo dificultades del lenguaje, auditivas y visuales.
- Alumnos con problemas emocionales o enfermedades mentales.
- Alumnos con problemas de desarrollo.
- Alumnos con problemas de aprendizaje.
- Alumnos inmigrantes u otros que no son competentes en el idioma hablado en el país.
- Padres adolescentes.
Para mejorar el ambiente y la cultura de las aulas y la escuela
“El ambiente en las aulas” es un término que se refiere a cómo se siente un aula, las actitudes de los maestros y los alumnos, el nivel de tensión, si el propósito del aula parece de trabajo o de otro tipo, etc. La cultura de una escuela se puede considerar más o menos de la misma manera que la cultura de una sociedad: las costumbres, normas, estándares y comportamientos que la mayoría de los alumnos, maestros y otro personal escolar define como apropiado y aceptable, al igual que los son desaprobados por la mayoría.
El tipo de cambio de política requerido en una situación dada depende de la personalidad de la escuela. Si la atmósfera generalizada es demasiado caótica, requiere calmarse; si es demasiado rígida, necesita relajarse. Algunos de los objetivos potenciales para el cambio de política buscado pueden cambiarse en cualquier dirección, dependiendo de lo que se necesite.
- Normas en el vestido. Estas pueden instituirse, eliminarse, regularse más estrictamente, etc.
- Sistemas de disciplina. La disciplina puede incrementarse para reducir la violencia dentro de la escuela, cambiarse para involucrar a los alumnos en la generación de reglas para el aula y relajar las sanciones para permitir ciertas actividades, etc.
- Consejería. Un cambio puede instituir grupos de consejería, cambiar el enfoque de tales grupos, capacitar a los maestros y/o consejeros para ser mejores asesores, etc.
- Psicoterapia.
- Temas sobre la tolerancia. Promover una atmósfera de aceptación y respeto mutuos entre alumnos de diferentes razas, procedencia étnica, idioma, preferencia sexual, grupo social, etc.
- Programas de intervención entre iguales y resolución de problemas.
- Relaciones entre alumnos y maestros y alumnos y personal.
- La democracia, tanto dentro del aula como entre los maestros, administrativos y otros empleados escolares.
Para proteger a los alumnos y al personal de sufrir daños
En algunas escuelas, particularmente en vecindarios urbanos plagados de pandillas, donde la cultura de la violencia puede estar arraigada entre los adolescentes, esto puede significar proteger a todo el mundo de actos relacionados con el pandillerismo o de la violencia casual por parte de alumnos o extraños. Sin embargo, en cualquier sistema escolar también puede significar proteger a los alumnos de maltrato físico o psicológico por parte de los maestros al igual que de otros estudiantes, de peligros en la seguridad y de peligros para la salud.
Hay una obvia superposición entre las diversas razones para trabajar hacia un cambio en la política escolar. Eliminar el fumar protege a los alumnos y al personal de los riesgos de ser fumadores pasivos. Impedir el maltrato típicamente significa cambiar la cultura escolar y redefinir qué es aceptable, tanto para los maestros como para los alumnos. Los límites entre las razones pueden confundirse, pero en resumidas cuentas todo cae en lo mismo: para crear la mejor experiencia posible para los alumnos.
Algunos cambios pueden ayudar a dar protección:
- Detectores de metales y patrullas policiacas. Éstos pueden no mejorar la experiencia del aprendizaje pero pueden ser necesarios para evitar el daño corporal.
- Políticas anti maltrato. Como ya se dijo, éstas sólo se pueden abordar a través del cambio de la cultura escolar. Si los maestros y otros empleados no ven el maltrato como un problema, éste va a continuar.
- Arreglo de los peligros para la seguridad en el inmueble. Yeso suelto, vidrios rotos, radiadores sin protección, etc.
- Eliminación del uso de solventes peligrosos o tóxicos, líquidos de limpieza y pesticidas.
- Suspensión del castigo corporal (físico). Todavía existen muchos sistemas escolares que usan el castigo corporal para disciplinar a los alumnos y muchos más donde está permitido, aunque raramente se use.
- Supervisión cuidadosa de los deportes. Protección en contra del entrenamiento excesivo, equipo de protección inadecuado, insolación, entrenamiento potencialmente dañino o ejercicios de castigo, etc.
Para salvaguardar los derechos de los alumnos
Los niños, al igual que los adultos, tienen derechos, aunque esos derechos son regulados por la necesidad de los niños de estructura y protección. Sin embargo, cuando se violan esos derechos innecesariamente se debe cambiar la política para salvaguardarlos. Algunos de los derechos constitucionales a los que se debe prestar atención son:
- La separación de la iglesia y el estado. Todos los niños tienen el derecho de practicar la religión de su predilección o la falta de ésta y en la escuela estar libres de cualquier intento de que se les impongan las creencias de alguien más. Esto no quiere decir que no se deba discutir la religión o estudiarla, sino más bien que ninguna religión en particular o en general se debe presentar como “la verdadera” ni ser parte de alguna actividad escolar obligatoria.
- La libertad de hablar y expresarse. En EE.UU., la ley federal, que data de cuando menos de la decisión de 1969 de la Suprema Corte que establece que los alumnos “no ceden sus derechos constitucionales a la libertad de hablar o expresarse en la puerta del edificio escolar”, protege los derechos de los alumnos en esta área, hasta cierto punto. La ley hace excepciones particularmente en los casos de expresión obscena, injuriosa, calumniadora o que puede alterar el orden de la escuela mediante un discurso racista, por ejemplo, o un llamado a una huelga estudiantil.
- Los derechos civiles. En el contexto escolar, éstos pueden incluir, entre otros, el derecho a cuestionar un proceso disciplinario, el derecho de audiencia, el derecho a un trato igualitario sin importar la raza, el origen étnico, el género, la religión, la preferencia sexual, etc., y el derecho a estar libre de daño corporal.
Para atender una necesidad percibida de la comunidad
Esto puede tener qué ver con el establecimiento de un curso en particular o un programa, como sería un programa multilingüe como respuesta al influjo de inmigrantes, por ejemplo, o un programa de tolerancia para atender crímenes racistas recientes, preocupaciones sobre seguridad o protección debido a patrones de tráfico, procedimientos para los visitantes a la escuela o la duración de la jornada o el año escolar, como se hace en algunos lugares de EE.UU., en los que los alumnos reciben un receso escolar de tres semanas en septiembre y octubre para ayudar en la cosecha de papas.
¿Cuándo tratar de cambiar las políticas escolares?
Los cambios debieran intentarse, por supuesto, cuando sean necesarios, pero algunas veces se presentan oportunidades especialmente buenas.
- Antes del inicio de un nuevo año escolar. Una vez que la escuela entra en labores es difícil convencer a la junta escolar, los administrativos o al personal de cambiar lo que están haciendo o para que generen una nueva política. Es mucho más fácil efectuar un cambio si se empieza mucho antes de que se quiera que el cambio se efectúe.
- Cuando hay una necesidad obvia. Cuando las aulas están rebosantes de alumnos que no hablan bien el idioma dominante o cuando muy pocos pasan el examen estatal de matemáticas, es más fácil convencer a las escuelas para que analicen la situación y cambien las políticas para enfrentarlo.
- Cuando surge una situación que hace obvia una necesidad. Cuando estalla un caso de acoso sexual en la escuela, esto puede hacer que otros alumnos se presenten y expongan un problema del que las autoridades escolares no estaban al tanto o habían ignorado. La comunidad e idealmente las escuelas también, pueden ver esto como una oportunidad para cambiar la política para proteger a los alumnos.
- Cuando la junta escolar o miembros del personal hacen algo que parece lo opuesto a una buena política educativa. Los ejemplos pueden ser una mala decisión académica, como eliminar un curso de lengua extranjera en la preparatoria, mal uso de fondos, discriminación racial obvia, conducta pésima y grotesca o el encubrimiento o pasar por alto dicha conducta.
- Cuando existe una amenaza clara en contra de la salud, seguridad, etc., de los estudiantes o el personal. Ésta puede ser la oportunidad de implementar las políticas sobre no fumar o los detectores de metales.
- Cuando los derechos básicos de los alumnos, padres de familia o maestros se ven amenazados. Las políticas escolares pueden estar en contra de las leyes vigentes o puede no haber políticas que gobiernen la situación presente. Si la libertad de expresión de los alumnos está siendo pisoteada, si los maestros están siendo degradados o despedidos por expresar opiniones impopulares o críticas, si los deseos de la mayoría de los padres de familia para sus hijos se ignoran sistemáticamente, probablemente exista apoyo para el cambio de la política.
¿Quién se debería involucrar en cambiar las políticas escolares?
Entre más partes interesadas se puedan involucrar (los afectados por las políticas o quienes tengan que implementarlas), existen más posibilidades de que la política cambie y se mantenga una vez que se desarrolle. Las partes interesadas incluyen a:
- Alumnos
- Padres de familia
- La junta escolar
- Supervisor escolar
- Otros empleados administrativos escolares
- Maestros
- Grupos específicos afectados por el cambio propuesto, como hispanoamericanos, por un programa bilingüe del español, por ejemplo
- Grupos de interés en el tema tratado por el cambio propuesto, como sería la policía para un programa de prevención de la violencia o profesionales de la salud para una iniciativa de comida saludable en las escuelas.
- Ciudadanos interesados
¿Cómo cambiar las políticas escolares?
El cambio de la política escolar, cuando menos oficialmente, tiene que darse desde adentro. La junta escolar o cuando menos el director, si el cambio concierne nada más a una sola escuela, debe aprobar e instituir el cambio. Además, como mencionamos antes, el personal escolar involucrado en la implementación tiene que realmente hacerla, en vez de sólo revisar los procedimientos, si se quiere que el cambio ocurra.
Al mismo tiempo, el cambio de política comúnmente se origina desde afuera del sistema y ahí es donde reside el papel de los interesados. Las escuelas, como ya dijimos, tienen jerarquías y como muchas organizaciones jerárquicas, pueden ser resistentes al cambio de cualquier tipo. Son particularmente resistentes a un cambio que implica que lo que han venido haciendo está mal, es incompetente o dañino. Puede requerir una gran cantidad de presión por parte de los padres de familia, alumnos, miembros de la comunidad y/o funcionarios.
Esto no es siempre cierto. Algunas veces, el cambio de política propuesto llena una necesidad muy grande o es tan obviamente benéfico que todo lo que se necesita es sugerirlo y su adopción es lo que sigue. Los pasos que siguen aplican igualmente a los cambios fáciles y a los difíciles que hay que instaurar. Se debiera desarrollar siempre razonamientos coherentes para cambiar la política y conseguir el apoyo de la comunidad…y en la situación ideal, no se necesitará usarlos.
Organizar el apoyo e iniciar la estrategia
El orden de los pasos está abierto a discusión. El autor de esta sección ve la progresión lógica como una en que se integra un grupo medular de apoyo y después se aprende todo lo que se pueda sobre la situación para que se pueda decidir cómo ocuparse del cambio. El editor de este documento, ve el orden lógico como lo opuesto: investigar la situación, decidir cómo hacer el cambio y hasta entonces integrar el grupo de apoyo. Como ambos tenemos experiencia en el área, está claro que no existe la respuesta perfecta. En realidad, se debe adaptar el proceso a lo que sea más lógico en la situación en cuestión.
Es necesario hacer contacto con los aliados que se hayan identificado. A medida que se vaya integrando el grupo, la gente también atraerá a otros. No se necesita ser sigiloso, pero en este punto pueden no ser lo mejor promocionar el esfuerzo. Se puede decidir que la mejor estrategia es ver si se puede lograr el cambio sin pasar por la junta escolar, en cuyo caso, entre menos publicidad, mejor.
Es importante encontrar aliados dentro del sistema escolar en tantos niveles como sea posible. Los maestros, los administradores, el supervisor escolar, miembros comprensivos de la junta escolar y cualquiera que apoye lo que se está haciendo deberían involucrarse lo más posible. Es importante no poner a nadie en una situación comprometedora, pero entre mayor cantidad de aliados de dentro del sistema se tengan, hay mejores oportunidades de tener éxito.
Existen muchas situaciones en las que los aliados de dentro del sistema no son necesarios. Por ejemplo, no se requiere el apoyo de muchos maestros para convencer al director o al supervisor que un niño atropellado frente a la escuela no es bueno. Hay que darse cuenta cuándo se necesita reclutar maestros y otros empleados escolares y cuándo no.
Una vez que haya conjuntado cuando menos un grupo básico de trabajo, tomado de tantos sectores de la comunidad como sean posibles (entre más sectores se tenga, más apoyo se obtendrá), se debe considerar cómo abordar la situación. Hay muchas posibilidades: darle la vuelta completamente a la junta escolar, hacer una simple solicitud, tomarse el tiempo para obtener el apoyo de la junta escolar, amenazar con una demanda, hacer mucha publicidad en los medios de comunicación, usar la ira de los padres de familia y miembros de la comunidad, etc. Cada forma de abordar la situación funciona en alguna situación y ninguna sirve para todas las situaciones. Esa es la razón por la que la planeación es importante y por qué es vital involucrar a otros en ella. Se puede necesitar una idea escueta sobre a quién acercarse o tal vez una planeación estratégica completa, de cualquier manera, se necesita algo de planeación antes de decidir el modo de actuar.
Al igual que en la mayoría de las situaciones mencionadas en la Caja de Herramientas Comunitarias, recomendamos un proceso de planificación participativo y colaborador donde quiera que sea factible. Se termina con mejores ideas y hace más factible crear un plan con el que todos están convencidos y van a trabajar para que se logre. Si se planifica bien, se va a llegar a las opciones más simples, menos antagónicas y menos costosas en términos de tiempo, personas y otros recursos.
Las otras tareas importantes son las de desarrollar sistemas de coordinación y comunicación. Si una organización en particular dirige un esfuerzo de cambio de política, entonces esa organización actuará como el punto central. Si el esfuerzo lo impulsa un grupo desorganizado de padres de familia interesados, alumnos y otras personas, van a necesitar establecer algún modo de asegurarse que todos sepan lo que los otros están haciendo y de correr la voz cuando se necesita tomar alguna acción. No se necesita crear una organización formal para lograr estas tareas pero es importante establecer una estructura para asegurarse que se les prestó atención.
Hacer la tarea
Entre más se sepa el grupo sobre la política actual, el sistema escolar, el tema al que se refiere el cambio propuesto y los involucrados, mejores oportunidades de éxito habrá. La tarea que se debe hacer:
- Informarse sobre la política actual. Es necesario investigar exactamente cuál es la política actual sobre el tema. Si está escrita, se debe procurar tener una copia. Es posible que la situación ya esté cubierta y que todo lo que se necesite sea insistir en que se cumpla. También es posible que de alguna manera entre en conflicto con las leyes federales o estatales, algo que más trabajo o un abogado pueden aclarar. También es posible que no exista una política relativa al tema en lo absoluto, lo cual puede ser una ventaja, ya que eso puede darle al grupo la oportunidad de crear una.
- Conocer el tema de arriba a abajo. Se necesita que todos entiendan el tema lo suficiente como para poder contestar cualquier pregunta que les haga y para poder adelantarse y contrarrestar los argumentos de los opositores. Hay que conocer los argumentos de los opositores tan bien como los propios y asegurarse que ellos no vayan a salir con algo en lo que el grupo no ha pensado.
Si los opositores tienen argumentos válidos para los que el grupo no tenga respuesta, entonces se debe en incorporarlos a su forma de pensar o si realmente son diferencias de opinión, se deben reconocer como tales. Pero si así es, se necesita tratar de encontrar tantas pruebas válidas como se puedan para respaldar la opinión del grupo.
- Investigar las alternativas. Si la política actual es inaceptable o no sirve o no existe una política actual, ¿qué debiera proponerse en su lugar? No haría ningún bien adoptar una política que, a su manera, fuera tan dañina o inefectiva como la que reemplazó. Se deben buscar las mejores prácticas o, cuando menos, políticas que han servido en otras partes, para lograr los resultados deseados.
- Preparar la justificación del cambio propuesto. Se debe estar preparado para:
- Explicar exactamente por qué es necesario el cambio. Si es para corregir un problema, se deben poder definir y citar ejemplos del asunto, evidenciar por qué es un problema y describir cómo serían los resultados esperados de un cambio de política. Si el cambio es para llenar un hueco o implementar un programa necesario, se debe poder mostrar convincentemente cómo se va a beneficiar a los alumnos, a la escuela o a la comunidad con el cambio y cómo es que sus consecuencias van a mejorar las de la política actual o la falta de ésta.
- Demostrar que los beneficios sobrepasan cualquier costo involucrado en el cambio.
- Remitir a la investigación que respalda los argumentos. Mostrar estudios que demuestren mejoras de varios tipos en los resultados de los alumnos (calificaciones en lectura, asistencia y porcentaje de graduaciones, etc.), como consecuencia del tipo de cambio que se busca, puede ayudar a convencer a las personas apropiadas para actuar.
- Defender la propuesta de todo ataque y argumentos en contra. Esto de nuevo se refiere a que se debe conocer a los opositores y sus argumentos.
En algunos casos, las respuestas que el grupo dé a las objeciones de los opositores no los van a convencer porque probablemente están seguros de que el grupo está equivocado, a pesar de toda la evidencia de lo contrario. Por ejemplo, mucha gente está convencida que la educación sexual incita a los adolescentes a ser sexualmente activos, aunque los estudios consistentemente digan lo contrario. Si las creencias de los oponentes se basan en las emociones, pueden enmarcar los argumentos que arman su caso desde una perspectiva emocional. Cuando eso no sea posible, los argumentos del grupo todavía pueden convencer a otros y ejercer la suficiente presión para que se dé el cambio en la política.
- Asesorarse con expertos en la material para incrementar la credibilidad a los argumentos que se tengan. Esto será más fácil si en la comunidad hay o está cerca de un instituto de enseñanza superior o universidad.
Muchas veces es necesario asegurarse de que la presencia de un experto externo no aumentará las tensiones entre las partes del debate acerca del cambio de política. A pesar de que los expertos pueden darle autoridad a un argumento, también pueden ser vistos por los maestros, supervisores o miembros de la junta escolar como arrogantes o que están interfiriendo en una comunidad sobre la que no saben nada.
Algunas veces los mejores “expertos” que se pueden encontrar son alumnos o padres de familia en la comunidad que hayan tenido experiencias de primera mano que respalden la necesidad de un cambio. Las historias personales frecuentemente son de lo más convincentes, especialmente cuando los que las cuentan son vecinos y también miembros de la comunidad de quienes están escuchando.
- Aprender todo lo que se pueda sobre la estructura del sistema escolar y las personalidades de aquellos sus integrantes. No se puede tratar con un sistema escolar sin entender cómo opera. Una vez más, la mayor parte de los sistemas son jerarquías y las jerarquías cuentan con protocolos y reglas sobre a quién hay que contactar primero, quién toma las decisiones sobre diferentes asuntos, etc. Si se desconoce el protocolo, se pueden cometer un error que ofenda o amenace a alguien cuyo apoyo sea necesario. Un aliado o asesor comprensivo dentro del sistema puede ayudar al grupo a entender cuál puede ser la mejor forma de acercamiento.
Hay que tomarse el tiempo para encontrar cuál es la estructura de la cadena de mando del sistema. ¿Es rígida o flexible? ¿Quién le reporta a quién? ¿Por dónde empezar si se tiene una queja o se quiere discutir un incidente o un asunto? ¿Al nivel más bajo? ¿Al más alto? ¿A quién se sentirá ofendido si no se sigue el protocolo?
En la mayoría de los sistemas hay que empezar por el lugar más cercano al asunto. En un asunto que se relaciona con un aula hay que empezar con el maestro. Si la solución ahí no es satisfactoria o el maestro no puede ayudar, entonces hay que acudir con el director, seguir con el supervisor y finalmente con la junta escolar. Para un asunto de todo el sistema, habría que empezar con el supervisor. Si el asunto requiere de un cambio de política en el sistema, habría que empezar con el supervisor nada más para evitar sorprenderlo. En última instancia, cualquier cambio importante en el sistema debe tratarse ante la junta escolar.
El protocolo es tan importante como las personalidades de las personas involucradas. ¿Quiénes integran la junta escolar? ¿Qué integrantes son aliados potenciales en un intento de cambio de política, quiénes opositores potenciales y quiénes son los neutrales a los que hay que convencer? ¿Qué posturas han tomado sobre este asunto en el pasado? ¿Qué les es importante? ¿Quiénes son sus amigos y usuarios? ¿Quién va por su reelección o para que lo nombren de nuevo?
Ocasionalmente, efectuar un cambio de política puede ser materia para elegir o derrocar a la persona adecuada. El cambio de uno o dos integrantes de la junta escolar puede provocar un cambio de actitud y llevar a una nueva política. Eso fue lo que pasó en Dover, Pensilvania, el pueblo donde la junta escolar decidió enseñar el diseño inteligente junto con el evolucionismo. Aún antes del dictamen del juez, ocho de los nueve integrantes de la junta escolar que habían votado por la política fueron derrotados en las elecciones y sus reemplazos rápidamente la descartaron.
El grupo debe asistir a las sesiones de la junta escolar para entender cómo funciona. ¿Cuáles son las voces poderosas en la junta? ¿De quién son las opiniones respetadas y de quién las ignoradas? ¿Quién influencia a quién? ¿Quién responde a qué tipo de argumentos? ¿Funciona la junta escolar como un organismo unitario o está llena de desacuerdos y desconfianza?
La junta escolar es el organismo que emite las políticas en la mayoría de los sistemas escolares. Algunas juntas se apoyan totalmente en la asesoría y acuerdo con el supervisor y/o los maestros; otras toman sus propias decisiones, algunas veces basados en razonamientos, otras veces basados en lo que “saben”, lo que puede ser mucho o poco, puede ser correcto o inverosímil, etc. Es importante saber de quién se necesita el apoyo y qué oposición evitar para que el cambio de la política sea relativamente sencillo.
¿Cómo se toman decisiones en el sistema? El supervisor puede ser totalmente independiente o puede actuar nada más bajo la dirección de la junta escolar. Normalmente está entre estos dos; el supervisor es libre de desarrollar programas e iniciativas él mismo y/o con personal, pero necesita la autorización de la junta para llevarlas a cabo. La opinión del supervisor tiene mucho peso ante la mayoría de las juntas escolares. ¿Cuál es su filosofía educativa o tendrá una? ¿Cuál es su estilo de administrativo? ¿Se preocupa por la calidad de la educación o nada más por mantener su trabajo?
Otras personas que hay que conocer, cuando menos a distancia, incluyen a otros administrativos, maestros y empleados, particularmente líderes sindicales y activistas. ¿Quién es influyente en el sistema y a quién influencian? ¿Cuáles son sus prioridades y preocupaciones? ¿Qué es lo que quieren y necesitan? Muchas veces es bueno saber lo que se puede manejar como un punto de negociación.
- Identificar a los aliados y a los opositores, tanto en el sistema como en la comunidad. Puede haber grupos que sean aliados obvios en un asunto en particular. Una mayor flexibilidad en la forma de vestir o en los uniformes pudiera recibir fuerte apoyo de parte de los alumnos u ofrecer comida saludable en la cafetería pudiera tener el apoyo de los padres de familia, entrenadores y profesionales de la salud.
Los aliados y los opositores no siempre están en grupos claramente identificables. Algunas veces, cuando una política no beneficia o perjudica un grupo en particular, simplemente es una colección de individuos diversos a cada lado del asunto que están en desacuerdo sobre cómo hacer las cosas. En ese caso, se debe identificar a los aliados y a los opositores de uno en uno.
- Decidir si el cambio en la política es lo que realmente se necesita. Algunas veces un cambio en la política no va a resolver el problema o no es necesario. Dependiendo de la situación, puede haber una gama de posibilidades.
- Cambio de personal. El problema pudiera no ser la política sino simplemente la manera como un individuo o grupo decide cómo hacer las cosas. Cambiar a las personas puede resolver el problema. Ya mencionamos derrocar en una elección a los integrantes de la junta escolar. Otra posibilidad es pedir que despidan al supervisor o a otro empleado escolar.
Hacer que despidan a alguien es una medida drástica y no es fácil de lograr. Irónicamente, la persona más fácil de lograr que despidan es al supervisor escolar, ya que trabaja bajo el mandato de la junta escolar. La mayoría de los otros empleados del sistema están protegidos por los reglamentos sindicales. Pueden despedirlos por una causa pero ésta debe estar documentada y debe ser lo suficientemente seria para que se justifique el despido. El hecho de que a un grupo no les guste cómo enseña alguien o que no esté de acuerdo en cómo esa persona trata a los alumnos no es suficiente, a menos que haya un enorme respaldo de la comunidad para deshacerse de esta persona, que sea claramente incompetente o que haya violado estatutos importantes.
- Reenmarcar la actual política. La junta escolar pudiera querer redefinir la política de tal manera que se refiera al asunto sin que se efectúe un cambio de verdad.
- Llegar a un arreglo. Un arreglo puede no dar todo lo que se desea, pero puede satisfacer la necesidad básica que instigó el esfuerzo para el cambio.
- Aprobar una ley. El grupo puede hacer que se apruebe un anteproyecto de ley que arregle el asunto de una vez por todas, ya sea que se prohíba fumar en todos los edificios públicos en el estado, por ejemplo, o hacer que el castigo corporal sea ilegal.
- Presentar una demanda. Esto debiera ser un último recurso porque es caro, consume mucho tiempo y no hay garantía de los resultados. Pudiera ser que para cuando se decida el caso, los alumnos que estaban siendo afectados por la política que se quería cambiar ya hasta tendrán hijos propios. Es importante saber que la opción para una demanda está ahí, si no hay ninguna otra opción.
Trabajar para que la propuesta de cambio de política sea puesta en práctica
Una vez que ya se han colocado los cimientos para el cambio de política, es hora de empezar a actuar. Casi siempre se debiera empezar siguiendo el procedimiento establecido (se pueden hacer excepciones cuando ya existe una controversia inmensa sobre el asunto en las escuelas y/o la comunidad y se sabe que se tiene una pelea entre manos). Ese procedimiento cambia de sistema en sistema y muchas veces de escuela a escuela dentro de un sistema, pero si el grupo ha hecho su tarea, ya sabrá cuál es. Si seguir el procedimiento no funciona, la propuesta es rechazada sin más, nadie le da audiencia al grupo, lo están bloqueando con burocracia, es el momento de la acción comunitaria. Veamos ambas opciones.
Redactar el bosquejo de la política deseada.
Es absolutamente necesario ser claros como el agua sobre qué es lo que se desea que el cambio de política logre. La mejor manera de hacerlo es redactando un bosquejo de la política ideal, que diga exactamente lo que se busca. Entonces hay que revisar la redacción con el grupo básico de trabajo y sus aliados dentro del sistema para eliminar tropiezos potenciales con miembros de la comunidad y la institución. Si el grupo es cuidadoso e inteligentes durante este proceso, va a encontrar y corregir cualquier falla en su idea original, también. Algunas áreas a las cuales prestar atención mientras se redacta el bosquejo:
- Tener cuidado con consecuencias imprevistas. El grupo debe tratar de imaginarse todas las formas en que su nueva política pudiera materializarse, no nada más las “obviamente” positivas. Pudiera sorprenderse de los posibles resultados negativos. Mejor sorprenderse antes y corregir la política para protegerla de resultados negativos, en vez de ser sorprendido mucho más desagradablemente después.
- Posibles malas interpretaciones, ya sean por parte de la comunidad o por quienes van a implementar la política. Es necesario asegurarse de que el bosquejo diga exactamente lo que se quiere que diga y que su intención es inconfundible. Si la gente no la entiende, la puede tergiversar, ya sea en la implementación o en cómo la ve la comunidad.
- Posible mal uso, con o sin mala intención. De nuevo, si la redacción de la política no es clara, el personal escolar que la entendió mal o que tiene una filosofía diferente, podría en el futuro, usar la política para hacer lo opuesto.
- Culturalmente ofensivos. Se debe verificar que no haya aspectos de la política culturalmente ofensivos a grupos en particular, a menos que se esté tratando de corregir un intento de imposición de valores culturales o religiosos a la mayoría, como se vio en el ejemplo del evolucionismo, antes en esta sección.
Algunas políticas que parezcan necesarias a un grupo, como sería la de la educación sexual pueden, de hecho, ofender a otros padres de familia. La manera justa de negociar esto es dando a los ofendidos la opción de excluir a sus hijos de la política. Las excepciones pudieran también ser aplicadas para estipular la excepción a una política, como sería la de no usar sombreros, a judíos ortodoxos o velos, a mujeres musulmanas. Esto se llega a complicar si los muchachos no quieren ser excluidos de la política y puede convertirse en un asunto de asesoría e involucrar consultas con los padres de familia. Tal vez, si el cambio de política en cuestión es controvertido, algo de eso se puede incluir.
La cuestión sobre qué hacer surge cuando la controversia está entre la realidad y la creencia. Ya mencionamos que muchas personas están seguras de que la educación sexual incita a los adolescentes a la actividad sexual aún cuando les sea demostrado que los estudios prueban completamente lo contrario. Poco se puede hacer en tales situaciones o tal vez el grupo pueda presentar sus argumentos dentro del contexto de su visión del mundo. Ofrecer una opción es el mejor arreglo, pero los opositores pueden objetar aún eso en la creencia que ellos deben proteger a todos los niños, no nada más a los propios.
El grupo debe hacer de la iniciativa de cambio un proceso de colaboración tanto como sea posible. Cuando se pueda, debería sugerir establecer un comité de padres de familia, alumnos, maestros, administrativos, integrantes de la junta escolar y/o otros ciudadanos interesados, con el fin de tomar en cuenta alternativas, lenguaje apropiado, etc., para presentar a la junta escolar.
En general, iniciar las discusiones al nivel más bajo de responsabilidad en la jerarquía.
Esto es tanto una cortesía como una buena estrategia. A menos que ya se tenga una relación con un opositor y, algunas veces (y especialmente si ese es el caso), normalmente no es buena idea sorprender con algo al administrador escolar sin un aviso anticipado. Aparecer de repente en la oficina del director con un grupo de padres de familia enojados, sin primero discutir con él la situación por la que están molestos, por ejemplo, lo va a poner más a la defensiva y cerrado en su posición que abierto a considerar los cambios en la política.
Además, es mejor para el grupo obtener el apoyo de la(s) persona(s) que deben llevar a cabo la política propuesta. Si se debe acudir a un nivel más alto en la cadena, ése apoyo servirá en cada nivel.
En realidad, la importancia del apoyo de los niveles bajos depende de cómo se ve y ejerce el poder en el sistema. En un sistema bien administrado, una política que cuenta con el apoyo de los maestros y directores va a ser vista favorablemente por el supervisor y a su vez aprobada por la junta escolar. En un sistema donde el supervisor o la junta escolar están muy contentos de tener poder, el apoyo de los niveles bajos puede ser visto como un reto más que una recomendación y condenará la propuesta. En tal situación, a pesar de que sigue siendo importante contar con el apoyo de los maestros y directores, el grupo debe ejercer la presión de los padres de familia y de la comunidad para influenciar la junta escolar.
Para un asunto de todo el sistema, el protocolo demanda que se empiece por el supervisor, quien, a su vez, si lo ve favorable, trabajará con el grupo para presentar la propuesta de cambio de política a la junta escolar. Aún si no le otorga su apoyo al grupo, no se sorprenderá de que éste se acerque a la junta escolar. Si lo que se busca es cambiar una política generada por la junta escolar, se debe empezar por ésta.
La ventaja de empezar a un nivel bajo es que algunas veces un asunto se puede manejar a ese nivel sin tener que ir más allá. En muchos sistemas, el director de una escuela puede instituir una política en su escuela, asumiendo que no tiene implicaciones en todo el sistema, sin tener que pedir permiso del supervisor o la junta escolar. Un maestro (a) puede instituir una política en su aula para corregir un problema o puede cambiar el contenido de un curso sin mayor alboroto.
Si el asunto se puede resolver en un nivel bajo, tal vez el grupo se pueda ahorrar muchos problemas. Sin embargo, si lo que se busca son cambios más grandes, se debe empezar con las personas que deberán implementar la política (especialmente si se puede obtener su apoyo). Cuando menos, no estarán molestos con el grupo por sorprenderlos con algo nuevo. Si se tiene éxito a este nivel, muchos de los pasos descritos más abajo no van a ser necesarios. Si este nivel no hace caso al grupo o se niega, simplemente se debe llevar el asunto hasta la junta escolar.
Conseguir una cita con la junta escolar. Si el supervisor y algunos integrantes de la junta escolar están involucrados, ellos pueden asegurar que el grupo sea recibido con suficiente tiempo para una presentación adecuada de su propuesta.
Presentar la propuesta de cambio de política en una reunión de la junta escolar. Para tener resultados reales, se debe hacer algo más que sólo estar ahí presente. Aquí es donde la organización previa rendirá frutos.
Aunque se crea que el grupo interesado es el que va a presentar la política, a veces puede ser mejor que la presente un integrante de la junta escolar que simpatice con el grupo o el supervisor. Esto le dará credibilidad y probará que hay apoyo desde el sistema mismo.
- Llenar la reunión con partidarios de tantos sectores de la comunidad como sea posible. Alumnos, padres de familia, maestros, miembros interesados de la comunidad, grupos interesados en el asunto que la política atiende: profesionales de la salud si es sobre fumar o la policía si es sobre violencia, por ejemplo, la mayor representación que se pueda producir hará más obvio que hay un amplio entusiasmo por la propuesta.
- Hacer todo lo posible para atraer la atención de los medios. Hablar a los contactos en los medios de comunicación, enviar notas de prensa, etc., para asegurarse que presenten o que reporten el asunto, cuando menos.
En algunas comunidades los medios de información siempre están presentes, es el caso de las estaciones de cable de acceso público que comúnmente cubren las reuniones de la junta escolar y en las ciudades grandes muchas veces les dan cobertura las estaciones afiliadas o las estaciones populares de noticias por cable. La mayoría de las comunidades tienen presente cuando menos a un reportero de periódico. Se debe recordar esto No decir o hacer nada que no se esté preparado para ver en la televisión o en el periódico, aún si las reuniones se vuelven acaloradas. Se desea la presencia de los medios ahí para generar publicidad positiva para la propuesta, no para que sus partidarios luzcan mal
- Escoger cuidadosamente a un portavoz. Si varias personas del grupo van a hablar, se debe aprovechar la oportunidad de lucir a quienes hablan elocuentemente, pero no muy diferente de cómo lo hace el resto de la comunidad, que representen a una amplia gama de interesados (como serían los padres de familia, alumnos, grupos particulares afectados), que se presenten a sí mismos con respeto pero con firmeza y que tengan historias interesantes que contar o datos que aportar. Las historias personales en particular pueden provocar impresiones fuertes, particularmente si quienes las cuentan son conocidos de la audiencia o son personas con las que ésta se puede identificar.
- Ser claros y consistentes en el mensaje, sin importar quién lo presenta. Lo que se necesita decir debe ser claro, informativo y no antagónico, aunque esto no siempre es posible, pero hay que hacer lo mejor que se pueda. Debe respaldarse con hechos, estadísticas, resultados de estudios, experiencias de otros sistemas escolares y/o teorías educativas, psicológicas o científicas. Lo más importante es que se debe enfatizar cómo se beneficiarán los alumnos, la educación y/o la comunidad con el cambio de política (Si no traerá beneficios, ¿para qué defenderla?).
- Prepararse para los argumentos contrarios. Se debe estar seguro de poder contrarrestar los ataques con datos concretos y otras justificaciones. Si le hacen al grupo una pregunta importante que no pueda contestar (porque independientemente de cuánto se haya preparado, no se pueden abarcar todo), éste se debe ofrecer a buscar la respuesta y llevarla a la siguiente reunión. Aún si la pregunta es trivial, se debe tratar con respeto a menos que obviamente la intención sea ridiculizar o humillar. Si es para ridiculizar, se debe contestar con humor, en vez de arrebato.
- Respetar las limitaciones de tiempo de la junta escolar, pero no permitir que se haga al grupo a un lado sin haber expresado su punto.
- Respetar los procedimientos de toma de decisiones de la junta escolar. Algún estatuto de ésta puede requerir un periodo de una o dos reuniones para tomar decisiones de política. Muchas veces, aun sin dicho estatuto, las decisiones importantes sobre política no se toman la primera vez que se ve un cambio de política, más bien, se permite que pase el tiempo en una o más reuniones subsecuentes antes de someter a voto el cambio. Si es así, el grupo debe seguir esforzándose en reclutar una gran cantidad de grupos grandes, diversos y vocales de partidarios y de que el mensaje siga siendo consistente.
Si parece que el grupo no llevas las de ganar, hay maneras de rescatar la situación. Una de ellas es la de asegurarse de que se cuenta con un último recurso, una variante de lo que se pide que puede no ofrecer todo lo que se desea, pero que otorga lo más importante y al mismo tiempo, hace a un lado lo más controvertido o difícil de la propuesta. Otra táctica puede ser acceder a o incluso pelear por estudiar más la propuesta. Con tiempo para reflexionar y también tiempo para que reunir más apoyo, la junta puede darse cuenta que un paso controvertido o difícil es necesario para el bien de los alumnos y el sistema.
Si la propuesta de cambio de política es rechazada, el grupo se debe reunir y crear estrategias de nuevo.
Existen posibles razones por las que la propuesta pudo haber sido rechazada.
- La junta escolar realmente pensaba que ésta no beneficiaba a los alumnos. Si el grupo sigue creyendo que la junta escolar está equivocada, se debe seguir presionando para lograr el cambio. Se puede preparar más información con hechos y cantidades más impresionantes que respalden los argumentos, continuar construyendo el apoyo comunitario para poder presionar a la junta escolar, invitar a los integrantes de la junta escolar a formar parte del grupo de estudio del asunto, trabajar para obtener el apoyo de los maestros, etc. Conforme pase el tiempo, si el cambio propuesto realmente tiene sentido y va a beneficiar a los alumnos, es razonable esperar persuadir a suficientes integrantes de la junta escolar para lograr que el cambio de política se apruebe.
- La junta escolar rechazó la propuesta porque el cambio no estaría de acuerdo con cómo se hacen las cosas en el sistema. Si el cambio es educativamente benéfico para los alumnos, éste debiera darse a menos que sea incosteable, como sería el caso que todos conocen de que las clases pequeñas son mejores para los alumnos, pero la mayoría de los sistemas no pueden recaudar suficientes impuestos para hacerlas posible, o que pudiera imponer una carga de trabajo injusta para los maestros y administrativos. Si la razón simplemente es que cuesta mucho trabajo o “no hacemos las cosas así”, eso es una falla en el deber de la junta escolar y el sistema para con los alumnos. Los esfuerzos del grupo debieran orientarse a señalar esto y, de nuevo, continuar recaudando apoyo y aumentando su accesibilidad.
En cierta forma, esto va a ser más difícil de manejar que el mismísimo asunto. Muchas escuelas están, de hecho, organizadas alrededor de las necesidades de los adultos involucrados, más que las de los muchachos. “Siempre lo hacemos así” es el camino que requiere el menor esfuerzo, y sacar a la gente de ese camino puede ser extremadamente difícil.
- La junta escolar rechazó la propuesta por razones irrelevantes para la educación, equivocadas, irracionales o simplemente inaceptables, como sería la falta de creencia en el evolucionismo, falta de disponibilidad para enfrentar el hecho que un gran porcentaje de los adolescentes son sexualmente activos, prejuicios raciales, etc. En esta situación, se debe convencer a la comunidad que la junta escolar está totalmente equivocada o que sus razones entran en conflicto con una práctica educativa razonable, la lógica y/o decencia común, por no mencionar la Constitución. Eso comúnmente implica activismo comunitario, organizar el apoyo, uso de los medios e integración de diversas formas de acción directa.
La realidad es que la aproximación mediante la acción social puede ser necesaria en cualquiera de estas tres situaciones, si la junta escolar se muestra inamovible y se cree que el cambio propuesto es necesario para el bienestar educativo, físico o psicológico de los alumnos. Algunas tácticas de acción social que pueden ser útiles:
- Organizarse para derrocar a los opositores integrantes de la junta escolar en la siguiente elección. Esto puede exigir paciencia. Algunas comunidades eligen a toda una junta escolar una sola vez por un periodo definido de 2 ó 3 años, normalmente. Otros tienen periodos de tres o cuatro años, de tal manera que únicamente un tercio o un cuarto de la junta escolar se reelige en cualquier año. Esto quiere decir que se va a tener que esperar dos o tres años para realmente ganar una mayoría favorable en la junta, incluso si ganan todos los candidatos que el grupo apoya.
- Usar los medios de comunicación. Éstos pueden hacer que el mensaje llegue a todos y rápidamente. Se requiere entre otras actividades, establecer relaciones con reporteros comprensivos, editores, gerentes de estación, etc., organizar conferencias de prensa, orquestar cartas al editor y asegurarse de recibir cobertura en eventos y actos del grupo y contactar a los medios estatales y nacionales para ampliar el apoyos y aplicar aun mayor presión a la junta escolar.
- Mantener una presencia vocal en las reuniones de la junta escolar. Si es adecuado, hay que continuar llenando las reuniones con partidarios y pedir el cambio de política en cada oportunidad. La cobertura de los medios de las reuniones va a ayudar a que todos se enteren. Entre más mal trate la junta escolar al grupo, peor se van a ver y más simpatía sentirá la comunidad por su causa, siempre y cuando se éste se mantenga sensatos y respetuosos en las reuniones.
Hay que estar conscientes de la magnitud del cambio de política. Si la petición es pequeña, una que afecte una sola aula, por ejemplo, carece de sentido levantar protestas públicas sobre ella. Si afecta a todo el sistema de una manera profunda, es lógico llamar mucho la atención sobre ella. Se deben usar tácticas que sean similares a la importancia del asunto.
- Ejercer acción directa. Se pueden llevar a cabo reuniones públicas, mítines, manifestaciones, campañas petitorias, protestas y otros eventos para llamar la atención a la necesidad de un cambio de política y explicarla. Estos eventos también probarán la dimensión del apoyo y ejercerá presión en la junta escolar, para que como un cuerpo electo, responda a la opinión pública.
- Forzar la renuncia de la junta escolar o de los integrantes que estén bloqueando la propuesta. Esto lleva menos tiempo que el proceso de elección, pero depende de que exista en los estatutos de la comunidad o de la junta escolar una cláusula para pedir la renuncia de alguna persona. Si la hay, obtener un cierto número de firmas puede forzar a que se convoque a elección de renuncia. Antes de tomar este camino, se debe estar seguro de que hay una oportunidad razonable de que la convocatoria para exigir la renuncia sea exitosa y que las personas que ocupen los lugares de los integrantes de la junta escolar que fueron retirados respaldan el cambio de política que se desea. Las elecciones de renuncia tienden a crear divisiones y animosidades en las comunidades, las cuales pueden tomar años, incluso vidas enteras para sanar, y no se deben introducir con ligereza.
- Trabajar para que se apruebe legislación que haga el cambio de política deseado una ley estatal. Si ya se cuenta con un abanderado legislativo o una relación con uno o más legisladores, ésta puede ser una buena dirección a tomar. Si se empieza sin nada, todavía podría valer la pena pero va a tardar más y a necesitar un esfuerzo de organización importante. La ventaja es, por supuesto, que se no va a tener que luchar la batalla por el cambio de política otra vez y que se va a beneficiar a más alumnos que sólo los de la comunidad inmediata.
- Interponer una demanda. Como ya se dijo antes una acción legal, normalmente esto es un último recurso por su costo y el tiempo que probablemente tome. Por otro lado, la amenaza o la presentación misma de la demanda puede ser suficiente para provocar que la junta escolar cambie de opinión. Un abogado simpatizante, que puede haber uno entre el grupo, puede ayudar aquí a crear una estrategia.
Una vez que se gane el cambio de política que se busca, es necesario reorganizarse y abordar el siguiente asunto.
Aunque este esfuerzo haya sido difícil o fácil, se logró reunir un grupo que trabajó junto para lograr un cambio de política…pero aún no ha terminado. Al igual que con muchas otras cosas descritas en la Caja de Herramientas, se deben mantener las ganancias logradas, asegurar que el cambio de política no nada más se hace, sino que se hace de la manera más benéfica para los alumnos y que continuará en el futuro cercano. Además, es poco probable que éste sea el único cambio necesario, tanto en el sistema escolar como en la comunidad. Por ahora, es hora de tomarse un tiempo para saborear la victoria, celebrar, felicitarse…y después regresar a la tarea de hacer el sistema escolar y la comunidad lo mejor que puedan ser.
Para resumir
A veces es necesario buscar el cambio de política en las escuelas o en los sistemas escolares con el fin de mejorar o proteger los beneficios educativos de los alumnos, para preservar la salud física y psicológica y la seguridad no sólo de ellos sino también del personal docente y la administración e integridad del sistema. Debido a que las escuelas y los sistemas escolares tienden a ser jerárquicos y difíciles de mover, esto puede llevar al conflicto o a un callejón sin salida, dejando que los alumnos sufran los efectos de las oportunidades inferiores de aprendizaje, escuelas deterioradas o peligrosas o poco justas o del tratamiento abusivo por parte del personal escolar o de otros alumnos.
Es de lo más efectivo trabajar en colaboración con la junta escolar, el sindicato de maestros y los padres de familia, alumnos y miembros interesados de la comunidad, para llegar a la mejor solución del problema y cambiar y vigilar la política resultante. Cuando hay resistencia para este curso de acción –por una diferencia sincera de opinión, por resistencia al cambio de cualquier tipo o por suposiciones inaceptables o ideas de parte de los legisladores, por ejemplo, racismo, algún tipo de conflicto es inevitable. Al reunir un grupo comunitario fuerte y diverso que apoye el cambio y al usar el apoyo que un grupo requiere, como sería la presión pública, la atención por parte de los medios, la investigación de prácticas prometedoras, etc., se puede lograr el cambio deseado. Entre menos desagradable y más cooperativo se pueda hacer el proceso, mejores serán las probabilidades de que el siguiente esfuerzo de cambio sea más fácil (y seguramente habrá otro esfuerzo de cambio; siempre hay),
Recursos en línea
Eight steps to policy change from North Carolina Tobacco-Free Schools.
ERIC Digest 148 – school dress policies (uniforms and other dress codes as violence prevention).
Gay Lesbian Straight Education Network. Gets you to a huge resource for gay/lesbian/straight issues.
How to start a gay/lesbian/straight alliance in a school.
Kit on changing food policy in schools from Massachusetts Public Health Association
Site of Californians for Pesticide Reform – how to change school policy (decent rules for any issue).