Ejemplo # 1: Femke Rosenbaum y las celebraciones espontáneas
La mejoría de instalaciones comunitarias puede ser un proceso largo. Para crear una nueva instalación y convertirla en una institución comunitaria, se puede tener que esperar en la fila mientras otras instalaciones son creadas, atravesar enredos políticos e interpersonales y tener una persistencia enorme. Femke Rosenbaum, fundadora del Centro de Artes Comunitario Celebraciones Espontáneas, ha sido capaz de manejar todo esto y más para crear un centro vecinal que ahora es un sólido integrante de su comunidad.
Celebraciones Espontáneas, es un centro de artes comunitario en el barrio de Jamaica Plains en Boston, Massachusetts. Lleva a cabo programas para jóvenes y adultos, proporciona espacio para otros proyectos de arte y ofrece festivales comunitarios. Es una instalación comunitaria de propiedad de la comunidad y administrada por ella misma, y la diversa directiva incluye adolescentes así como también adultos y personas de varios orígenes y culturas.
El centro refleja la visión de su fundadora, nacida en Holanda, Femke Rosenbaum. Cuando ella y su marido, Peter se mudaron a Jamaica Plains al comienzo de los años 70, no buscaban solamente un lugar para vivir, sino una comunidad de la cual pudieran hacerse parte y formar la familia que planeaban. Esperaban trabajar por cambios sociales, no a través de la protesta y la confrontación, sino a través del arte y la formación de relaciones. Compraron una gran casa estilo victoriano, de precio accesible gracias a la entonces nada agradable reputación del barrio, y se asentaron para largo rato.
Antes de llegar a Jamaica Plains, Femke había dado clases en una escuela primaria alternativa en Filadelfia. Ella declara, “Yo estaba influenciada por la Sociedad sin escolarización [de Ivan Illich] y la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire.Quería llevar la educación a la comunidad”. Con la esperanza de conectar a las escuelas y a la comunidad, ella comenzó un centro de arte comunitario en su sótano. Esperaba reunir niños de muchas áreas del diverso barrio para crear arte a partir de materiales reciclados, para aprender a respetar la Tierra y al prójimo. Rápidamente su casa se llenó, casi la mayoría de las tardes, de niños que hacían ruido y ejercitaban ahí su creatividad. Femke había plantado las primeras semillas de una instalación comunitaria única.
En la década antes de que los Rosebaums llegaran, gran parte del barrio había estado amenazada de ser dividida debido a planes municipales de construir una carretera en medio de ella. Centenas de hogares y negocios ya habían sido demolidos para poder construir la carretera, lo cual había dejado terrenos baldíos y había fragmentado el corazón de la comunidad. Dichos terrenos abandonados se volvieron un imán de crimen, dividiendo aún más a Jamaica Plains al crear una barrera peligrosa entre las áreas de cada lado.
Por ahí de 1970, algunas protestas por parte de la comunidad habían frenado los preparativos para la carretera (la cual fue formalmente desechada en 1975), pero la devastación del área – ahora llamada de Corredor Sudoeste – permaneció. En 1976, se formó la Granja Comunitaria del Corredor Sudoeste para crear jardines comunitarios en una parte de los terrenos baldíos. El número de jardineros creció rápidamente, con Femke y Peter entre ellos. A pesar de que el jardín comunitario prosperaba, la mayor parte del Corredor Sudoeste todavía era un paisaje cubierto de vegetación y basura…y más semillas fueron plantadas.
Femke, ya con tres niños pequeños, aún daba clases de arte en su sótano, pero había hecho conexiones con una cantidad de grupos de todo tipo, algunos con orientación política; otros, cultural; otros, medioambiental. Unos de los grupos estaba encabezado por una mujer que enseñaba folclore en la universidad local y que estaba especialmente interesada en festivales y su importancia en varias sociedades. Femke, que para entonces era miembro del Consejo de Arte de Jamaica Plains, reclutó un grupo para organizar un festival comunitario. Ellos trabajaron con la folclorista para definir las tradiciones de varios grupos, -hispanos, afro-estadounidense y blancos de clase trabajadora de varios orígenes europeos – de los barrios de Jamaica Plains y el vecino Roxbury. Más tarde, el grupo consiguió una donación para dar clases de danzas tradicionales y otras actividades a los niños, quienes entonces las presentarían en la celebración comunitaria de primavera.
El primer Festival Despertemos a la Tierra, organizado por Femke y algunas otras personas, tuvo lugar en mayo de 1979 en terrenos abiertos del Corredor Sudoeste, cerca de los jardines comunitarios. Era “una celebración para demostrar lo que se puede hacer cuando personas de todas las tradiciones, culturas, edades y credos se unen”, para celebrar el uso de terrenos abandonados y para crear una tradición comunitaria. Femke, por medio de contactos previos con ellas, pudo convencer a las escépticas organizaciones afro-estadounidense y latina de Jamaica Plains y Roxbury (con un larga historia de haber sido usadas políticamente) de participar.
La cooperación de la ciudad no fue fácil. “En la mañana del festival, nos dimos cuenta de que el terreno vecino aún estaba cubierto de basura, cuando la ciudad había quedado en limpiarlo. Lo barrimos todo y lo pusimos en el camión de descarga de Peter y lo estacionamos detrás del invernadero. Cuando se acabó el festival, lo devolvimos a la tierra en una gran pila, no desparramada. La ciudad eventualmente se lo llevó, semanas más tarde”.
Los participantes desfilaron por los tres barrios representando las distintas culturas involucradas y hubo presentaciones espectaculares de danza y comida. En verdad había nacido una tradición comunitaria: mayo, 2007, marcó el vigésimo séptimo Festival Despertemos a la Tierra. El primero atrajo varias centenas de personas, lo cual fue en sí sorprendente; los visitantes al festival ahora comúnmente suman 10.000 – sin publicidad.
Poco tiempo después, parcialmente como resultado del éxito de Despertemos a la Tierra, Femke fue instrumental en un esfuerzo del Consejo de Artes en adquirir la antigua estación de bomberos del barrio, la cual iba a ser reemplazada, para un centro comunitario de artes y presentaciones. Eventualmente, luego de mucha discusión política, nació el Centro Comunitario de Artes Estación de Bomberos, con Femke como miembro de la directiva. Ésta estaba dividida, no obstante, entre los que creían en el arte por el arte y los que, como Femke, también lo veían como un instrumento para cambios sociales.
Femke es muy clara en que no estaba particularmente interesada en el arte político, pero si en el arte como un vehículo. “Yo estaba politizada, pero realmente quería hacer algo positivo – de eso se trataba Despertemos a la Tierra. Veía el arte como una forma de unir a la gente”.
Sin embargo, muchos la consideraron radical, y su relación con la Estación de Bomberos y su director, nunca fue cómoda. Sin embargo, su edificación comunitaria continuó: en 1984, para entonces con cuatro hijos, lideró el primer Festival del farol. Un grupo de residentes del barrio cargaron faroles hechos en casa – muchos construidos en talleres de faroles en la Estación de Bomberos – alrededor de los 62 acres del Estanque Jamaica, uno de las características centrales del barrio, en una tardecita a fines de octubre.
Otra tradición comunitaria nació: el Festival del farol, ahora con más de 20 años, frecuentemente atrae una procesión de aproximadamente 5000 personas a lo largo de unos dos kilómetros, trayendo luz cuando las noches se vuelven más largas. Algunos años después, el Festival Tropical a medio invierno fue iniciado para recaudar fondos para la Estación de Bomberos, y también tomó vida propia.
Femke rozaba con las restricciones de programación que le imponía la asociación con la Estación de Bomberos. “Ellos querían que ejecutara un programa que fuese un par de horas, un par de tardes por semana, sólo para inventar cosas para los festivales. Sin embargo, cuando los festivales se aproximan, se trabaja sin parar y yo quería hacer algo más que fabricar vestimentas o enseñar a caminar con zancos. Entonces en 1991, arrendé el sótano a nombre de Celebraciones Espontáneas. Ese fue el comienzo de Espontáneas, el nombre en el cheque en 1991”.
Cuando la Estación de Bomberos rehusó su oferta de arrendar el espacio del sótano a largo plazo, Femke comenzó a buscar un edificio, mudando Celebraciones Espontáneas al antiguo Club Alemán, a unas cuadras de distancia, en 1995. Desde entonces, el centro se ha convertido en una verdadera instalación comunitaria. Comenzó con un programa de Festival de Artes para niños en escuela secundaria y se enfocaba en fabricar vestimentas y decoraciones para los festivales y aprender danzas tradicionales, canciones y habilidades (caminar con zancos, por ejemplo). Un grupo de alumnos se quedó tan entusiasmado que permaneció con el programa por tres años. Como Espontáneas ya no tenía un programa de bachilleres, ellos iniciaron uno por su cuenta – Beantown Society, el cual estaba dedicado a erradicar la violencia juvenil en el aún peligroso barrio.
Un curso de percusión de tradiciones distintas originó el Grupo Espontáneo de Samba, el cual toca en los festivales Espontáneos y en otros eventos y locales de la ciudad. La Piñata, un programa de la Red Cultural de la Familia Latinoamericana, les enseña las tradiciones de sus culturas a niños latinos. De modo general, Celebraciones Espontáneas es un lugar animado que refleja los rostros, culturas y tradiciones de todas las personas en el barrio y áreas vecinas. Ahora es una institución comunitaria, sinónimo de Jamaica Plains. Sirve para presentarles a los niños de todas las culturas, otras culturas y tradiciones, para despertar su creatividad e inculcarles la importancia de celebrar la vida. Y en el presente, aunque Femke se haya retirado de su asociación formal con el proyecto, éste continúa cambiando vidas y creando una comunidad más fuerte.