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Sección 8. Establecer un programa de educación entre colegas e iguales

  • ¿Qué es la educación entre iguales?

  • Descripción de algunos tipos de programas educativos entre iguales.

  • ¿Cuándo sería útil un programa educativo entre iguales y cuándo no?

  • ¿Cómo diseñar e implementar un programa educativo entre iguales?

  • Algunos ejemplos de programas educativos entre iguales.

En la Edad Media o en el Renacimiento, o incluso en el siglo XX en algunos lugares, si uno quería que su hijo fuera maestro albañil, uno rogaba por un puesto (o le compraba uno) como aprendiz con un especialista en el oficio. Aunque el muchacho comenzaría barriendo, acarreando piedras, mezclando cemento y haciendo toda clase de tareas insignificantes, el maestro contratista y los aprendices con más experiencia le enseñarían las habilidades que le permitirían, con el tiempo, a convertirse en un aprendiz oficial y después en un contratista por su cuenta. Durante el periodo de aprendizaje, a medida que su habilidad mejorara, pasaría parte de su tiempo enseñando a aprendices más jóvenes, quienes, a su vez, enseñarían a otros más adelante. Pues bien, esta situación podría muy bien verse como educación entre iguales o pares.

La palabra “par” significa un igual, alguien de la misma condición que uno. Un programa de educación entre iguales implica recibir enseñanza o tutoría de otras personas con procedencias socio-culturales similares a las de uno mismo. Esto puede significar que los niños eduquen a niños, que vecinos eduquen a miembros de su comunidad, que gente con conocimientos eduquen a otros con conocimientos similares etc. Una relación de educación entre iguales es una educación entre iguales, no una educación donde el maestro tiene todo el conocimiento o autoridad y el que aprende no tiene ninguna.

La educación entre iguales puede incluir cualquier área: temas de salud, alfabetización, desarrollo comunitario, tareas escolares…. lo que se necesite. Los educadores entre iguales por lo general son voluntarios, en parte para mantener esa relación de iguales, y los que aprenden pueden volverse educadores también. Los maestros y los alumnos pueden intercambiar roles de cuando en cuando como parte del programa: imaginemos, por ejemplo, una situación donde los jóvenes de alguna población indígena enseñen a las personas mayores a leer, y que ellos a su vez, les enseñen las tradiciones o el idioma de sus ancestros. Existen programas como éste, y sirven para relacionar a los jóvenes y a las personas mayores en una comunidad para conservar una cultura que se encuentre en peligro de perderse.

Un programa de educación entre iguales es una manera de mejorar los servicios comunicando la información requerida por toda la comunidad. A través de programas de este tipo, la gente puede obtener conocimiento y habilidades para fortalecer sus comunidades, defenderse y defender sus necesidades, y afirmar el control sobre sus vidas. Tal como nuestro aprendiz de maestro albañil podía continuar hasta llegar a ser un maestro en el oficio y enseñar a los aprendices, los alumnos de los programas de educación entre iguales pueden continuar hasta llegar a ser líderes en sus comunidades y enseñar a otros lo que aprendieron.

De alguna manera, la educación entre iguales se asemeja a la tutoría, a los grupos de apoyo o incluso a los programas de intercambio de habilidades. No obstante, a diferencia de la tutoría, la educación entre iguales necesita tener una relación entre iguales; a diferencia de un grupo de apoyo, tiene una meta práctica en particular; y a diferencia del trueque o intercambio de habilidades, los materiales que le incumben son la información y la educación. Sin embargo, los educadores entre iguales actúan como tutores gran parte del tiempo; sin duda alguna brindan apoyo (a menudo de forma mutua, entre maestro y alumno); y los educadores entre iguales y los alumnos frecuentemente intercambian habilidades y conocimiento. En otras palabras, la educación entre iguales puede ser mucho más que una simple relación de enseñanza, y un buen programa de educación entre iguales puede tener un profundo efecto en la vida de las personas y sus comunidades.

“Educación entre iguales” se utiliza aquí para cubrir las más amplia variedad posible de actividades y servicios. Incluimos todo, desde situaciones de tutoría relativamente formal hasta programas que son básicamente de actividades de alcance en las calles. Algunos de los temas tratados en esta sección – reclutamiento de alumnos, por ejemplo – son relevantes para cierto tipo de situaciones, mientras que otros abordan la educación entre iguales en general. Se debe tener en cuenta que los objetivos propios de cada iniciativa son los que ayudan a decidir qué es aplicable a ese programa.

¿Qué es la educación entre iguales?

Como se explicó anteriormente, la educación entre iguales es una relación de enseñanza o co-enseñanza entre las personas que son de alguna manera iguales. Dicha igualdad puede estar definida por edad, género, geografía (gente del mismo vecindario o el mismo pueblo), ingreso, grupo étnico o racial, cultura, procedencia, impedimento físico… cualquier cosa que la gente pueda tener en común. La idea fundamental es que los educadores entre iguales y los alumnos compartan algún tipo de experiencia común y el deseo de ayudar y aprender del otro.

La educación entre iguales se basa en la premisa de que los alumnos a menudo prefieren relacionarse y confiar en otros en iguales situaciones que ellos, más que en profesionales cuya experiencia puede ser distinta. La relación de educación necesita entonces ser entre iguales, no una en la que el maestro mantiene la autoridad e imparte pizcas de conocimiento o da su aprobación cuando lo cree conveniente. La posibilidad—y tal vez incluso la expectativa - de un intercambio de conocimientos o de que el alumno pueda convertirse en educador es a menudo una parte importante de la educación entre iguales.

Mucha de la investigación realizada acerca de tutoría entre iguales, por ejemplo, se llevó a cabo en una época en que el concepto era más bien sobre una persona más competente que enseñaba a una menos competente (un alumno con más edad que le impartía clase a uno menor, por ejemplo). Parecía demostrar que de hecho era el tutor, en lugar del alumno, el que obtenía mayor beneficio de la relación. El hecho de dar clase ayudaba al tutor a afianzar su comprensión de la materia, y también le servía para aumentar su autoestima y seguridad en sí mismo, haciendo posible que mejorara su aprendizaje en general.

Actualmente, se toman en cuenta estas conclusiones, razonando que si el hecho de instruir es tan benéfico, entonces todos deberíamos hacerlo. Así, la tutoría entre iguales se concibe ahora como una situación en la que todos los participantes son tanto maestros como alumnos. Esta aproximación, utiliza el proceso de tutoría como una “estrategia central de instrucción”, en la que la tutoría en sí misma está diseñada para facilitar el aprendizaje, y en la que todos los participantes de un programa de este tipo son tanto tutores como alumnos.

En una verdadera situación de educación entre iguales, el educador actúa menos como profesor que como facilitador. El peso de la enseñanza recae sobre el alumno. En esta situación, tanto el educador como el alumno entienden que todo progreso que alcanza el alumno, le pertenece a él y no al educador. Al mismo tiempo, el educador no tiene que cargar con la presión de saber todas las respuestas todo el tiempo, de manera que su autoridad no se ve comprometida. Algunas veces, el educador entre iguales puede crear una experiencia mucho más enriquecedora al no saber la respuesta: aprender junto con el alumno y ayudándole a encontrar la respuesta, le enseñado a tomar las riendas de su propio aprendizaje.

La educación entre pares no tiene que ser una relación entre dos personas. De hecho, la organización tutor-alumno no existe en absoluto en algunos programas. La educación entre pares puede darse en grupos, ya sea con uno o más educadores y varios alumnos o con un grupo de alumnos. Quién es el educador y quién es el alumno puede cambiar en el curso de una sesión, en función de lo que se esté tratando o enseñando. Toda la relación puede crearse como una organización recíproca, con cada participante enseñando al otro a cambio de que se le enseñe alguna otra cosa (como en el ejemplo de los jóvenes de una comunidad indígena instruyendo a las personas mayores). Otra posibilidad es que una vez que el alumno haya dominado lo que se le está enseñando, se convierta a su vez en educador entre iguales, como lo harán aquéllos a los que él entonces enseñe.

Muchos educadores creen que, en palabras de un viejo proverbio, “no hay maestros, hay solamente alumnos”. No es posible sembrar conocimiento o capacidad de razonamiento en la cabeza de nadie. El alumno tiene que aprenderlo, entenderlo y ponerlo en contexto. Dado este supuesto, el educador cumple mejor la función de facilitador, alguien que hace que el aprendizaje sea más fácil. Al analizar los problemas con el alumno, al mostrarle cómo encontrar información o al resolver un problema para el cual no sabe la respuesta, el educador a menudo puede ser más eficaz que si simplemente le diera las respuestas al alumno.

Cabe mencionar aquí que nada de esto es necesariamente intuitivo para los educadores entre iguales voluntarios – e incluso para los que reciben remuneración. Saber algo no significa necesariamente que uno pueda enseñar bien ese conocimiento; y ser un par no significa necesariamente que uno no va a tomar la autoridad cuando se encuentre en situación de poder hacerlo. Los educadores entre iguales necesitan capacitación antes de comenzar, y apoyo y supervisión mientras trabajan. La capacitación, el apoyo y supervisión se describen en mayor detalle más adelante en esta sección.

Descripción de algunos tipos de programas educativos entre iguales.

Los programas de educación entre iguales pueden tomar distintas formas dependiendo de las diferentes comunidades, temas y necesidades. Mientras que un programa de ayuda en tareas escolares en una escuela puede funcionar para los adolescentes, el marco de la escuela puede no funcionar en absoluto para los jóvenes que han abandonado los estudios y quieren mejorar su lectura y redacción, pero que aún tienen malos recuerdos de la educación formal. Un programa padre a padre que pretende llegar a las madres con niños pequeños necesita considerar las necesidades de cuidado de los niños y las necesidades de los niños en sí. Un programa en el que las personas mayores ayudan a informar a las personas mayores acerca de testamentos y acerca de cómo lidiar con el sistema de protocolización de testamentos, debe respetar las limitaciones físicas de todos los participantes.

Muchas de las posibilidades de la educación entre iguales pueden no incluir ninguna educación formal en absoluto, aunque sí implican un proceso educativo. Algunas de las formas que puede tomar la educación entre iguales incluyen:

Programas de educación formal

Como por ejemplo Voluntarios de América, en los que voluntarios comunitarios (o una que otra vez, tutores asalariados de la comunidad) ayudan a otros a aprender habilidades o información concretas. Frecuentemente estos programas son  individualizados, pero pueden también tener otro tipo de organización: un tutor que trabaja con un grupo de alumnos, varios tutores y alumnos que trabajan juntos, grupos de alumnos que trabajan juntos y con tutores, etc. La educación formal está limitada a menudo a una materia específica, pero tiene la posibilidad de abarcarla de forma extensa, dependiendo de los intereses de los tutores y alumnos. Los programas pueden llevarse a cabo en un espacio formal –una biblioteca, una sala de conferencias de un hospital, una escuela- o en la casa de los tutores o alumnos. Los lugares de reunión son lo suficientemente aislados como para proteger la privacidad del alumno.

Este tipo de educación conlleva el peligro de convertirse – o ser desde el principio- una relación desigual, en vez de ser una verdadera educación entre iguales. A pesar de que los tutores y los alumnos pueden ser de la misma comunidad, pueden haber vivido circunstancias y experiencias muy diferentes, y los tutores pueden verse a sí mismos como si estuvieran “rebajándose” para ayudar un alumno “desafortunado”. Es aquí donde la capacitación y el apoyo cuidadosos para el tutor – así como un proceso serio de selección antes de comenzar la capacitación- son de extrema importancia.  Se pueden perder muchos de los beneficios de la educación entre iguales si la relación tutor-alumno no es una relación de cooperación igualitaria.

Los programas de alcance a la comunidad

donde el educador entre iguales busca a los alumnos en el ambiente en el que se encuentran más cómodos y donde es más factible encontrarlos. Con frecuencia este programa es especialmente efectivo con adolescentes en riesgo, generalmente renuentes a asistir a sesiones formales y que muchas veces no confían en los adultos.

Un eficaz programa de educación sobre el SIDA en Boston capacitó a voluntarios adolescentes en conocimiento sobre la enfermedad y en métodos de sexo seguro. Los voluntarios entonces salieron a la calle y a los patios de las escuelas, equipados con provisiones de condones e información, a hablar con otros chicos en el lugar donde los encontraban. Una vez que los adolescentes eran conocidos, podían convencer a sus pares para asistir a las charlas para aprender sobre el SIDA y su prevención, y a practicar y predicar la verdad del sexo seguro.

Como en el ejemplo anterior, los educadores entre iguales de un programa de alcance parecen no estar “enseñando” de la manera estándar a la que estamos acostumbrados, pero su mensaje puede ser la manera más eficaz por la misma razón.  Pueden trabajar con individuos o con grupos, y algunos a los que llegan –como de hecho ocurrió en el programa de prevención del SIDA-  pueden volverse educadores también.

Talleres

Donde un voluntario capacitado lleva a cabo presentaciones programadas de temas específicos en la comunidad. Un taller puede estar patrocinado por una organización establecida o ser parte de un programa independiente dirigido a un tema de interés o importancia para la comunidad. Puede ser una conferencia única o parte de una serie de charlas a las que se invite a los alumnos a asistir durante un tiempo.  De la misma manera, puede centrarse en un mismo tema específico (prevención de la violencia juvenil en la comunidad) o en un área más amplia (crear una comunidad saludable).

Muchas veces los talleres se realizan en lugares públicos, siempre en el mismo lugar, pero también pueden llevarse a otros lugares donde haya alumnos. El modelo de talleres es a menudo el mismo en el cual se ha capacitado a los educadores entre iguales.

Se reclutó un grupo de mujeres para un programa de educación básica como voluntarias para educadoras entre iguales en salud. Asistieron a talleres en áreas de la salud (el cáncer de mama y la importancia y la técnica del autoexamen, el tabaquismo, la nutrición, los efectos de los fármacos legales e ilegales, etc.), y después, ellas a su vez dirigieron talleres sobre esos temas en su programa. Con el tiempo, se expandieron en sus propias comunidades y en otras, presentando talleres a varios grupos. Como resultado de su capacitación y las charlas que realizaron, pudieron cambiar muchas prácticas que llevaban ellas y sus familias, así como también crear una concientización y ayuda para crear estilos de vida más saludables entre los miembros de otras comunidades.

Educación entre iguales a pedido o por encargo

Donde los tutores entre iguales trabajan en un “centro” para brindar ayuda inmediata a quienes la necesiten. Una educación como ésta puede cubrir una amplia variedad de temas, pero por lo general, cada centro tiene una orientación específica, según quién lo dirige y cómo -o si-  está financiado.  Algunos ejemplos de este tipo de educación entre iguales pueden ser…

  • Educación académica real: en la alfabetización de adultos, por ejemplo. De manera parecida, estudiantes de secundaria podrían ofrecer ayuda en las tareas escolares a otros estudiantes de secundaria en un programa extracurricular.
  • Poner a disponibilidad información que dé a los alumnos mayor control sobre un área en particular de sus vidas: salud, derechos de los inquilinos, etc.
  • Ayuda para entender y tratar con un sistema burocrático u otro sistema: vivienda, empleo o seguridad social, por ejemplo.

Un grupo de beneficiarios de asistencia social, frustrados lidiar con problemas con la asistencia social, se dirigieron a una oficina de asistencia jurídica. Finalmente, obtuvieron capacitación en las normativas que regulaban varias agencias, y, con un pequeño financiamiento de una fundación, se convirtieron en defensores jurídicos de la comunidad. Ayudaron a otros en la comunidad a aprender a utilizar los organismos estatales, y a ganar cierto poder sobre un sistema al cual no habían podido penetrar.

Uno de los aspectos más importantes del programa de defensoría jurídica era que los defensores no podían hacer cosas para los que asesoraban. Más bien, ayudaban a la gente a encontrar qué hacer y les brindaban apoyo para hacerlo. Así, los que consultaban a los defensores realmente aprendían los procedimientos y adquirían la experiencia de hacer llamadas, tratar con las agencias, etc., de manera que pudieran hacerlo otra vez si era necesario.

Educación entre iguales orientada a una situación

Donde el objetivo es dominar o entender una habilidad o situación. Un sindicato local de camioneros, por ejemplo, podría organizar un programa en el que los chóferes de camiones con licencia ayuden a otros a aprender lo que se necesita para pasar el examen para licencia de camionero.

Después de que su hijo de 14 años fuera golpeado cuando se dirigía a casa, una mujer concluyó que la violencia juvenil era un problema serio en su pueblo. Organizó una reunión para tratar el problema, a la cual asistieron 35 padres y adolescentes. Este grupo principal creó entonces una organización que finalmente puso en funcionamiento, entre otras cosas, talleres y sesiones informales de educación entre iguales en las que los adolescentes y los padres hablaban con otras personas de la comunidad sobre cómo prevenir la violencia juvenil

Otros ejemplos de este tipo de educación para situaciones específicas, como la anterior, a menudo no parecen actividades educativas. Un programa entre iguales de solución de conflictos (que, si funciona bien,  no sólo trata conflictos inmediatos, sino que enseña a los participantes a afrontar otros conflictos en el futuro), es un buen ejemplo de una situación de educación entre iguales que no parece tal. Una sesión informativa sobre el SIDA, facilitada por los que padecen la enfermedad y por los trabajadores de apoyo, es otro ejemplo.

Lo positivo y lo negativo de un programa de educación entre iguales.

Ventajas de la educación entre iguales

Los programas educativos entre iguales funcionan bien en algunas circunstancias, pero pueden muy bien no ser la mejor opción en otras. Algunas de las ventajas específicas de los programas educativos entre iguales son:

  • Bajo costo de los recursos. Debido a que a menudo emplean voluntarios y prácticamente no tienen gastos administrativos, los programas educativos entre iguales pueden funcionar con poco dinero.
  • Potencial de una gran cantidad de contactos. Los voluntarios que son en sí parte de la comunidad, pueden difundir la información acerca de los programas fácil y rápidamente, y su palabra inspirará confianza.
  • Crecimiento tanto para el educador como para el alumno. Debido a la relación de igualdad y el supuesto de que tanto el educador como el que aprende tienen valiosos conocimientos y habilidades, ambos pueden beneficiarse con conocimientos y elevar su autoestima con la situación de educación.

¿Cuándo sería útil un programa educativo entre iguales y cuándo no?

Entonces ¿cuándo emplear un programa de educación entre iguales… y cuándo no? Hay varias situaciones en las que un programa de educación entre iguales podría ser especialmente útil:

Circunstancias en las que los programas de educación entre iguales pueden no ser útiles o necesarios.

Donde otros programas no son posibles.

Hay muchas razones por las que un programa profesional o formal podría no ser una opción para una circunstancia en particular.

  • Donde hay financiamiento muy limitado o ninguno.
  • En una comunidad cerrada, donde las personas de fuera no son bienvenidas y se desconfía de ellos o donde el idioma es una barrera.
  • Donde simplemente no hay profesionales capacitados en el área en la que la gente necesita recibir instrucción.
  • Donde hay personas que no pueden desplazarse hasta el lugar donde hay un programa debido a limitaciones físicas, geográficas o de otro tipo.

Donde es más probable que se preste atención a los iguales que a los profesionales u otras personas que no forman parte del grupo de los alumnos.

Algunos ejemplos:

  • Adolescentes, en especial adolescentes en riesgo o miembros de pandillas, que a menudo tienen relaciones de oposición con los adultos en general y, particularmente, con los adultos a quienes perciben como autoridades.
  • Las comunidades comunitarias, donde sus integrantes desconfían de los que representan un maltrato pasado o actual y donde la discriminación pasada o actual no puede ser ignorada.
  • Mujeres que desconfían de los hombres ya sea por maltrato en el pasado o actual, o por antiguos patrones de discriminación. La necesidad de pares puede ser especialmente importante entre las mujeres que no están conscientes de que la presencia de un hombre las intimida, en particular la presencia de aquéllos en actitudes de aparente autoridad. En algunos casos, los hombres, incluso con la mejor voluntad del mundo, pueden hallar imposible ayudar a que estas mujeres cambien esas percepciones y les escuchen.
  • Grupos étnicos donde el lenguaje, las experiencias compartidas y las normas y estilos culturales podrían crear barreras para los foráneos.
  • Grupos de personas que comparten una experiencia y trauma únicos –víctimas de esclerosis múltiple, familias de víctimas de asesinato, veteranos de guerra, refugiados de atentados genocidas, etc.

Donde es necesario llegar a gran cantidad de personas en la comunidad en un tiempo relativamente corto.

Una iniciativa de salud comunitaria de emergencia, por ejemplo. En especial en las comunidades analfabetas, un grupo de tutores entre iguales capacitados puede llegar a gran cantidad de personas e instruirlas, especialmente si conocen muy bien a la comunidad.

Donde se esté comenzando un proceso que se pretenda llegue a ser autosuficiente.

Los educadores entre iguales, no solamente instruyen, sino que capacitan a los alumnos para ser educadores entre iguales, y éstos a su vez, repiten el proceso. Ésta es muchas veces una manera de institucionalizar programas que tienen financiamiento por un periodo de tiempo corto.

Donde el “par” es la parte más importante del programa por lo que demuestra.

Los programas de mediación entre iguales en las escuelas, por ejemplo, sirven no sólo para solucionar conflictos y enseñar a resolver conflictos, sino para mostrar a los chicos que ellos pueden ser solucionadores de conflictos.

Circunstancias en las que los programas de educación entre iguales pueden no ser útiles o necesarios.

  • Donde sean necesarios más conocimientos especializados de los que se puede impartir en una tutoría de capacitación. Un programa dirigido a niños con necesidades especiales, por ejemplo, podría emplear voluntarios para alguna función, pero probablemente necesitaría personal profesionalmente capacitado.
  • Donde no haya tutores disponibles o que no sean competentes como educadores. Un programa dirigido a una población de inmigrantes de un grupo en el que unos cuantos habían inmigrado con anterioridad, por ejemplo, podría no ser adecuado para una educación entre iguales.
  • Donde se cuente con una cantidad suficiente de dinero para un programa profesional. A menos que haya motivos específicos para comenzar un programa de educación entre iguales, es posible que sea mejor contar con personal muy capacitado y remunerado y con otros recursos que puede traer un programa profesional. Un programa como éste podría incorporar educación entre iguales (los alumnos trabajando conjuntamente, por ejemplo) y de esta manera obtener los beneficios de este método a la vez que se obtengan también las ventajas que ofrece un programa profesional.
  • Donde se puede instruir a un gran número de personas a través de los medios de comunicación. Esto puede incluir aprendizaje a distancia, cursos por televisión para el público en general, educación mediante la Internet, etc.

¿Cómo diseñar e implementar un programa educativo entre iguales?

Planificar un programa

Existe una buena cantidad de cosas a tomar en cuenta en cuanto a la conceptualización y preparación del programa antes de comenzar efectivamente a reclutar voluntarios y alumnos y a establecerlo.

Pautas generales:

Para empezar, hay algunas pautas generales que deben aplicarse a todo proceso que pueda verdaderamente denominarse educación entre iguales.

La relación entre iguales es la médula dorsal indiscutible de un programa de educación entre iguales.

Debe haber una premisa aceptada por todas las partes (educadores entre iguales, alumnos, capacitadores, coordinador de programa) que los roles del educador-alumno son dinámicos y variables, y que cada alumno –ya sea ahora o más adelante- es un educador actual o potencial.

Es esencial planificar el programa enfocándose en la comunidad, en lugar de solamente en lo que la organización o iniciativa quiere hacer.

Esto significa que:

  • Los educadores entre iguales y los alumnos necesitan ser parte del proceso de planificación.
  • El programa debe ser un programa que se ajuste a las necesidades de la comunidad, y no deberá empezar antes de haber realizado una evaluación formal y no formal de las necesidades y recursos de la comunidad.
  • El programa debe ser un programa que va a funcionar en la comunidad. Si hay algún antecedente del éxito o fracaso de algún programa anterior, es importante averiguarlo – es aquí donde la participación de los educadores y alumnos potenciales involucrados demuestra su valor- para no reinventar la rueda ni cometer los mismos errores.

Preguntas iniciales

Como hemos visto, hay muchos diseños posibles para programas de educación entre iguales, y cada uno puede adaptarse a una comunidad o circunstancias en particular. Antes de decidir qué es lo mejor para la situación en la que nos encontremos, es necesario contestar unas cuantas preguntas básicas:

¿Cuál es propósito real del programa?

¿Académico? ¿Divulgar información específica (por ejemplo nutrición infantil)? ¿Cambiar el modo de pensar de la comunidad en un área en particular (prevención de la violencia doméstica, por ejemplo)? Cada una de éstas puede implicar un diseño distinto:

  • Un programa académico puede funcionar mejor en un entorno individualizado en un lugar tranquilo.
  • Divulgar información puede lograrse mejor en un formato de grupo de apoyo o mediante un programa de alcance a la comunidad que puede llegar a gran cantidad de personas.
  • Cambiar el modo de pensar de una comunidad puede combinar varios enfoques: alcance, modelos, alumnos que se vuelven educadores entre iguales y que capacitan a otros educadores entre iguales, etc.

¿Cuál es la población objetivo?

¿Los padres o los hijos? ¿La comunidad en general? ¿Las personas sin hogar? ¿Los desempleados?

¿Cómo definir a los “iguales” para esa población?

Si se está tratando de llegar a las personas sin hogar, ¿tendrían los educadores entre iguales que ser o haber sido personas sin hogar, por ejemplo? ¿O podrían simplemente ser personas de la misma comunidad? La manera como se responda esta pregunta puede tener mucho que ver con la estructura y, quizás, incluso con el éxito futuro del programa.

¿Dónde contactar a la población objetivo?

Si se trata de contactar a las personas sin hogar, la biblioteca pública podría ser un buen lugar para una sucursal del programa, ya que muchas personas sin hogar pasan sus días ahí, especialmente cuando hay mal tiempo.

¿Cómo responderá probablemente la población objetivo?

Puede que un grupo de adolescentes alienados no quiera sentarse en un salón de clase, por ejemplo, pero podría sentirse completamente cómodo hablando en un parque de manera informal.

¿Hay ejemplos exitosos de este tipo de programa en circunstancias similares en algún otro lugar?

No hay necesidad de reinventar la rueda si existe un buen modelo en otra parte.

Estructura del programa

Ya sea que esté manejado por profesionales o por voluntarios, un programa educativo entre iguales necesita una estructura si ha de funcionar de forma efectiva. Debe haber una persona o un grupo que coordine y administre el programa y que supervise o que de hecho desempeñe unas cuantas funciones.

  • Reclutar educadores y alumnos entre iguales
  • Desarrollar, refinar constantemente y dirigir la capacitación de los tutores.
  • Relacionar a los alumnos con los educadores entre iguales o con los programas adecuados
  • Establecer los horarios
  • Supervisar a los educadores
  • Tratar los problemas entre los educadores, alumnos, supervisores y los problemas del programa en sí.
  • Llevar los registros
  • Programar la evaluación y el progreso continuo

El programa necesita también una estructura de comunicación, de manera que los educadores y los alumnos puedan ser contactados fácilmente para eventos especiales, cancelaciones, horarios, etc. Necesita, además, un portavoz, en quien se deposite la confianza para hablar por el programa, algunas veces –durante una crisis, por ejemplo- sin haber consultado con otras personas. Y, si es que está financiado por alguna fuente formal – dinero público, fundaciones, etc. – necesita alguien que se comunique e informe a los financiadores. La estructura de coordinación o la falta de la misma, puede tener mucho que ver con el éxito o el fracaso del programa. Los coordinadores muchas veces son personal contratado y necesitan, como mínimo, algo de experiencia en educación, en capacitación y supervisión de tutores o experiencia de trabajo en algún programa similar.

Crear un programa.

Reclutar educadores y alumnos entre iguales.

Es obvio que, sea cual fuere el programa, éste no existirá sin educadores entre iguales y alumnos. Aunque en algunos casos los mismos educadores pueden reclutar alumnos, en muchos casos se tendrá que encontrar tanto a los educadores como a los alumnos. Según el tipo de programa, puede que sea mejor reclutar y capacitar a los educadores entre iguales antes de buscar alumnos, o puede que sea más efectivo tratar de atraer a los dos a la vez. En cada caso, seguramente se preferirá emplear algunos o todos estos métodos para informarle a la gente que puede participar:

Mediante los medios de comunicación.

Hay muchas maneras de reclutar, mediante periódicos, radio y televisión.

  • Publicidad formal, a menudo pagada. Utilizar anuncios en los periódicos, la radio y/o la televisión para difundir el mensaje.
  • Anuncios de servicio público y otro tipo de publicidad gratuita. Puede que se consiga pasar anuncios por radio o televisión como los de servicio público, los cuales son gratuitos, o que se pueda convencer a una estación de radio o periódico de poner un anuncio sólo por pura bondad.
  • Comunicados de prensa o cartas al editor. Otra manera de colocar el mensaje en los medios de comunicación sin costo, es mediante un comunicado de prensa o una carta al editor acerca del programa en cuestión.  No hay ninguna garantía de que uno de los dos o ambos vaya a ser publicado en un periódico de gran tiraje, pero en los mercados más pequeños, casi siempre los publican.
  • Ofrecer una conferencia de prensa o preparar una columna invitada o una editorial.

Publicidad comunitaria

Utilizar volantes y pósteres ubicados en lugares claramente visibles. Los supermercados, lavanderías de autoservicio, restaurantes de comida rápida, escuelas, instalaciones deportivas, iglesias y clubes sociales son lugares donde es probable que la información sea vista por una gran cantidad de personas.

Anuncios en lugares apropiados.

Éstos pueden abarcar desde un anuncio desde el púlpito de un clérigo, hasta un mensaje grabado en cinta en el centro comercial local.

Alcance mediante agencias, organizaciones, centros religiosos y otros centros comunitarios.

A menudo, los empleados, el clero u otros que trabajan directamente con el público, pueden saber de alguien que esté buscando un trabajo de voluntario o que necesite el servicio que el programa va a ofrecer.

Envíos directos a una lista de correspondencia o a todos los hogares de un área en particular.

Puede que se haya podido reunir una lista de tutores o alumnos potenciales en el transcurso de la elaboración del programa o que una agencia (como por ejemplo de asistencia social o desempleo), iglesia o club de servicios esté dispuesto a poner avisos a todos sus participantes en uno de sus propios envíos por correo (vea el Capítulo 6, Sección 18: Usar la publicidad directa (o correo directo).

Actividades de alcance individual en la comunidad y el pasar la voz.

Tal vez el método más efectivo de reclutar es, para la mayoría de las personas, que se lo digan los amigos, parientes u otras personas a quienes conocen y en quienes confían.

Al usar cualquiera de estos métodos de reclutamiento, se necesita tomar en consideración la comunidad al formular el mensaje.  Algunos puntos importantes:

  • Emplear un lenguaje que la gente a la cual va dirigido el mensaje pueda entender, sea que esto implique seleccionar cuidadosamente el vocabulario o redactar su mensaje en otro idioma.
  • Tratar de ser lo más breve y claro posible acerca de lo que se ofrece y lo que se le pide a la gente hacer.

 Un programa de educación para adultos vio que su mejor herramienta de reclutamiento era un póster que simplemente decía, “¿Necesita ayuda con la lectura, escritura, matemáticas, el examen para el certificado de bachillerato? Llame al “(número de teléfono)”, y que incluía hojitas desprendibles con el número de teléfono incluido. Incluso las personas con niveles de lectura muy bajos podían leerlo; dejaba muy claro qué servicios se ofrecían y la gente podía llevarse el número de teléfono –en algunos casos durante meses- hasta decidirse a hacer la llamada.

  • Tener muy en cuenta las costumbres y los significados que podrían ser ambiguos o, incluso peor, ofensivos para la comunidad.
  • Concentrar esfuerzos en los lugares donde la comunidad objetivo esté probablemente más expuesta a ver el mensaje. Podrían ser emisoras de radio populares, clubes de fútbol, iglesias o lugares especiales donde se congrega la comunidad.
  • En general, los mensajes que describen el problema ayudan a reclutar voluntarios. Los mensajes que describen cómo los alumnos superaron la adversidad o lograron mejorar sus vidas, ayudan a reclutar alumnos.

Algo que se tendrá que decidir acerca del reclutamiento de tutores es si se va a seleccionar gente o simplemente capacitar a todos los que se inscriban. Habrá algo de autoselección – la gente vendrá a una orientación o asistirá a la capacitación y se dará cuenta que no está hecha para ser educador entre iguales o no estará de acuerdo con la filosofía del programa. Sin embargo, siempre hay algunas personas trabajadoras y entusiastas.... que simplemente no pueden asimilar el programa, de una u otra manera. Es mejor para el programa—y más sencillo para ellos- si se  detecta a dichas personas a tiempo y se les encauza hacia alguna otra oportunidad de voluntariado más apropiada para sus aptitudes.

Una manera de tratar este asunto es abordarlo en una orientación inicial, explicando que la educación entre iguales, como todo, no es para todos, y que habrá un proceso de selección. Se les puede pedir a los interesados que llenen una solicitud formal para los puestos de educador entre iguales, o el proceso de selección puede ser más informal. Otra opción es seleccionar después de la capacitación, lo cual describiremos más adelante en esta sección.

Otro aspecto de la selección es si se va a establecer algún criterio específico para calificar para el programa. Se puede decidir si los educadores entre iguales necesitan un certificado de bachillerato, por ejemplo. El consumo de drogas puede ser motivo para no aceptar a alguien en un programa en particular y puede que no tenga importancia en otro. Un antecedente de agresión sexual a menores sería un problema en el caso de un programa de ayuda extracurricular en tareas escolares, pero podría no tener importancia en un programa entre personas mayores, o quizá ese programa decida que no puede tolerar el tema de forma filosófica. Siempre es mejor tratar de anticipar aspectos como éste y tomar alguna decisión al respecto antes de que, de hecho, se tenga que enfrentarlos.

Orientación y capacitación para los educadores entre iguales.

A pesar de que un programa educativo entre iguales puede llevarse a cabo y ser administrado por voluntarios, es de todas maneras absolutamente necesario que los educadores entre iguales reciban capacitación y apoyo. Mucha –y tal vez la mayor parte- de la habilidad y experiencia de un tutor o educador entre iguales en el trabajo con los alumnos se gana en el mismo trabajo, pero aun así se necesita una buena formación en los métodos, la filosofía y los supuestos del programa y algunas herramientas para comenzar. Cómo, y en qué medida se proporcione esa base es crucial para el éxito del programa educativo entre iguales.

Puede que la capacitación parezca innecesaria en situaciones donde todos los alumnos son educadores entre iguales y viceversa, como es el caso en algunos programas de educación para adultos. De hecho, la capacitación es particularmente importante para esas situaciones. Puede que difiera del proceso estructurado, relativamente formal que se sugiere abajo, pero los alumnos necesitan tener alguna idea de las expectativas, las dificultades y las recompensas de estar sentado en ambos lados de la mesa de aprendizaje. La capacitación en educación o métodos de enseñanza puede brindar a los alumnos una nueva perspectiva en cuanto a su propio proceso de aprendizaje y cambiar totalmente su manera de aprender. De la misma manera, que se les pida que piensen acerca de las barreras que experimentan los alumnos al probar nuevas ideas o material, puede hacer posible que las entiendan y que eliminen algunas suyas.

La orientación – ayudar a entender de qué se tratan realmente el programa y sus aspectos-  puede percibirse como el inicio de la capacitación, pero también puede ser utilizada como una introducción para ayudar a que los educadores entre iguales potenciales decidan si quieren o no emprender la capacitación.  La orientación podría llevarse a cabo al principio de la capacitación, o incluso antes de programar la capacitación, para ayudar a los interesados a decidir si es que realmente desean incorporarse como tutores o no. Algunas áreas que se podrían cubrir en la orientación pueden incluir:

  • De qué se trata el programa. Qué se trata de lograr con el programa, qué áreas se espera que cubra el educador entre iguales, etc.
  • Los supuestos básicos del programa. Esto incluiría una introducción a la filosofía del programa, el compromiso de cooperación del educador y el alumno, cualquier preferencia del programa acerca de la enseñanza, métodos de exposición o contenido, la relación con la comunidad… todo lo que sea único y central para el programa, que se espera que los tutores apoyen.
  • Los alumnos y sus preocupaciones. Según el tipo de programa, los voluntarios potenciales pueden ser elegidos del mismo grupo que los alumnos -o pueden ser los mismos alumnos- y por eso necesitar menos orientación en esta área. En todo caso, sería mejor que los alumnos se incluyeran en esta parte de la orientación, para hablar por ellos mismos y contestar preguntas.

En toda orientación y capacitación, sería ideal incluir tanto a los alumnos como a los educadores con experiencia actuales o antiguos para ofrecer a los que van a recibir capacitación una imagen real de lo que van a emprender. Saber qué se espera de ellos ahuyentará a algunas personas que realmente no son aptas para el trabajo y ayudará a que otros mejoren. Además, incluir a los alumnos y a los educadores conjuntamente en un proceso de capacitación acentúa la idea de que la educación entre iguales es realmente en colaboración y que los alumnos tienen mucho que ofrecer y mucho que aprender.

La capacitación en educación entre iguales en sí misma tiene la intención de preparar a los educadores entre iguales a trabajar con los alumnos de manera satisfactoria. Debe ser lo suficientemente extensa –tanto en la cantidad total de horas de capacitación como en la duración las sesiones - para no solamente impartir a los educadores el contexto y el conocimiento que necesitan, sino también para darles el tiempo para digerir y absorber el material y las ideas que se les presenten. La cantidad de personas en un grupo de capacitación debe ser lo suficientemente pequeña como para que a todos se les preste atención, pero lo suficientemente grande c para que puedan darse oportunidades de debate y de representación de roles. Generalmente es ideal un número de ocho a diez personas, y 15 sería probablemente el número máximo de personas en un grupo.

Tal vez lo más importante es que la capacitación debe reflejar la filosofía y métodos del programa. Si se les pide a los educadores entre iguales que respeten lo que los alumnos ya saben, entonces la capacitación de ellos debe respetar también lo que éstos saben. Si les pide que empleen métodos específicos cuando trabajen con los alumnos, entonces esos mismos métodos deben ser empleados, en la manera de lo posible, en la capacitación, de manera que los educadores entre iguales puedan experimentarlos de primera mano (y así tener una idea de lo que los alumnos están experimentando) y porque emplear dichos métodos es la mejor prueba de que realmente se cree en ellos.

Algunos aspectos importantes de la capacitación:

  • Una buena formación en los métodos de instrucción (en el diseño específico que el programa espera, si lo hay).
  • Todo el contenido que se espera que sepan los educadores y/o que ayude a los alumnos a dominarlo.
  • Una copia y argumentación del plan de estudios, si lo hay.
  • Más sobre el marco filosófico del programa, y cómo éste engrana con la forma en que se lleva el programa y se dirige la educación.
  • Las herramientas reales que pueden emplear los educadores, en especial en las sesiones iniciales -plan de estudio, ejercicios, juegos, accesorios de apoyo específicos, libros, cintas de sonido o videos determinados, etc.
  • Muchas oportunidades para que los educadores puedan poner en práctica y recibir retroalimentación –en una situación segura- de lo que han aprendido (es decir, representación o algún otro método que les dé la oportunidad de practicar antes de encontrarse con los alumnos).
  • Si es posible o apropiado, la oportunidad de que los educadores entre iguales observen a los educadores antiguos mientras trabajan, y que hablen con ellos acerca de lo que están haciendo y cómo lo ven.
  • Oportunidades de reunirse con los alumnos, si los alumnos no son parte del proceso de capacitación.

Al final del periodo de capacitación, podría considerar hacer una ceremonia de clausura de una u otra forma.

  • Un entrevista a la finalización de la capacitación a cada potencial educador entre iguales, conversando con él acerca de lo que aprendió, y si es que se siente preparado para continuar o si considera que la educación entre iguales no es para él. Una entrevista como ésta puede proporcionar una selección informal, eliminando mucha gente que simplemente no podría adecuarse al programa (esta entrevista podría emplearse también como una herramienta formal de selección, siempre y cuando los tutores la entiendan así).
  • Una ceremonia de graduación, en el transcurso de la cual cada educador entre iguales que decida continuar, firme un contrato comprometiéndose a cumplir con los requisitos mínimos de tiempo y trabajo del programa, por lo cual recibirá un certificado como educador entre iguales capacitado.
  • Una reunión individual, cuando proceda, de cada educador entre iguales con el alumno o grupo con el que trabajará.

Supervisión y apoyo a los educadores entre iguales.

Como la capacitación, la supervisión continua es una necesidad absoluta para un programa de educación entre iguales. Cada educador entre iguales debe tener un supervisor asignado –ya sea el coordinador, un miembro del personal voluntario o remunerado, un educador entre iguales con más experiencia, o incluso, en un acuerdo recíproco, otro educador entre iguales con similar experiencia- con quien el educador tenga reuniones programadas con regularidad para hablar sobre su trabajo, y que esté disponible en otros horarios para ayudar y apoyar cuando sea necesario.

En la mayoría de los casos, el supervisor podría tratar los problemas entre los educadores y los alumnos o entre los educadores.

Hay por lo menos dos maneras de considerar la supervisión. Una consiste fundamentalmente del supervisor como fiscalizador que se cerciora que el miembro del personal o voluntario haga su trabajo de forma adecuada, y que cumpla las reglas de la organización. Muy frecuentemente, éste ha sido el modelo que se ha seguido en la educación, el cual ha generado historias de terror entre maestras que fueron despedidas porque sus faldas eran muy cortas o porque criticaron algún texto asignado.

La otra forma de ver la supervisión es como una relación de asesoría, encaminada a mejorar el desempeño mediante la crítica constructiva, las sugerencias y el tratamiento de situaciones y problemas reales. Éste es el modelo que generalmente se emplea en terapia y psicología y, ahora de modo más frecuente, en la educación y la medicina. Es, según la opinión del escritor, mucho más efectiva y útil que la otra, y más apta para llegar al perfeccionamiento del desempeño.

Además de supervisión, los educadores entre iguales necesitan apoyo constante. El supervisor puede brindar algo de este apoyo, como consejos, estímulo, ayuda para resolver los problemas, etc. En el mejor de los casos, los educadores entre iguales también deben tener oportunidades programadas de forma regular para reunirse –con o sin un supervisor- para tratar temas e inquietudes en común. El sentimiento de experiencias compartidas y apoyo entre iguales, así como saber que otros tienen las mismas dificultades con el trabajo, puede ser un inmenso recurso para todas las personas implicadas.

La capacitación y los talleres en el trabajo programados de forma regular pueden proporcionar otra forma de apoyo a los educadores entre iguales. La oportunidad de que los educadores puedan continuar aprendiendo técnicas, información de fondo y contenido, los hará más eficaces, les dará beneficios, y les recordará que son valorados en el programa. La naturaleza de los cursos ofrecidos en el trabajo podría determinarse mediante las necesidades manifestadas por los propios educadores, mediante la opinión del coordinador del programa de lo que es necesario para hacer un buen trabajo, o muy probablemente, una combinación de los dos.

Políticas de personal para educadores y alumnos.

Aun en un programa dirigido enteramente por voluntarios, debe haber políticas de personal que cubran todas las eventualidades posibles que podrían surgir con y entre los educadores, los alumnos y el programa. Sería ideal si todos –los educadores y los alumnos, así como el personal del programa- estuvieran familiarizados con dichas políticas desde el principio, de manera que no surjan malentendidos acerca del propósito del programa. Hay varias áreas que estas políticas podrían cubrir.

Tiempo de dedicación del educador entre iguales.

¿Cuántas horas por semana y por cuánto tiempo se requiere que los educadores dediquen al programa? ¿Las horas de dedicación incluyen días o combinación de días en particular? ¿Dejan un margen para días feriados o vacaciones, y si es así, por cuánto tiempo?

Una manera de tratar este tema es que los educadores entre iguales firmen un contrato, con los términos especificados. No todos los programas creen que esto es necesario o aconsejable, pero muchos lo utilizan, y los educadores entre iguales consideran que es una manera razonable y adecuada de expresar su compromiso. De hecho, si se tiene voluntarios en el programa, es muy difícil que un contrato como éste se pueda hacer cumplir: es simplemente una forma de asegurarse de que todos conocen con las expectativas del programa y están de acuerdo con ellas.

Derechos y obligaciones de los educadores entre iguales.

La política para esto podría considerar temas como:

  • Avisar a los alumnos y al programa cuando el educador entre iguales no pueda asistir a una sesión programada.
  • Avisar al educador entre iguales si el alumno o el programa debe cancelar una reunión programada.
  • Quién es responsable de proveer sustitutos, si corresponde.
  • Lo que se espera de la postura filosófica y conducta de los educadores entre iguales (el tema de la colaboración entre educador y alumno, por ejemplo).

Una descripción del trabajo del educador entre iguales.

  • Un mecanismo para que los educadores entre iguales puedan abordar los problemas o descontento con el programa, los alumnos u otros educadores y para resolver dichos problemas.
  • Un mecanismo para que los alumnos entre iguales puedan abordar los problemas o descontento con el programa, los alumnos u otros educadores y para resolver dichos problemas.

Un mecanismo para tratar con los alumnos que crean problemas.

Especialmente en los programas dirigidos a los adolescentes, debe haber políticas claras acerca de los derechos y obligaciones de los alumnos, así como los de los educadores. En el mejor de los casos, los alumnos deben contribuir con ideas y opiniones durante el desarrollo de dichas políticas y deben conocerlas – y se les debe entregar una copia de las mismas- cuando ingresan al programa.

Seguridad y protección personal.

En función de sus recursos, se podría preparar un manual del programa para ofrecerlo a los educadores, alumnos y al personal. El manual podría incluir no solamente material relacionado con la capacitación (la filosofía y misión del programa, por ejemplo), sino también información acerca de políticas del personal, tiempo de dedicación de los voluntarios, seguridad, teléfonos necesarios, etc. Si se elabora en un formato de hojas sueltas, se podrían crear versiones diferentes para los educadores entre iguales y para los alumnos, si es pertinente.

Evaluación y perfeccionamiento del programa.

Un programa de educación entre iguales, como cualquier otro, necesita poder analizar lo que está haciendo, averiguar cuán bien está funcionando, refinar constantemente las partes del programa que funcionan bien, mejorar o rediseñar las cosas que no funcionan bien y modificarse para ajustarse a las necesidades cambiantes de la población objetivo.  Para poder evaluarse, el programa necesita decidir qué aspectos analizar (qué información recabar, cómo interpretarla una vez que se tenga) y cómo hacerlo (cómo reunir esa información).

Al elegir qué analizar, hay varias posibilidades o combinación  de ellas:

  • Cifras. El número de educadores entre iguales, números de alumnos, número de horas de instrucción, número de horas de sesiones educativas, duración de las relaciones de educación (cuánto tiempo continuará  trabajando conjuntamente la pareja tutor-alumno), cambios en los niveles de los alumnos (cuando se encuentran participando en una actividad de aprendizaje mensurable) —todo eso puede suministrar información acerca de la efectividad de algunos aspectos del programa.
  • Satisfacción del educador y el alumno con el programa. ¿Siente la gente que está progresando? ¿Qué tipo de aprendizaje perciben que se está dando? ¿Es lo que esperaban o anticipaban? ¿Están obteniendo lo que necesitan? ¿Están obteniendo apoyo suficiente? ¿Qué es lo que cambiarían?
  • Lo que realmente sucede en el programa. Monitorear sesiones de instrucción reales para determinar lo que pasa en ellas y si realmente la filosofía y los objetivos del programa se cumplen en el trabajo que se está realizando.
  • Resultados para los alumnos. Los resultados vienen en muchas formas y tamaños. Puede haber algún aprendizaje en específico que el programa tenga como objetivo (datos sobre el SIDA, formas de violencia que afectan a otros, además de la víctima), pero dicho aprendizaje puede ser comprobado por el comportamiento (practicar sexo seguro más seguido, ya no emplear golpes para disciplinar a los niños). Además, el comportamiento que parece completamente no relacionado con el aprendizaje visible puede de hecho estarlo reflejando fuertemente.

La alfabetización de adultos y los programas de capacitación para empleos frecuentemente muestran un avance enorme en la autoestima del alumno y, consecuentemente, en su voluntad de tomar riesgos y en su capacidad de perseverar y tener éxito en tareas difíciles. El personal en los programas como éste frecuentemente nota que los alumnos comienzan a vestirse en forma diferente, a pararse más derechos, a ver a las personas a los ojos más seguido, a hablar en voz más alta y con más decisión. Estos cambios pueden parecer no relacionados con la materia, pero están directamente conectados con la experiencia del aprendizaje, y pueden ser señales del éxito de los estudiantes.

  • Cambios en la comunidad relacionados con los resultados deseados del programa. Si el programa de educación entre iguales ha estado instruido a las madres de familia acerca de la inmunización, y el porcentaje de bebés vacunados en la comunidad ha aumentado de 40 a 70% durante el año que el programa ha estado en funcionamiento, hay una buena posibilidad de que éste merezca algo del crédito.
  • Las percepciones que tiene la comunidad sobre el programa. ¿La comunidad ve cambios? ¿Atribuye alguno de esos cambios al trabajo del programa?

Cómo se analice su información dependerá en cierto grado de lo que se esté considerando. Cuantos más aspectos del programa se estén examinando, más variada será la recolección de información.

Algunas maneras de recolectar información son:

  • Encuestas
  • Entrevistas personales
  • Llamadas telefónicas
  • Reunir estadísticas de los registros del programa

Si se va a recopilar información, se debe tener un mecanismo para hacerlo. Mantener cierto tipo de registros es absolutamente necesario si se va a realizar cualquier tipo de evaluación significativa. Quizá se desee llevar un registro de la asistencia, una bitácora de las horas dedicadas y lo que ocurrió durante ese tiempo, registros de los educadores entre iguales y/o alumnos sobre los resultados y los cambios, los resultados de las pruebas periódicas… todo lo que pueda brindar la información necesaria para evaluar el programa con exactitud y hacer los ajustes pertinentes al programa para mejorarlo.

  • Observación personal
  • Formularios de evaluación (generalmente marcar una opción o selección entre varias posibilidades)
  • Auto-informes de los tutores y los alumnos
  • Foros de aportes de la comunidad

Para que la evaluación sea realmente útil, la combinación de la información que se elija considerar y la manera en que se obtenga, deben reflejar los objetivos, la filosofía y la misión del programa.

En general, una buena evaluación de un programa de educación entre iguales debe:

  • Incluir retroalimentación de los educadores entre iguales, de los alumnos y todas las personas que participan en el programa.
  • Llevarse a cabo en intervalos regulares.
  • Centrarse en la práctica mejorada.
  • Incluir un mecanismo para incorporar sugerencias para el mejoramiento y solución de problemas.

Las evaluaciones habituales bien concebidas y realizadas cuidadosamente son un gigantesco paso para mantener el programa dinámico y eficaz.

Para resumir

Un programa de educación entre iguales puede ser una forma efectiva de llegar a una gran cantidad de personas, especialmente donde la población desconfía de la gente de fuera o donde hay muy poco dinero disponible para servicios. Los programas exitosos se basan en la premisa de que la relación educador entre iguales-alumno es una asociación de colaboración y que los educadores entre iguales pueden convertirse en alumnos y viceversa. Otros elementos para un programa bien diseñado incluyen:

  • Participación de la comunidad tanto en el diseño como en el funcionamiento del programa.
  • Un sentido de propósito y entendimiento claros de la población objetivo.
  • Una estructura de coordinación que asegure el buen funcionamiento del programa.
  • Reclutamiento de educadores entre iguales y alumnos que tome en consideración sus culturas, necesidades y problemas.
  • Un proceso de capacitación bien concebido que refleje la filosofía, los métodos y los objetivos del programa.
  • Supervisión y apoyo constantes, y oportunidades de capacitación en el trabajo para los educadores entre iguales.
  • Políticas de personal para los voluntarios y alumnos que sean claras en cuanto a las expectativas, derechos y obligaciones.
  • Un formato y programación periódica para la evaluación y mejoramiento del programa.

Si se puede llevar a cabo un programa de educación entre iguales que incluya estos componentes, éste tendrá gran probabilidad de éxito.

Contributor 
Phil Rabinowitz

Recursos en línea

Departamento de Asesoramiento, Facultad de la Santa Cruz, Worcester, MA. La Santa Cruz dirige programas de educación entre iguales en desórdenes alimenticios/nutrición, relaciones (tolerancia, abuso sexual, etc.), elección responsable (consumo de drogas) y VIH/SIDA/ITS.

Ciencias Interactivas, una organización que emplea la educación entre iguales para enseñar tecnología.

Publicaciones disponibles sobre educación entre iguales y asesoramiento por los pares.

Recurso impreso

Servicio Correccional de Canadá. Informe final: Proyecto de educación entre iguales sobre el SIDA para los reclusos. Un informe sobre un proyecto exitoso de educación entre iguales en la Penitenciaría de Dorchester (Nueva Brunswick). Para obtener copias del informe y/o el Manual de Facilitación que viene con él, contáctese con la División de Servicios de Cuidados de la Salud, Servicio Correccional de Canadá, 340 Laurier Avenue West, Ottawa K1P 0P9 Canadá. Tel. (613) 995-5058. Fax (613) 995-6277.

Gartner, A., & Riessman, F. (1993). Peer-Education: Toward a New Model (Educación entre iguales: hacia un nuevo modelo). ERIC Digest. ERIC Clearinghouse on Teaching and Teacher Education. Washington, DC: Agosto .ED362506.

Imel, S. (1994). Peer Education in Adult Basic and Literacy Education (Educación entre iguales en educación básica y alfabetización de adultos). ERIC Digest No. 146. ERIC Clearinghouse on Adult, Career, and Vocational Education. Columbus, OH: ED368891.

Kozol, J. (1978). Children of the Revolution: A Yankee Teacher in the Cuban Schools (Los niños de la revolución: un maestro yanqui en las escuelas cubanas). Delacorte Press.