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Sección 12. Planificar un programa de alfabetización para adultos

Herramienta  # 1: Componentes del alfabetismo adulto.

Lectura

El nivel de “lectura funcional”, es en el que las personas tienen la suficiente habilidad de lectura para funcionar en sus vidas; se establece a menudo en el quinto año de escuela primaria, pero hay problemas con esta creencia. Primero, el nivel de quinto año no significa lo mismo para un adulto que para un niño, ya que el adulto, con más experiencia y un vocabulario mayor, puede aprovechar  más un texto en ese nivel de lectura. Otra cuestión es que la mayoría de nuestras lecturas diarias está, de hecho, a niveles más altos: los periódicos se escriben en un nivel de sexto a octavo año y los manuales de reparación de automóviles para mecánicos están a menudo escritos en un nivel de doceavo grado. Otro asunto aquí es el significado de “funcional” cuando, por ejemplo, un adulto con un nivel de lectura equivalente al quinto año no consigue ayudar a su hijo en el décimo año con su tarea de historia. Así, el nivel de lectura que realmente corresponde a “letrado” está aún sin resolver, a pesar de que se han sugerido varios niveles como el estándar.

Escritura

Cuando la mayoría de las personas piensan en la escritura “desarrollada” se refieren a la prosa correcta: sin errores de ortografía y con gramática apropiada. Sin embargo, la buena escritura comprende mucho más que sólo la ortografía y la gramática correctas, aunque éstas son un buen comienzo. Además, con la revisión de la ortografía -y la gramática-  disponible con sólo apretar un botón del computador, toda la complejidad de la “corrección” ha cambiado. La clave aquí es, nuevamente, la función: ¿qué necesita la gente para poder caminar por su vida? Escribir una carta (o quizás un correo electrónico) a un pariente o amigo,  a un profesor de su hijo, al editor del periódico local; llenar  un cheque o un formulario de empleo o un informe de accidente... éstas son la clase de tareas que la mayoría de las personas necesita poder hacer con relativa facilidad y sin vergüenza. Si quieren continuar con su educación en un nivel más alto o utilizar su escritura para informar o influenciar a la gente en un mundo más amplio, necesitan poder analizar conceptos e información y construir un marco escrito lógico para sus ideas. En todos los casos, la clave para la comunicación escrita es la claridad. Así que la manera más fácil de describir la alfabetización escrita es como la habilidad de escribir lo que sea necesario en una prosa clara y razonablemente precisa. Las necesidades de un individuo determinan el nivel de “funcionalidad” para él.

Matemáticas

La expresión “nociones aritméticas elementales” ha sido usada para encapsular el conocimiento matemático básico. Se refiere a la habilidad de realizar las operaciones matemáticas más sencillas -suma, resta, multiplicación y división- que se necesitan normalmente en la vida diaria. La verdad es que la mayoría de los adultos, hasta los que obtuvieron las mejores calificaciones en matemáticas en la escuela, ya no saben dividir fracciones o establecer problemas algebraicos, puesto que no han utilizado esos conocimientos por más de 20 años. Pueden, sin embargo, hacer el balance de sus cuentas bancarias, calcular porcentajes de descuento, calcular el consumo de combustible de sus automóviles, hacer sus formularios de impuestos y determinar cuánto les costaría un viaje de vacaciones –los tipos de tareas para los que la gente necesita las matemáticas.
 

Lengua

(Español o inglés como segunda lengua, en general, el dominio del idioma que se habla principal u oficialmente en el país). Los inmigrantes  están en desventaja si no pueden hablar, entender, leer o escribir en la lengua mayoritaria. La instrucción que enseña estas habilidades, es también un componente de la alfabetización adulta. Los adultos pueden ser alfabetos en su propia lengua, pero eso no ayuda si no conocen la lengua que les es necesaria. Podríamos citar en este caso, el ejemplo de los indígenas que emigran  a las ciudades.

Cultura general

En  EE.UU., en gran medida, el movimiento de educación de adultos comenzó como un esfuerzo para llevar proveer conocimientos de cultura general – una exposición básica a las ideas, personas y escritos que dieron forma al pensamiento occidental-. El propósito era educar a las masas para su beneficio propio e integrarlos a la sociedad  estadounidense. Hay todavía muchos educadores que otorgan a la formación cultural una gran importancia. Por ejemplo, E.D. Hirsch, en su best- seller  Cultura general: Lo que todo estadounidense necesita saber (Boston: Houghton Mifflin, 1987), explica que una formación de conocimientos comunes es necesaria tanto para facilitar el aprendizaje (brinda “ganchos” mentales donde colgar nuevos conocimientos y habilidades) como para hacer posible la comunicación y el propósito común entre todos los miembros de una sociedad cada vez más diversa. En muchos estados, se habla de la formación cultural como uno de los elementos fundamentales del alfabetismo adulto.

Herramienta # 2: ¿Quiénes son los alumnos de un programa de alfabetización para adultos?

La mayoría de los estadounidenses se sorprenden al saber la cantidad de personas que necesitan servicios de alfabetización adulta, tanto a nivel nacional como en sus propias zonas de residencia.  (“Pero nosotros no tenemos nada parecido a esto por aquí”, es una frase que he escuchado cientos de veces, a menudo en pueblos donde el 30 o el 40% de los adultos residentes no terminaron el bachillerato). Si piensan siquiera alguna vez en alumnos adultos de alfabetización, a menudo visualizan a los más pobres de los pobres –indigentes, levantadores de cosechas, gente que vive en una casita rural a punto de caerse o niños de la calle– o a personas de alguna manera inferiores y que no hacen un esfuerzo suficiente. De hecho, los alumnos de un programa alfabetizador tienen una amplia gama de habilidades, intereses, antecedentes y situaciones económicas. A pesar de que es imposible caracterizar al “alumno adulto”, hay algunas características que son comunes a muchos de ellos:

  • A menudo tienen bajos ingresos. La falta de habilidades, a pesar de que no es una barrera para algunos, limita las posibilidades de empleo para la mayoría de la gente. Aunque ciertamente pertenecen a las listas de asistencia social, los alumnos de alfabetización adulta son a menudo los “trabajadores pobres”, gente que trabaja largas jornadas en empleos mal pagados (a menudo dos o más) y aún así luchan por mantenerse a flote financieramente. Dadas iguales circunstancias, de alguna forma es más probable que sean mujeres y no hombres. Las mujeres tienen más facilidad para admitir que necesitan ayuda que los hombres. También es levemente menos probable que trabajen a tiempo completo, por lo que tienen más tiempo para asistir a clases (esto último es contrarrestado por el hecho de que muchas son madres solteras de niños pequeños, por lo que necesitan de alguna guardería para poder participar).
  • Muchos tienen deficiencias de aprendizaje que hacen que la lectura, la escritura o las matemáticas sea difícil para ellos. Aunque la cuestión acerca de cuánta de la dificultad de los adultos con las habilidades básicas se debe a deficiencias de aprendizaje es controversial, nadie podría negar que un número significativo de quienes se encuentran en los programas de alfabetización padece de problemas neurológicos, visuales o de otro tipo que complican su proceso de aprendizaje.
  • Un gran número no habla la lengua que predomina en el país.
  • Relativamente pocos son menores de 25 años. Es particularmente difícil atraer a los programas de alfabetización a jóvenes desertores del sistema escolar. Han dejado recientemente la escuela, después de todo, y generalmente no quieren tener nada que ver con ella de nuevo. Asimismo, muchos están trabajando, tienen su propio dinero por primera vez y piensan que les va muy bien. No pueden ver lo difícil que les resultará la vida en algunos años.
  • Llegan con una amplia gama de habilidades. Hay relativamente pocas personas que no saben leer en la sociedad estadounidense, aunque la mayoría de los programas de alfabetización tiene alguno. Hay muchos sin embargo, que leen a un nivel de cuarto o quinto año, y por tanto pueden tener dificultades para completar formularios de empleo, entender preguntas en hojas de votación o ayudar a sus hijos con las tareas escolares. Hay muchos otros, particularmente aquellos en preparación para obtener el bachillerato u otro certificado, que tienen buenas habilidades de lectura, escritura o matemáticas.
  • Su gama de habilidades es probablemente muy similar a la de la población en general. Es fácil pensar que las personas con pocas habilidades deficientes no son muy inteligentes, pero de hecho, tal como en  la población en general, son personas promedio. Unos pocos están levemente por encima del promedio, unos pocos por debajo. Pero, tomados como grupo, se presentan de forma muy parecida que cualquier grupo de personas.
  • Independientemente de su habilidad o inteligencia, tienden a verse a sí mismos como tontos. Hasta los que han sido exitosos económicamente –muchos alumnos tiene buenos empleos y hasta su propio negocio- han sido tratados como inferiores por maestros, familiares u otros, por su falta de habilidades y por no poseer un certificado de estudios. Para la mayoría de los alumnos, esa es la barrera más difícil de atravesar.

Herramienta # 3: Mitos acerca de la alfabetización adulta (los ejemplos se refieren a la situación de EE.UU).

Mito 1: El porcentaje de analfabetos está disminuyendo.

De hecho, más personas sabían leer y escribir mejor al finalizar el milenio que en cualquier otra época de la historia. No obstante, la necesidad de conocimientos de la persona promedio ha cambiado drásticamente en las últimas dos o tres generaciones. En el tiempo en que la vasta mayoría de las personas se ganaba la vida con sus manos y la fuerza de su cuerpo, leer y escribir ayudaba, pero no era necesario. Ahora, cuando tantos trabajos -al menos en el mundo desarrollado - dependen de habilidades técnicas de alto nivel y otras complejidades, la falta de habilidades básicas es una desventaja enorme, y las necesidades de alfabetización son mucho mayores que antes (consideremos el simple hecho de que utilizar una computadora depende de la aptitud para leer, a menudo en un nivel alto.) Adicionalmente, las dos últimas décadas han visto una migración hacia Estados Unidos sólo sobrepasada por aquella de principios del siglo XX. Los migrantes –de habla hispana por ejemplo, incluyendo ciudadanos estadounidenses de Puerto Rico- ahora constituyen una minoría importante en muchas ciudades del noreste de EE.UU. Muchos de estos inmigrantes son de hecho letrados, pero no en inglés.

Mito 2: Todos los alumnos de los programas de alfabetización adulta comienzan sin saber leer.

En un programa de alfabetización integral, los alumnos comienzan en niveles diferentes. Muy pocos no saben leer nada. Muchos comienzan leyendo a nivel de cuarto o quinto año o menos, lo que significa que pueden leer anuncios o prosa simple, pero no les es fácil leer periódicos, revistas o novelas. Otros alumnos buscan primariamente obtener un certificado de bachillerato y pueden poseer habilidades sofisticadas. Incluso otros, saben leer y escribir bien, pero necesitan saber matemáticas básica para avanzar –o incluso mantenerse- en sus empleos. En los programas de ESOL, algunos alumnos pueden hasta llegar a tener títulos avanzados de universidades respetadas, pero en lenguas diferentes al inglés; otros pueden ser totalmente o casi analfabetos en su propia lengua y también en inglés.

Mito 3: La mayoría de los alumnos adultos son disléxicos.

La dislexia es una palabra utilizada para describir una serie de problemas neurológicos y otros factores que hacen muy difícil para ciertas personas el poder leer, escribir o realizar cálculos. Representa solamente una fracción menor de los impedimentos con los que luchan muchos alumnos adultos de alfabetización.

Mito 4: Tener un certificado de bachillerato es una garantía de sus habilidades.

Muchos graduados del bachillerato tienen muy poca o ninguna capacidad para la lectura, la escritura o las matemáticas. Cerca del 20% de los estudiantes del programa Proyecto de Alfabetización tenían certificados de bachillerato y muchos de ellos eran casi analfabetos en lectura. Hay que recordar que la mayoría de los desertores escolares abandonan la escuela cuando llegan al bachillerato, porque tienen dificultades para mantener el paso: dos años más de escuela pueden no tener resultados espectaculares.

Mito 5: Los adultos que son saben leer o escribir bien son simplemente tontos.

Éste es probablemente el más difundido y dañino de los mitos acerca del analfabetismo. Como se explicó más arriba, muchos alumnos adultos tienen dificultades de aprendizaje que afectan su habilidad para manejarse con los textos de la misma forma que la falta de un miembro del cuerpo afectaría nuestra habilidad para jugar baloncesto (ésta es casi una analogía exacta, en el sentido que algunas personas con miembros del cuerpo faltantes igual aprenden a jugar  baloncesto, pero casi siempre utilizando estrategias diferentes a las de otros jugadores y sólo con una gran dosis de esfuerzo extra. Lo mismo vale para los alumnos discapacitados que a pesar de todo aprenden a leer bien). Los estudios muestran continuamente que los disléxicos, como grupo, están significativamente por sobre el promedio en lugar de por debajo del nivel de inteligencia. Además, es difícil calificar como deficiente la inteligencia de alguien que tiene falta de un elemento básico necesario para navegar en este mundo del siglo veintiuno y aun así consiguen hacerlo, por lo general, bastante bien.

Mito 6: Muy pocos adultos en Estados Unidos tienen problemas de alfabetización.

La Encuesta Nacional sobre Alfabetismo Adulto comisionado por el presidente Bush, descubrió que, en resultados publicados en 1993, el 47% de los adultos en los Estados Unidos tenía dificultades con varias tares comunes (leer un horario de autobuses, descifrar un contrato de alquiler, calcular el consumo de combustible, etc.) que la mayoría de la gente esperaría que el adulto promedio fuese capaz de hacer. Además, en cuanto peores fueran sus habilidades, menos sentían que tenían un problema.